sábado, 27 de octubre de 2018

Los “sufrimientos” de la Banca y el Tribunal $$upremo

(Imagen de Ferrán Martín)
Escándalo. Un nuevo escándalo, sin precedentes, ha sacudido en los últimos días la vida de este país de caciques y pandereta. Ya lo adelantábamos hace muy pocas semanas, nuestra Justicia huele a ciprés. Lo que ha ocurrido con el Tribunal Supremo con su sentencia en diferido sobre quién tiene que pagar los impuestos cuando se constituye una hipoteca es de sonrojo, vergüenza y pone de manifiesto quiénes son los que mandan en Españistán.

¡Qué poco dura la alegría en la casa del pobre! A finales de la semana pasada se constató un hecho irrefutable, ¡los teléfonos funcionan de “PM” en esta España que nos duele! Los banqueros tienen los móviles de los jueces... y los jueces los de los políticos. Pero estamos convencidos que los jueces no tienen el teléfono de ningún desahuciado. ¡Cuánta indignación!

Ha quedado muy claro que el Supremo no puede pisarle los callos a la banca porque se pone en peligro todo el tinglado y no solo los beneficios de tan insignes ladrones. Por si teníamos alguna duda, queda claro quien manda en este país; el IBEX 35 tiene en su mano todos los resortes del poder, capaz en un sólo día de hacer retroceder nada menos que al Tribunal Supremo por primera vez en su historia, tras anunciar a bombo y platillo una decisión que afectaba nada menos que a 8 millones de familias, sentando un precedente de descrédito del Alto Tribunal ante la ciudadanía difícil de subsanar. Tendremos que esperar hasta el 5 de noviembre para ver cómo arreglan o complican más este desorden judicial. Mientras tanto, los grandes banqueros siguen protegidos por los jueces y mimados por todos los gobiernos.

No olvidamos que, hasta hace muy poco tiempo, la codicia bancaria ha propiciado que se dieran hipotecas a personas insolventes, pensaban que la burbuja inmobiliaria no se pincharía nunca. Los dueños de los bancos, usureros y evasores, siguen y seguirán poniendo las condiciones de los préstamos hipotecarios sin que los ciudadanos y ciudadanas tengamos otra opción más que aceptarlas, como mucho la rebaja de alguna décima en el diferencial con el Euribor. Las condiciones restantes son durísimas, pues solo perjudican al usuario y benefician al banco. Ningún ciudadano puede ir al notario y decir que no le gustan o no quieren esas condiciones que le impone el banco, ni la entidad financiera acepta más cambio. Lo duro, como está pasando un día sí y otro también, es que los bancos te embargan, te quitan la casa, sigue la deuda pendiente, ellos venden el piso y la ciudadanía empobrecida no puede hacer nada.

Es un panorama muy triste y peligroso. La banca ultraprotegida por la Justicia española, lo que pone de manifiesto es que no tenemos una justicia independiente e igual para todos. Como decíamos hace unos pocos días, estamos ante una alta institución del Estado en la que se aprecia más la lealtad que el talento, donde no se promueve a los brillantes, sino a los más necios y aduladores; algo que es común a todas las dictaduras para blindar sus regímenes mediante "cadenas de amigos, conocidos y reconocidos”, y que habitualmente no fallan.

El problema del Tribunal Supremo actualmente ya ni siquiera puede medirse solo en términos de politización de sus miembros o de obediencia partidista. Eso es una explicación incompleta del gran problema al que nos enfrentamos. El Tribunal Supremo sufre de algo aún peor, sufre, salvo honrosas excepciones, de sumisión a los poderosos, de nepotismo y de amiguismo. Se ha convertido en un coto de familias judiciales y de individuos que se deben favores, el primero de ellos el de haber sido promovidos al puesto que se ocupa.

Recordamos que la tan denostada Constitución Española en su apartado primero del art. 117 destaca en primer lugar la legitimación democrática del Poder Judicial al señalar que "la justicia emana del pueblo". Es una concreción de lo dispuesto en el art 1.2 de la Constitución según el cual "la soberanía nacional reside en el pueblo español del que emanan los poderes del Estado". Pero hoy en día, nuestros poderes, legislativo, judicial y ejecutivo, están tan viciados, corruptos, desviados de sus cometidos, podridos hasta la médula, generan tanta ignominia, que es imposible que no queramos cambiar radicalmente todo esto. Por lo que se hace urgente y necesario que los ciudadanos y ciudadanas exijamos un proceso constituyente que permita reorientar esta maldita deriva que llevamos, luchando por una auténtica regeneración democrática.

