sábado, 27 de febrero de 2021

GOLPE A LA MEMORIA


La memoria es el depósito del conocimiento y, por lo tanto, el fundamento de la libertad.

Por eso no se entiende que, como sociedad, sigamos cómodamente instalados en la amnesia. Nuestros libros de texto, pueden comprobarlo, siguen sin mencionar los casi 300 campos de concentración franquistas, la despiadada represión ejercida contra las mujeres republicanas, las torturas cometidas en los cuarteles y en la sede de la DGS, el matonismo callejero de la ultraderecha durante la Transición… Es increíble. Es como si, igual que en 1984, alguien hubiese ordenado borrar una parte fundamental de nuestro pasado para mantenernos “cautivos y desarmados”.

Estamos en febrero. Hace ochenta y cuatro años las tropas de Franco ocupaban Málaga y una multitud indefensa, aterrorizada por los crímenes cometidos por los fascistas en Sevilla, emprendía una huida desesperada en dirección a Almería. Es lo que se conoce como “la desbandá”. A lo largo de los aproximadamente 200 kilómetros que separan las dos ciudades, aquellos hombres desarmados, mujeres, ancianos, niños… fueron ametrallados por tierra, mar y aire en la que sin duda es la acción más infame de nuestra guerra. Las imágenes que captó el médico canadiense Norman Bethune son realmente estremecedoras. Unas 5000 personas fueron asesinadas. Pues, bien, no busquen el episodio en los manuales escolares. No existe. Existe la batalla de Covadonga, esa en la que se apareció la Virgen para echar a los moros, pero esta masacre ejecutada por Dios y por España no parece digna de constar en nuestros anales.

Algo similar ocurre en nuestra misma ciudad. También en febrero de 1937, la Legión Cóndor bombardeó Albacete y acabó con la vida de unas 130 personas, entre ellas varios niños y niñas. Aunque hace un tiempo, a instancias del Grupo de Amig@s Antonio Machado y con el asesoramiento del Instituto de Estudios Albacetenses, se instaló una placa informativa en la verja de la Diputación, muy poca gente conoce aquella atrocidad. Y casi nadie sabe que en la posguerra fueron fusiladas 750 personas en las tapias del cementerio. Sus cadáveres fueron sepultados en fosas comunes, y sobre ellos cayeron una noche y una niebla que, cuarenta y seis años después de morir el dictador, aún perduran.

Últimamente se habla mucho de si somos una democracia “normal”. Desde luego, en lo que se refiere a memoria histórica, no. De ningún modo. En los países europeos que nos sirven de referencia, se entierra dignamente a todo el mundo, pero solo se homenajea a quienes lucharon contra el fascismo y el nazismo. Aquí hacemos al revés. Dejamos en una cuneta a García Lorca y mantenemos en la Macarena a Queipo de Llano, un criminal que, si hubiese nacido en Alemania, habría sido juzgado en Núremberg. O sea, constituimos una anormalidad absoluta. Y una prueba más de ello es que se siga repitiendo sin pudor la fábula del rey bueno que detuvo el golpe de estado del 23F. Esa historieta, que hemos escuchado hasta la saciedad durante toda esta semana, constituye un auténtico “tejerazo” intelectual y un insulto a nuestra memoria democrática. En serio, hace décadas que la implicación del rey emérito en el “golpe de timón” encabezado por Armada es un clamor, como lo eran sus trapicheos y sus amoríos. ¿Hasta cuándo vamos a hacer como que no nos enteramos? En 2014, por poner tan solo un ejemplo, Pilar Urbano, una periodista nada sospechosa de querer subvertir el régimen vigente, publicó La gran desmemoria, una obra de casi 900 páginas donde describe minuciosamente el papel de Juan Carlos en la conjura golpista. ¿Cuántas páginas más podrían escribirse si se levantase el secreto del sumario? ¿Por qué se oculta la verdad después de cuarenta años? ¿Nos atreveremos algún día a mirar de frente a nuestro pasado como una forma de encarar dignamente nuestro futuro, o seguiremos impugnando nuestra memoria a golpe de mentiras y de olvido? Veremos.

 

@CPuenteMadera







sábado, 20 de febrero de 2021

El judío es el culpable…


Según la portavoz nazi de la concentración que el pasado sábado, 13 de febrero, homenajeó en Madrid a la fascista y nazi División Azul franquista, los problemas de la humanidad se reducen a ese: “El judío es el culpable”. Por eso la portavoz nazi está de acuerdo con que fuera asesinada “Emilia, que tenía tres años”, puesto que a los nazis les parece clara la necesidad histórica de mandar a las cámaras de gas a los niños judíos… Emilia, como nos cuenta el superviviente Primo Levi, fue trasladada al campo de Auschwitz en un tren de carga junto a otras seiscientas personas, la mayoría de las cuales fueron asesinadas al día siguiente en las cámaras de gas. Su mismo atroz final sufrieron millones de europeos, miles de españoles, un centenar de albaceteños.

