Bueno Kant, Kant, lo que se dice
Kant la verdad es que yo me lo perdí, porque el día (¿o fue el mes?) que lo
explicaron es que me lo pasé en la cafetería de la universidad… pero, en
cualquier caso, tampoco le veo yo tanta importancia al
patinazo del Rivera… el hombre tienen razón, vaya, si el Kant era tan
famoso e importante (parece ser) pues claro que vale cualquier libro que te
leas de él, algo sacarás. Es lo mismo que pasa con Cervantes, que no hace falta
que te leas ni el Quijote ni nada de nada, porque todo el mundo sabe que el
Cervantes era un crack, y chimpún.
Lo de meterse con el Rivera son
ganas de rizar el rizo… y, hablando de peinados, lo de Pablo Iglesias es lo
mismo. ¿Qué pasa? Se equivocó un poco el profesor universitario, ¿y qué? Además,
todo el mundo está agradecidísimo a estas meteduras de pata, porque así está
todo el país entretenidísimo con el asunto, aunque nadie se haya enterado con
profundidad qué opinaron estos candidatos sobre otros problemas más importantes.
Es más, yo diría que seguro que los dos son expertos en Kant y que lo hicieron
aposta, porque todo el mundo sabe ya que en realidad esto de los debates es un
espectáculo y que no tiene mucho que ver con la política de verdad. Unos
aplauden, otros abuchean, vaya, como en un ring de boxeo: exactamente igual
que los debates de las elecciones presidenciales estadounidenses. Cuantas más
meteduras de pata graciosas, más te siguen en las redes.
Un espectáculo, créanme. Y si no
que se lo digan a Izquierda Unida, a la que con 11
diputados y 1,7 millones de votos en las elecciones generales de 2011 y un
10,3% de votos en las europeas de hace dos años, no le dejan aparecer por
los debates. ¿Por qué? Pues está claro: porque, con la connivencia vergonzosa de
los partidos “emergentes” que se dicen regeneradores de la democracia, los
medios de comunicación (los poderes que los dirigen) han decidido silenciar,
eliminar, anular a Izquierda Unida y las candidaturas de Unidad Popular, no
dejarles participar en los debates, amordazar la boca de casi dos millones de
ciudadanos. ¿Por qué? Porque en la crisis más profunda que ha pasado nuestro
país desde hace décadas, cuando la desigualdad se ha disparado y la sociedad se
está bipolarizando, no interesa darle cancha a un partido que se reconoce de
izquierdas y que sigue diciendo que de verdad hay que cambiar el sistema, no
repintarlo.
El poder, con la calculadora y
las encuestas y sus estudios sociológicos y las declaraciones contradictorias de
Pablo Iglesias en la mano, ha comprobado que definitivamente se aleja
cualquier posibilidad de que Podemos pueda ser determinante en el futuro
político del país (porque si alguna influencia marginal ha de tener, no servirá
para cambiar las estructuras, como ya ha demostrado en comunidades y
ayuntamientos). Asegurado el cuarto puesto de Podemos, toca ahora emplear toda
la artillería mediática para impedir el crecimiento
que se estaba produciendo en el apoyo a las candidaturas de Unidad Popular,
haciéndolas desaparecer de los medios de comunicación, borrando
del mapa al candidato Alberto Garzón.
Una de las ideas centrales de
Kant como pensador es la del imperativo categórico: actuar como si desearas que
tu acción pueda servir de modelo para el comportamiento de toda la humanidad. Si
esta democracia siempre ha sido manifiestamente mejorable, si el poder y los
medios de comunicación han servido siempre a los mismos intereses, los
debates no demuestran sino una cosa: que ni Ciudadanos ni Podemos siguen el
imperativo kantiano y que, desde luego, no van a regenerar democráticamente
nada de nada.