Si esto no cambia de arriba a abajo, mucho nos tememos que en pocos días la placa del monumental edificio de la Plaza de la Villa de París tendrá que poner un nuevo nombre : Tribunal “Santander” Supremo. ¿Lo vamos a consentir?




domingo, 21 de octubre de 2018

¡FUERA CASAS DE APUESTAS!

El juego, la apuesta a partir del azar, probablemente ha existido desde el comienzo de la humanidad. En la prehistoria ya se jugaba a las tabas. Griegos y romanos jugaban a los dados. Las barajas son habituales en Europa desde la Edad Media. Y la lotería existe en España desde 1763. Pero lo de ahora es una auténtica epidemia, en el sentido estricto de “enfermedad” social que pone en peligro la salud pública. Las casas de juego crecen como las malas hierbas. En Albacete ya hay más de treinta. Muchas se encuentran situadas en el entorno de centros escolares; por ejemplo, el IES Ramón y Cajal tiene una prácticamente enfrente, y la mayor concentración escolar de la ciudad (Colegio Ana Sotos, IES Andrés de Vandelvira, IES Don Bosco, Universidad Laboral…) tiene otra a un tiro de piedra. En Castilla-La Mancha funcionan unas doscientas cincuenta, y la Consejería de Hacienda resolvió el pasado 26 de septiembre autorizar la apertura de diez establecimientos más, entre ellos uno en Madrigueras y otro en Villamalea. Al concurso de adjudicación se presentaron sesenta y siete solicitudes. Parece claro que especular con la incertidumbre de los más vulnerables es uno de los grandes chollos de este siglo.
Porque, en efecto, el sector del juego mueve en España cerca de 40.000 millones de euros, de los cuales 11.000 corresponden al juego “on line”, según el último Anuario de la Fundación Codere y la Universidad Carlos III, y el negocio crece al ritmo de un 10% anual. A todo ello habría que sumar los 103 millones de euros que las empresas del sector gastan en publicidad, entre otras cosas para pagar a estrellas del deporte como Juan Carlos Navarro, Cristiano Ronaldo, Neymar, Piqué…. o el “adorable” Rafa Nadal, referente predilecto de nuestra juventud y mascarón de proa de la “marca” España.
Y todo ello a pesar de que, desde hace décadas, innumerables informes científicos y académicos vienen advirtiendo de los perniciosos efectos de esta modalidad de adicción sin drogas en los individuos, las familias y la sociedad en general. Al respecto, los estudios coinciden en que el juego patológico resulta especialmente demoledor entre los sectores de población psicológica y socialmente más frágiles. Así ocurre, por ejemplo, con los adolescentes. Cada vez son más los chicos/as que se “enganchan” a las apuestas “on line”, experimentan dependencia psicológica, desarrollan trastornos obsesivos, fracasan en los estudios y acaban sintiéndose frustrados como personas. Por otra parte, resulta evidente que la crisis y los recortes han provocado en amplios sectores de la clase trabajadora una desesperación que muchas veces conduce a buscar salidas falsas, cuando no autodestructivas, como es el caso del juego.
La respuesta de las administraciones ante un problema de esta magnitud está resultando excesivamente tibia, cuando no insidiosamente hipócrita, entre otras cosas porque la principal casa de apuestas de nuestro país es la Sociedad de Loterías y Apuestas del Estado y la Hacienda pública ingresa todos los años un buen pico por los impuestos al sector, y eso a pesar de que Montoro echó más leña al fuego de las ludopatías rebajando cinco puntos la fiscalidad del juego en internet. Aunque algo se mueve, afortunadamente, desde el punto de vista político. El acuerdo de Presupuestos Generales para 2019 firmado entre el gobierno y Unidos Podemos prevé regular la publicidad de las casas de apuestas y fomentar campañas de “información y prevención”. Veremos si la “caverna política y mediática” lo permite. También en algunos ayuntamientos, como el de Albacete, se han aprobado mociones que persiguen objetivos similares, si bien las administraciones locales no tienen competencias directas sobre este tipo de actividades.
Ahora bien, si una organización ha destacado en la lucha (por tierra, mar y aire) contra las casas de juego, ésa ha sido la Unión de Juventudes Comunistas. Además, lo ha hecho con una profundidad ideológica impecable, denunciado el efecto de las políticas neoliberales en el crecimiento monstruoso de esta patología social. Desde este Puente Madera queremos daros las gracias y felicitaros por la campaña ¡Fuera casas de apuestas de nuestros barrios! Ánimo, y siempre adelante. No hace falta decir que tenéis “un mundo entero que ganar”.






domingo, 14 de octubre de 2018

¡¡QUE ME PACTO LA CAJA!!