Las proclamas de ese despreciable grupo nazi, cuyos líderes son corresponsables de la mayor matanza en la historia de la humanidad, se deben a una mezcla de ignorancia y odio, transformada deliberadamente en intolerancia activamente violenta. Hitler lo expresa así en su libro Mi lucha: “La grandeza de una organización activa que constituya la personificación de una idea, reside en el espíritu de religioso fanatismo e intolerancia con que ataca a todas las demás, fanáticamente convencida de que solo ella está en lo cierto”. .

Si alguien quiere profundizar más en el abismo infernal que explica las razones del mal absoluto, que lea Mi lucha, pero que acompañe la lectura del testimonio desgarrador de Primo Levi y de los análisis de los historiadores Norman Cohn, Peter Frizsche y tantos otros. Quien no tenga tiempo, que se detenga en una escena de la película “Vencedores o vencidos”: la escena en la que la película, en mitad de los juicios de Nüremberg, utiliza fragmentos de las imágenes originales grabadas en Bergen-Belsen, el campo donde murió Ana Frank, y en las que se muestra cómo los soldados aliados tuvieron que emplear excavadoras para poder dar sepultura a los miles de cadáveres que los nazis dejaron tras de sí… cuando uno ve esas imágenes y piensa en el acto celebrado en Madrid, siente una mezcla de repulsión y de determinación de no callar nunca ante las inhumanas patrañas nazis.

La ignorancia puede tener cura, el odio debe probar el bálsamo de la empatía, la estupidez quizá tiene un remedio más complicado… pero, mientras tanto, la democracia española debe aplicar las normas que nos permiten convivir en paz, y la justicia española debe actuar con rapidez y condenar y, si se considera necesario, llevar a la cárcel a quienes defienden de palabra el exterminio de millones de inocentes, Emilia incluida. Nuestro recuerdo está con las víctimas, pero nuestro respeto por ellas exige que no permitamos nunca que se les mancille.


@CPuenteMadera


lunes, 15 de febrero de 2021

PLOU PROU…



Y sí, se pudieron celebrar las elecciones catalanas… pero a juzgar por el tremendo bajón de la participación, se confirma que hubiera sido mucho más saludable haberlas celebrado más adelante.

Amén de la mencionada bajada de la participación, de entrada, llama la atención la irrupción de Vox en el Congreso catalán. Ha sido ya expresado con meridiana claridad en uno de nuestros muros personales: “Vaya, pues parece que en Cataluña la extrema derecha ha acabado matando al padre (el PP de Casado) y a la madre (el C,s de Arrimadas). Cosas de familia...” A la larga, aquella política pepera de agitar el avispero que les daba ciertos frutos a corto plazo acabó por volverse en contra. Otro tanto ha ocurrido con el partido de Artur Mas, el PDeCAT: desparecido.

Si miramos aquellos tiempos de mayorías del nacionalismo catalán de derechas, no queda nada. Hoy el nacionalismo está más vinculado al voto de la izquierda con ERC (que supera en votos y un escaño a JxCat) y el leve ascenso de la CUP.

Illa, el vilipendiado por la derecha nacional como ministro de Sanidad en la pandemia, no solo aguanta el tirón, sino que es ganador en votos: el gobierno nacional no parece haber tenido tan mala percepción social como se ha pretendido hacer creer, y si a ello sumamos que En Comú Podem (ECP) repite resultado con lo que ha caído, se refuerza la idea de que el nivel de aceptación del gobierno estatal no está en las horas bajas que tanto se prometían algunos.

Y entonces, ¿cómo quedará el gobierno? Incluso hay quien ha planteado repetición de elecciones, pero no lo vemos coherente. Hace un tiempo lo que primaba en todo el Estado eran las políticas sociales, económicas, laborales… en otras palabras, las políticas para la ciudadanía. Pero las cosas se han venido haciendo tan, pero tan mal, que los nacionalistas han sabido jugar sus bazas y ahora lo que prima es nacionalismo sí, o nacionalismo no, independientemente de que para ello se sienten a gobernar quienes piensan en primar las políticas de lo colectivo con quienes defienden a la burguesía catalana. Y eso será difícil de revertir por ahora.

Un bloque de izquierdas frente a la derecha se hace complicado, y un gobierno en minoría de ERC y ECP, podría permitir sacar lo nacionalista pactando con unos, y lo social pactando con otros, pero también se nos antoja improbable.

O espabilamos todos y todas o la cosa se enquistará e irá a situaciones cada vez menos reversibles. O se tienden puentes de entendimiento mutuo, o la cosa irá a peor para unos y otras. Y con los resultados obtenidos, lo único que nos viene a la cabeza es aquel viejo trabalenguas catalán: “Plou poc, però pel poc que plou, plou prou” es decir “llueve poco, pero para lo poco que llueve, llueve bastante”.

