viernes, 20 de octubre de 2023

CRÓNICA DEL REINO NEOVISIGODO DE TOLEDO


Como es bien sabido, en el 711, tras la derrota de don Rodrigo frente a los musulmanes en la batalla de Guadalete, algunos grupos dispersos de nobles abandonaron la península ibérica junto a sus séquitos y se esparcieron por media Europa, dando lugar a la famosa “diáspora visigoda”. Los descendientes de aquellos pioneros recrearon aquel mito fundacional mediante un dilatado repertorio de relatos, canciones y liturgias, de manera que, aunque dispersos, nunca llegaron a perder conciencia de su origen.

Pasó el tiempo. La relación de dichas comunidades con sus entornos no siempre fue buena, ya que, con demasiada frecuencia, las minorías se convierten en los chivos expiatorios que cargan con las culpas de las mayorías. Así, los visigodos sufrieron todo tipo de persecuciones y violencias, hasta tal punto que, en el siglo XIX, en el contexto del nacimiento de los nacionalismos, algunas personalidades empezaron a reivindicar la posibilidad del retorno a la tierra prometida por el destino y arrebatada por los infieles.

Poco a poco, en oleadas sucesivas, miles y miles de visigodos emigraron a España con la convicción de estar recuperando, 1200 años después, la casa de sus antepasados y, por lo tanto, la suya propia. Tras la II Guerra Mundial, Franco les abrió las puertas de par en par debido a su origen germánico, igual que hizo, por motivos más o menos similares, con una infinidad de jerarcas nazis. En pocos años la población visigoda creció, prosperó y alcanzó tal influencia fuera de nuestras fronteras que empezó a reclamar la creación de un estado propio. Al principio la idea se interpretó como una simple extravagancia, pero la acción de ciertos lobbies provisigodos y el ejemplo del recién creado estado de Israel dieron alas al proyecto y la ONU aceptó estudiar un plan de partición: el territorio español se dividiría en dos mitades, aunque la población visigoda supusiese tan solo un tercio del total, y Madrid quedaría bajo control internacional. De inmediato, en un ambiente de euforia casi paroxística, Chindasvinto II proclamó el Reino Neovisigodo de Toledo.

El conflicto no tardó en estallar. Los españoles originarios, por llamarles de alguna manera, rechazaron estupefactos el nuevo estado y, como cabía esperar, comenzó una espiral de violencia. Los visigodos, que se habían granjeado la simpatía de EEUU y se habían armado hasta los dientes, se impusieron a los autóctonos y expulsaron a cientos de miles de ellos de sus hogares. Es lo que suele denominarse La Catástrofe. Los países colindantes se llenaron de campos de refugiados. La OTAN no quiso intervenir. Mientras, el Reino Neovisigodo avanzaba sobre la otra mitad ocupando la mayor parte de su territorio, de manera que sus habitantes quedaron encapsulados en dos zonas: una, denominada Cisatlántica, compuesta por un mosaico de parcelas incomunicadas y rodeadas por muros infranqueables, y otra, la Franja Andaluza, concebida como un larga y estrecha cárcel a cielo abierto.

Desde entonces, el sufrimiento de la población originaria ha sido indescriptible. El bloqueo económico, el régimen de apartheid, la demolición de casas, la usurpación de tierras, las detenciones arbitrarias, las humillaciones constantes… han hecho de la vida en la España ocupada un auténtico infierno. En consecuencia, abundan las acciones terroristas y, periódicamente, se produce un levantamiento popular que siempre es aplastado con castigos colectivos desproporcionados. En los bombardeos sobre la Franja Andaluza de 2014 murieron más de quinientos niños y niñas.

