martes, 20 de febrero de 2024

CABALLO DE TROYA


Consultando en el diccionario de la RAE de la Lengua, comprobamos que define el término “caballo de Troya” como “persona o cosa que se introduce en una colectividad o en un proceso con la intención oculta de causar algún perjuicio”. ¿Les suena esta expresión de algo? Pues nosotros creemos que bien podríamos aplicársela a Emiliano García Page, dada su insistencia en criticar una y otra vez a su partido y a la vez dorarle la píldora a su adversario político, el Partido Popular.

Después de las elecciones en Galicia, del pasado 18 de febrero, el presidente castellano-manchego ha soltado una de sus cargas de profundidad, de las que nos tiene acostumbrados, afirmando sobre los resultados electorales que “si el PP hubiera perdido la mayoría en Galicia, el ganador era Puigdemont. Me alegro de que no haya ganado Puigdemont”. El señor Page nos lo pone a huevo pues se le entiende todo, dado que su alegría es inmensa con la victoria del PP por tierras gallegas, ¿es qué no quería que el Partido Socialista de Galicia hubiera formado gobierno autonómico con el BNG? Todo indica que no, él no quería, de ninguna manera, que los gallegos y gallegas tuvieran un gobierno de progreso, y está encantado con la mayoría absoluta de su amigo Alfonso Rueda (PP).

La verdad es que los comportamientos hablan por sí solos, pues al inquilino del Palacio de Fuensalida no se le ha visto en la campaña electoral gallega acompañando y apoyando al candidato socialista, José Ramón Gómez Besteiro, por mucha solidaridad que le manifieste Page a toro pasado. Tampoco le hemos oído, en los últimos días, al presidente de Castilla-La Mancha criticar la hipocresía del PP y del Señor Feijóo, presidente de los populares, cuando se ha sabido que tuvo conversaciones con los dirigentes de “Junts” para pedirles el apoyo a su frustrada investidura del pasado verano y ofrecerles un indulto condicionado a cambio de esos deseados siete votos. García Page ha estado muy calladito en este asunto y se ha esmerado mucho en no criticar al Partido Popular y a sus dirigentes, no sea que pierda su buen nombre con estas rancias amistades de la derechona.

El señor Emiliano, una y otra vez, muestra su deslealtad con el PSOE, que todavía es su partido político, olvidando continuamente que las discrepancias se hablan en los órganos socialistas y no “disparando” sus malévolas críticas delante de las “alcachofas” y cámaras de cadenas amigas. Todo indica que Page va haciendo méritos para que actúe, de una vez por todas, la comisión de conflictos y garantías de la calle Ferraz de Madrid, ¿a qué esperan?

La alegría que manifestó García Page el pasado lunes, con el resultado de las elecciones en Galicia, es una enorme provocación que no puede quedar sin respuesta. Todo indica que a este “caballo de Troya” nadie puede pararle los pies, pero ya es hora que deje de trotar, cabalgar y relinchar. ¿A qué esperan los verdaderos socialistas?


@CPuenteMadera


viernes, 9 de febrero de 2024

EL MALESTAR EN LA EDUCACIÓN

El pasado 1 de febrero tuvieron lugar en Albacete y Toledo sendas concentraciones convocadas por el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza (STE) para reivindicar el fin de los recortes de la era Cospedal que aún siguen vigentes. En la movilización participaron en torno a mil docentes y, como si de un “déjà vu” se tratase, volvieron a verse camisetas verdes y pancartas en defensa de la educación pública. ¿Está justificada la protesta? ¿Existen motivos para la reactivación de la Marea Verde? A nuestro juicio, sí, sin ninguna duda. Casi diez años después de que las urnas apeasen de la presidencia del gobierno regional a la conocida como Nuestra Señora de los Recortes (o doña Finiquito), siguen sin recuperarse las ratios y los horarios lectivos anteriores a su nefasta gestión, lo cual se traduce en saturación en las aulas, carga de trabajo excesiva y deterioro del rendimiento escolar en todas sus facetas. Además, mientras tanto, la educación privada concertada ha crecido hasta ocupar el 15% del total, según informa el mencionado sindicato, prefiriendo la administración, ante el descenso de la natalidad, cerrar centros públicos antes que cancelar conciertos con colegios de curas o monjas. Da la impresión de que Page aspira a la canonización.

Ahora bien, aun siendo grave, lo peor no es todo lo que hemos referido anteriormente. Lo peor, digámoslo francamente, es que entre el profesorado cunde cada vez más un desánimo y un cansancio que resultan difíciles de entender cuando, en principio, la enseñanza debería ser la profesión más hermosa y más reconfortante del mundo. ¿Cómo puede ser que para muchos docentes el trabajo se haya convertido en una carga, cuando no en un auténtico suplicio? Las causas son complejas y un análisis exhaustivo excede el espacio de un artículo, pero podemos, al menos, apuntar algunas. Por ejemplo, muchos profesores y profesoras refieren serios problemas a la hora de despertar la curiosidad del alumnado e implicarlo en la clase, lo cual suele redundar en faltas de atención que frecuentemente derivan en faltas de disciplina, pérdida de tiempo y frustración generalizada. Al respecto, es necesario aclarar que las chicas y los chicos no son culpables de la situación, sino víctimas de una sociedad consumista que solo valora lo utilitario y que nos quiere a todos encapsulados en nosotros mismos. Tampoco son culpables muchos chavales con trastornos de atención de que sus padres les pusieran un móvil en la mano antes que un chupete en la boca para tenerlos cautivos y desarmados. En fin, no compartimos el típico relato reaccionario que considera cada generación como una degeneración de la anterior…

Otra causa de malestar es el aumento exponencial de la burocracia, sobre todo en lo relativo a unos kafkianos procedimientos de evaluación que sitúan al profesorado entre la imposibilidad (por no poder aplicarlos) y la ilegalidad (por evaluar, en consecuencia, al margen de la ley). El caso es que demasiados buenos docentes sueñan con la jubilación o abandonarían el sistema educativo si pudiesen. Pero hay más. Nos queda lo más importante, aunque no sea lo más visible. Cada vez más voces denuncian que, tras la verborrea pedagógica de las últimas leyes educativas, se esconde un proyecto de ingeniería social neoliberal que pretende sustituir la escuela del conocimiento por una escuela del adiestramiento en procedimientos autoformativos enfocados al mercado laboral. De hecho, el objetivo fundamental de nuestro actual sistema educativo es, oficialmente, formar en competencias (sustantivo del verbo competir). La cuestión va más allá de una simple especulación filosófica. Por favor, lean las publicaciones del Observatorio Crítico de la Realidad Educativa (OCRE) o de la Fundación Episteme, o los libros (cualquiera) de la toledana Olga García Fernández y el albaceteño Enrique Galindo Ferrández. Igual nos están dando gato por liebre en algo tan crucial para nuestro destino colectivo como la educación y ni nos estamos enterando. Igual el capitalismo planifica más de lo que pensábamos. Igual, si no estamos al loro, cuando queramos sacar otra vez las camisetas verdes sea demasiado tarde y ya no sirva para nada.


@CPuenteMadera