Artículo
publicado en el diario La Verdad (Edición Albacete). 26/01/2012
Este artículo
ha sido escrito por Cari Cano,
y es una
colaboración para
el Colectivo
Puente Madera.
En un artículo
reciente, la escritora Almudena Grandes comparaba el caso del juez Garzón con
el conocido “caso Dreyfuss” (cuando en Francia un militar de origen judío fue
condenado por espiar para Alemania durante la II Guerra Mundial). Grandes
hablaba del desprestigio y la desconfianza que provocó en la sociedad francesa
el hecho de ver cómo su sistema judicial se ponía al servicio de quienes
defendían la persecución de las personas de origen judío (Emile Zola lideró la
campaña ciudadana que denunciaba que éste era el origen real de la denuncia al
citado militar).
Desgraciadamente,
en nuestro país, venimos teniendo la sensación de que desde el propio sistema
judicial se realiza una persecución de alguien que resulta molesto al poder
real, y cuyos tentáculos se extienden a la propia Judicatura.
Desde los
medios de comunicación, diferentes profesionales de la Justicia se han atrevido
a poner en entredicho la validez y las motivaciones de las acciones judiciales
que se han abierto contra este juez. En las tres causas que tiene abiertas
Garzón (las escuchas del caso Gürtel, la investigación de los crímenes del
franquismo y el cobro por unos cursos impartidos en Nueva York) existen numerosos
elementos que resultan inquietantes. Entre ellos, en ninguna de las tres causas
se ha personado la fiscalía, y aunque no
es absolutamente necesario para abrir una causa judicial, sí es lo “normal” que
ésta se persone. Igualmente, también resulta llamativo que se haya juzgado a
Garzón en primer lugar por las escuchas del caso Gürtel antes que por querer
investigar los crímenes del franquismo, cuando esta última causa fue la primera
que se instruyó y por lógica debería haber sido la primera en ser juzgada, algo
que puede llevarnos a pensar (y así lo expresan muchas personas expertas en
asuntos judiciales) que tal vez se quiera crear un clima favorable para esta
causa si el juez ya ha sido juzgado (y más si es condenado) en el juicio del
caso Gürtel.
Pero también
la sociedad española ha podido ver estos días, cómo se maquilla el pasado
político de algunas personas: nos estamos refiriendo a todo lo acontecido tras
la muerte de Manuel Fraga Iribarne. Mientras se ha pasado de puntillas acerca
de su figura como ministro de Franco y se han silenciado los asesinatos que se
produjeron durante su etapa franquista
de personas que luchaban en contra de la Dictadura (pocos medios de comunicación se han
hecho eco de dichas atrocidades), se ha dado una amplia cobertura al personaje
destacando su importancia en la consecución de la Democracia en nuestro
país. Todo ello con la inestimable ayuda de personas y medios de diferente signo político. Incluso hemos
podido ver como algún partido político que se define de “izquierdas” no sólo ha
evitado recordar y denunciar lo que Fraga hizo durante el período franquista,
sino que incluso algunos representantes de dicha organización política participaron
de toda la pompa del sepelio y actos fúnebres con la familia.
Estas dos
cuestiones que acabamos de comentar (el enjuiciamiento de Garzón y la
presentación de Fraga como un luchador por la Democracia ), no
resultarían tan alarmantes si no fuese por el hecho de asistir al mutismo de la sociedad en
general y de aquellas personas que se denominan
“progresistas” en particular. Incluso resulta más preocupante que
quienes tienen más posibilidades de poder expresarse y llegar a los medios de
comunicación (escritores/as, pensadores/as, etc) para denunciar estas
injusticias, se mantienen en un absoluto silencio, aunque siempre haya honrosas
excepciones.