 

@CPuenteMadera




viernes, 5 de febrero de 2021

FARMACOCRACIA

El pasado 30 de enero se cumplió un año desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que el brote de SARS-CoV-2 constituía una emergencia de salud pública internacional. Desde ese momento, la maquinaria de la industria farmacéutica empezó a trabajar en busca de las tan ansiadas vacunas contra la COVID-19. Aún siendo un negocio para esta oligarquía, las vacunas constituyen la esperanza de la humanidad para superar esta pandemia. Diferentes países con potentes industrias farmacéuticas vieron la necesidad estratégica de conseguir avances y garantizarse una futura producción en vacunas y terapias que frenaran la epidemia por sus devastadoras consecuencias en la población y en la economía.

A partir del reciente enfrentamiento de la Comisión Europea con AstraZeneca, por los incumplimientos de contrato de esta última en las cantidades de dosis y calendario de suministro de las vacunas, se ha puesto en primera línea de debate el papel de las Farmacéuticas para preservar la salud de los hombres y mujeres de este planeta.

Conviene recordar que el mercado farmacéutico mueve más de 200.000 millones de dólares al año. Un monto superior a las ganancias que brindan la venta de armas o las telecomunicaciones. Por cada dólar invertido en la fabricación de un medicamento se obtienen mil en el mercado. Y las multinacionales farmacéuticas saben que se mueven en un terreno de juego seguro: si alguien necesita un medicamento, no va a escatimar dinero para comprarlo. Pero… ¿qué ocurre si no tienes el dinero suficiente para comprar ese fármaco? Pues que no importas, que no significas nada para esta sociedad capitalista cuyo único fin es el beneficio económico puro y duro. Este mercado, además, es uno de los más monopolizados del planeta, ya que sólo 25 corporaciones copan el 60 por ciento del total de ventas. La globalización ha permitido que se desarrolle una nueva forma de poder, la farmacocracia, capaz de decidir qué enfermedades y qué enfermos merecen cura, ha convertido la enfermedad en un negocio.

La globalización le ha permitido a las farmacéuticas maximizar sus beneficios ya que compran las materias primas en los países donde son más baratas (países en vías de desarrollo), instalan sus fábricas en donde las condiciones laborales son más ventajosas y venden sus productos fundamentalmente en los países donde la población tiene mayor poder adquisitivo y los servicios de salud están más desarrollados.

Los grandes beneficios de la industria se complementan con la desatención de aquellos medicamentos que aun siendo efectivos tienen una baja rentabilidad, sin ir más lejos, no hace mucho se ha denunciado que en España hay desabastecimiento de 170 medicamentos cuyo suministro no se asegura por las farmacéuticas porque tienen muy bajos precios y/o porque han desarrollado alguna alternativa de eficacia similar pero de mayor precio, lo que evidencia, una vez más que las farmacéuticas solo se preocupan por sus extraordinarios beneficios y no por la salud de la población.

Hace años, ante la crisis de la hepatitis C, nos dimos cuenta que somos rehenes de las multinacionales farmacéuticas, a las que se les compraba el “Sofosbuvir” a casi 60.000 € por cada tratamiento de 12 semanas, cuando sus costes no pasan de 115 euros, ¡¡casi 600 veces!! Fue el momento de apostar por saltarse las barreras comerciales en base al criterio de utilidad pública, lo que permitía la ley, e incluso el Parlamento Europeo reconoció. Pero una vez más los intereses de unos pocos primaron por encima de la salud de la ciudadanía, la industria farmacéutica hizo su agosto y el pueblo puso los muertos.

Ante este panorama, está más que demostrado que nuestras vidas están en manos de la farmacocracia, por lo que resulta imprescindible caminar hacia la construcción de una industria farmacéutica pública nacional, o mejor en el ámbito europeo. Visto lo visto no estamos libres de futuras pandemias, por lo que desde lo público se debe garantizar la salud de todos y todas y el abastecimiento de vacunas para toda la población. Resulta necesario la creación de un sistema de farmacia público, para hacer frente a los chantajes de las multinacionales, tarea nada fácil de conseguir, porque va contra la tendencia neoliberal de privatizar y adelgazar el estado, y se encontrará con una gran resistencia de ese poderoso “lobby” que es Farmaindustria y de las empresas farmacéuticas privadas europeas.

La presencia de una gran empresa farmacéutica pública en nuestro continente daría un gran margen de negociación a las autoridades de la Unión Europea, a la hora de acordar y/o pactar precios y condiciones con las empresas privadas, un margen hasta ahora inexistente, debido en gran parte a la ausencia real de alternativas. También se solucionaría el conocido problema de las patentes y los sistemas que las protegen, una realidad incuestionable, que debería de cambiarse y que solo es factible hacerlo a escala internacional, precisando de actuaciones coordinadas y muy complejas, en las que por supuesto hay que ir dando pasos.

Es el momento de la intervención de los poderes estatales en sectores estratégicos, construyendo una industria pública europea de fabricación de medicamentos y, mientras esto se hace realidad, empecemos por nacionalizar las empresas farmacéuticas y suspender las patentes, dado que está en riesgo nuestra salud, la Salud Pública.


@CPuenteMadera