Al respecto, el episodio más reciente sigue ocupando las primeras páginas de todos los medios de comunicación. Jamás, una organización ultraconservadora inicialmente financiada por las nuevas autoridades para dividir a la oposición autóctona, asesinó a 1300 civiles y militares visigodos. La respuesta no se ha hecho de esperar. El ejército del Reino ha destruido ciudades enteras de la Franja Andaluza, ha lanzado misiles sobre escuelas y hospitales y ha provocado un éxodo de dimensiones bíblicas. Los métodos del Reino recuerdan, no podemos dejar de decirlo, a los de los nazis.

En definitiva, gran parte de España se ha convertido en un cementerio y en un campo de exterminio. La sangre tiñe de rojo nuestras costas. Pero EEUU y la UE no mueven un dedo porque siempre apoyan a los poderosos en detrimento de los débiles. El Reino Neovisigodo no tiene nada que temer.

@CPuenteMadera


lunes, 9 de octubre de 2023

LAS BICICLETAS (AZULES) SON PARA...


Las bicicletas (azules) son para el verano…y para el otoño, el invierno y la primavera. Nos explicamos.

Hace poco, hemos asistido a un debate en el Congreso de Diputados donde representantes de la comunidad de toda índole y color han planteado críticas y propuestas para mejorar España. Ahí hablaron de economía, empleo, agricultura, infraestructuras, servicios… pero muy poco o nada de cultura. Parece que la cultura sigue siendo algo menor, secundario y hasta prescindible. Y duele, nos duele.

De ahí que cuando surgen propuestas como la de la Bicicleta Azul en Albacete, en Castilla-La Mancha, pues nos entra la felicidad que nos entra. Hablamos de una iniciativa cultural de clara vocación multidisciplinar (dibujo, pintura, escultura, audiovisuales, teatro, música, literatura…), abierta, crítica, fresca, que comenzó su andadura allá por 2008 con 5 ediciones de jornadas culturales anuales consecutivas, y que ha regresado ahora 11 años después. Auspiciado por Anselmo Gómez, y junto a Hernán Talavera (para las artes audiovisuales) y José Eugenio Mañas (para las artes plásticas) supone un siempre plausible soplo de aire fresco en la monotonía ciudadana. Así, por hablar de lo más reciente, llenaron entre el 27 de septiembre y el 1 de octubre diversos lugares, calles y espacios abiertos de Albacete de arte. El Refugio Antiaéreo del Altozano, la Librería Popular, el Café del Sur, el Jardín Botánico de Castilla-La Mancha, el Parque Abelardo Sánchez y numerosas calles de la ciudad han sido objeto de performances, exposiciones, talleres, intervenciones, etc. Además, se pretende cargarlo de sentido. Así, el Certamen de Dibujo Contemporáneo (expuesto en el Jardín Botánico de Castilla-La Mancha) con su lema “Paraísos fingidos” supone una invitación a la reflexión sobre la manipulación de la naturaleza, o las intervenciones plásticas realizadas sobre los alcorques vacíos, una crítica a la tradicional dejadez sobre estos espacios tan frecuentes de hallar en nuestra ciudad.

Todo este tipo de arte, como arte que es, a cada cual le podrá gustar más o menos, mucho o nada, pero sin duda también ayuda a la educación, a fomentar el respeto y la tolerancia hacia quien no necesariamente piensa como tú. En nuestra ciudad se hicieron tristemente famosas las vandalizaciones de la estatua de “la nudista”, las de Sculp Nature del Parque Abelardo Sánchez, la falta de compromiso en la conservación de colecciones cedidas o adquiridas… y claro, algunas de las recientes intervenciones de La bicicleta Azul tampoco escaparon a estos hechos, llegando a duras penas a escasos minutos u horas en algunos casos. Si bien en alguna ocasión puede ser algo de grupos muy puntuales, en otros el destrozo o la rapiña parece ser algo más generalizado, y no cabe duda de que parte de la educación ciudadana pasa por el poder disfrutar de iniciativas como La Bicicleta Azul con más frecuencia, iniciativas que nos permiten disfrutar y aprender a respetar. Por todo, muchas gracias a quienes hacen posible cosas tan hermosas como esta.



@CPuenteMadera