Se oyen rebuznos bajo las banderas. Es muy posible que la cosa no sea tan mala entonces. Dice Casado que el PSOE ha entregado el gobierno en un cuarto oscuro a Unidos-Podemos. Seguramente Casado no recuerde cuando en su partido hablaban catalán en la intimidad y según su teoría, entregaron el gobierno a los independentistas, a los mismos a los que hoy les quieren ilegalizar su partido. Y entonces sí fue en cuarto oscuro, pues nunca supimos (luego lo sufrimos, eso sí) qué se había pactado, a diferencia de lo de hoy.

De entre las banderas vuelve a salir lo de Venezuela… ¿no se les cae la cara de vergüenza? Nos asusta pensar lo tontos que nos creen… ¿o acaso se dirigen a un público tonto? En fin, el público pensará, … mejor partirnos la caja con estas cosas.

Dicen que en Europa no va a gustar (y por si se les pasa por alto, Casado ya ha hecho un llamamiento de auxilio para que se haga lo que dice él y no el gobierno de España). Y esto de Europa, a base de manirla y usarla siempre a conveniencia de los mismos, a la gente le acabará por cansar, deberíamos ser más prudentes. ¿A Europa? Bueno, a la gente (de Europa) le va a encantar, porque son medidas que aportan mejor calidad de vida a esa gente. A los grandes capitales (de Europa… América, África, Asia y Oceanía, que hoy el capital no conoce de geografía) es posible que no tanto; que mejore la calidad de vida de la gente les distorsiona sus planes concebidos para el desarrollo de su propia economía. Europa, es pues un concepto del que se está haciendo un mal uso, que se puede acabar volviendo en contra de sus países en vez de ser un marco de apoyo y crecimiento, si siempre el crecimiento es para los mismos capitales, y migajas, en el mejor de los casos, para la ciudadanía.

España basa su política en mayorías, y hoy, hay la que hay, con sus glorias (que ya no tengamos una cleptocracia es algo impagable, por ejemplo) y sus limitaciones (un grupo demasiado heterogéneo). Las negociaciones son siempre complejas. En cada partido se ha discutido todo, y cuando alguien pacta algo, supone aceptar algo a lo que tu gente previamente ha dicho no. Tomar y ceder.

Pero que a alguien que piense en el bien común le caiga mal el revertir copagos farmacéuticos, ortoprotésicos, dietéticos y de transporte no urgente, y crear una comisión para avanzar en desprivatizaciones, solo se puede ver porque ve peligrar el negocio de los amigos y familiares a costa de la salud de la gente.

Que a alguien que piense en el bien común le caiga mal el que se mejoren las prestaciones a las personas dependientes o a jubilados y jubiladas, que mejore el salario mínimo… solo puede deberse a quienes le preocupan más los muy grandes bolsillos a costa de los más pequeños. Se trata de mirarse en el espejo de aquellos países del norte de Europa que tanto hemos elogiado siempre.

¿Que no se puede sostener? Bueno, si se pretende seguir haciendo más pobres a los pobres y la clase media, y más ricos a los ricos, no claro. Pero si se dispone de una política redistributiva que aumente en lógica la riqueza general y no la de solo un puñado, seguramente sí. Y claro, claro, ya lo hemos dicho, lo mismo a esa Europa de los capitales, la cosa no les hace gracia.

Cuando se negocia en política, siempre se habla de “tragarse algún sapo” o “dejarse pelos en la gatera” para referirse a aquellas cosas a las que se renuncia por sacar otras. Las hay, y nos duele que no hayan salido para adelante. Si bien es cierto que el pacto le da un buen palo a la Ley de Reforma laboral del PP, se queda corto. Como corto se queda con las mordazas conservadoras, con las políticas de vivienda o con el tema de la cooperación internacional y políticas migratorias. En fin, había los mimbres que había, y con ellos no se ha hecho un mal cesto.

Ahora les toca a quienes nacieron para mirarse el ombligo, pensar si van a ser capaces de tener una concepción holística o no. De lo que hagan, y de los futuros gobiernos que pueda haber, va a depender mucho que haya marcos de diálogo y sensatez, o vueltas a los monólogos de besugos. Vivimos momentos políticos complejos, pero cruciales.






















viernes, 5 de octubre de 2018

¿Qué Justicia tenemos?

¿Se acuerdan de aquel chiste de Groucho Marx que decía?: “Cuando se producen conductas irregulares que no se ajustan a la legalidad o a la ética, es natural que la sociedad reaccione. Afortunadamente vivimos en un Estado de derecho, y cualquier actuación censurable deberá ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley. La Justicia es igual para todos”. ¡Jajajajaja, qué bueno,... no paramos de reír!... ¡Anda la cabra, hemos metido la pata hasta el fondo!... ¡No era ningún chiste!... Es una frase solemne pronunciada por el rey emérito en su discurso a todo el país en la Navidad del año 2011. Lo dijo tan plácidamente, sin despeinarse, no se le movió ni la corona ni la cartera. Pedimos disculpas por traer a colación este dislate, porque con lo que está cayendo en los últimos años, no deja de ser un mal chiste macabro recordar algo que es falso.

El Caso Noos, donde el propio fiscal protege y defiende a la Infanta y a toda la casa real, la condena de la madre que compró pañales con una tarjeta bancaria que se encontró en la calle, los titiriteros y twiteros perseguidos, el procesamiento de Willy Toledo por blasfemia, Valtonyc condenado a prisión por sus letras raperas, el encarcelamiento de activistas sociales como Alfon o Andrés Bódalo, el montaje sin precedentes de la agresión de Alsasua, el deleznable voto particular del juez Ricardo González en la violación de La Manada, la financiación mafiosa del Partido Popular y de CIU,… y así podríamos seguir enumerando casos y casos que ponen de manifiesto que en este país la Justicia no es igual para todos, aunque lo diga el mataelefantes, su guacho o el olvidado Rubalcaba, ex-ministro pesoísta.

La guinda a este despropósito la ha puesto el Tribunal Supremo, hace pocos días, rechazando investigar el falso máster de Pablo Casado, dejando en el olvido uno de los mayores casos de corrupción en la universidad pública española. Con este amargo panorama, afirmar que la Justicia es igual para todos, además de resultar ofensivo es una gran mentira.

Lo que nadie puede negar es que una gran parte de la carrera judicial, por origen, formación, acceso e ideología, es ultraconservadora, descendiente del franquismo y muy cercana al Opus Dei, que no ha pasado por la llamada Transición y no se ha integrado en la democracia. Una mayoría oligárquica que es laxa a la hora de aplicar e interpretar las leyes cuando se trata de “hacer justicia” con los delincuentes que ostentan cargos públicos o con las élites del capital. Ya lo dijo Carlos Lesmes, presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, que la Ley de Enjuiciamiento Criminal “está pensada para el robagallinas, no para el gran defraudador”. Entonces, ¿qué Justicia tenemos? ¿Igual para todos? ¡Y un pijo! Llamemos a las cosas por su nombre, estamos en un sistema clientelar que ampara a muchos delincuentes de guante blanco y persigue ferozmente a los antisistema, imponiéndoles medidas desorbitadas.

Luego que nadie se sorprenda por lo que pensamos la ciudadanía de la Justicia en España. Uno de los últimos informes de la Comisión Europea indica que un 58% de los españoles y españolas percibimos que la Justicia en nuestro país es “mala” (39%) o “muy mala” (19%), lo que supone que solo dos de los 28 países de la Unión Europea están peor que nosotros: Bulgaria y Eslovaquia. En ese estudio, se pone de manifiesto que la percepción popular es que a nuestra justicia le falta independencia, fundamentalmente por las presiones e interferencias políticas del Gobierno de turno. Es un hecho incuestionable que el Tribunal Constitucional, el Consejo General del Poder Judicial, la Fiscalía General del Estado, órganos constitucionales con importantes funciones jurisdiccionales, son sin duda alguna percibidos por la mayoría de la población como correas de transmisión de intereses de otros poderes. Todo el mundo sabe que cuanto más alto se llega en el poder judicial menos es por mérito y capacidad, y más por ser acomodaticio con los inquilinos del Palacio de la Moncloa.

Por lo que está ocurriendo en los últimos años, ni la justicia emana del pueblo ni tiene independencia. La administración judicial depende jerárquicamente de lo político, entendiendo esto por los intereses inconfesables de los partidos que se han ido turnando en el poder ejecutivo del país, en un régimen infectado de corrupción, de espaldas y a veces enfrentado a la mayoría de las ciudadanas y ciudadanos de nuestra querida España.

Nos llena de tristeza saber que el actual marco constitucional impide la autonomía del poder judicial y es, por tanto, incapaz de garantizar la separación de poderes y la igualdad de todas las personas ante la ley, por lo que se debería revertir esta situación (proceso constituyente) y configurar un poder judicial independiente, al servicio del pueblo y de la justicia igualitaria. Mientras esto no ocurra seguiremos pensando, tristemente, que tenemos una justicia elitista, voluntarista, patriarcal, machista, ajena a la realidad social e implacable con el débil pero laxa con el poderoso.

¿Es esta la Justicia que merecemos? ¡¡¡Estamos convencidos que NO!!!