domingo, 26 de noviembre de 2017

MANUAL DE PATRIOTISMO PARA PATRIOTEROS

No hace falta decir, pues salta a la vista se mire por donde se mire, que últimamente venimos padeciendo una severa inflación de patriotismo que no se producía desde el “glorioso” (por los cojones) Alzamiento. Pues bien, antes de que las banderas, banderines y banderolas de los balcones sean sustituidos por los papánoeles cocacolos anunciadores del consumismo navideño, nos gustaría ofrecer una serie de sencillas y humildes recomendaciones a los nacionalistas nacionales:
  1. Si de verdad amáis tanto la patria, teniendo en cuenta que esta palabra literalmente alude a la tierra en que vivieron y murieron nuestros padres (y madres), deberíais reclamar inmediatamente la exhumación de los más de 100.000 compatriotas que desde la guerra permanecen en zanjas y cunetas como si fueran alimañas. España no puede, no debe seguir siendo una fosa común durante más tiempo.
  2. Si de verdad amáis tanto la patria, no consintáis que ninguna potencia extranjera mantenga bases en suelo nacional. Os esperamos en las manifestaciones para gritar “¡OTAN no, bases fuera!”. España no puede ser el patio trasero de ningún otro país.
  3. Si de verdad amáis tanto la patria, recordad, y recordad a quienes os rodean, que se sostiene mediante impuestos, y que cualquier elusión o evasión fiscal es un acto de traición. Recordadlo también cuando vayáis a votar por si tenéis la tentación de hacerlo por algún partido que haya decretado alguna amnistía fiscal para beneficiar a los evasores. España no está en un banco suizo, o en una sociedad de las Bahamas, o en la caja de seguridad del banco de la esquina.
  4. Si de verdad amáis tanto la patria, no aceptéis que una llamada telefónica emitida desde Alemania imponga a nuestros gobiernos reformas clandestinas de la constitución que antepongan el pago de la deuda al pago de las pensiones de nuestros mayores. Es decir, oponeos con todas vuestras fuerzas a los partidos que apoyaron o apoyan la reforma del artículo 135. España no puede sacrificar a su población más vulnerable en el altar del capitalismo más salvaje.
  5. Si de verdad amáis tanto la patria, no debéis votar a partidos corruptos que han financiado sus campañas con sobornos y han esquilmado los recursos públicos con su rapacidad. España no puede ser el botín de nadie.
  6. Si de verdad amáis tanto la patria, defended con uñas y dientes lo público; es decir, lo del pueblo; o sea, lo que es de la nación, de toda la nación, no de unos pocos privilegiados. Dicho de otro modo, oponeos a todas las privatizaciones, externalizaciones, conciertos y demás artimañas usadas por los denominados “partidos del régimen” para vender los servicios públicos al mejor (o peor) postor. España es lo que tenemos en común, no lo que disfrutamos en privado.
  7. Si de verdad amáis tanto la patria, deberíais considerar que sólo la libre aceptación del contrato social que somos como país garantiza una unión real y duradera. El artículo 155 garantiza la unidad jurídica del estado pero provoca su ruptura desde el punto de vista emocional y político. No estamos más unidos los catalanes y el resto de españoles desde que se aplicó. España no puede ser un “trágala”.
  8. Si de verdad amáis tanto la patria, no podéis tolerar que la jefatura del estado dependa de las leyes de Mendel, en vez de la voluntad popular. Os esperamos en las manifestaciones del 14 de abril. España no puede ser el coto de ninguna dinastía.
  9. Si de verdad amáis tanto la patria, no le pongáis límites, no cerréis las ventanas, no levantéis murallas, no sembréis nuestras fronteras de concertinas. Somos porque los demás son. El mundo es un tejido y nosotros formamos parte de él. Nos necesitan y los necesitamos. España no puede ser un castillo, ni una jaula.
  10. Si de verdad amáis tanto la patria, y no queréis pecar de patrioteros, en fin, haced lo que queráis, pero os sugerimos que no la manoseéis tanto, no la sobéis, no la utilicéis de forma oportunista, ni para agredir a los que no comulgan con vuestras doctrinas. España no es ninguna “falsa moneda”, ni tampoco un arma arrojadiza.
Y ya.







domingo, 19 de noviembre de 2017

Polariza, que algo queda



Malos tiempos para la razón. Malos tiempos para el razonar. Malos tiempos para que, intentando dar argumentos, se ocupen unos segundos o unas líneas más de lo que lleva extender una bandera en un balcón, soltar un improperio o compartir un meme.
Que Rajoy se ha convertido en una máquina de fabricar independentistas, ya nadie lo duda. Viene de lejos y ahora se ha puesto el modo turbo. Que los independentistas son factorías de derechización, tampoco parece ofrecer discusión.

El PP viene (viene, sigue y va) de una corrupción insufrible y escandalosa; y en el independentismo, hubo quienes hasta tuvieron que cambiar el nombre, porque el clásico atufaba a robo y desvergüenza.


¿Por qué no retroalimentarse los unos a los otros? Además, de no subir unos, lo harán los cercanos, que siempre harán de palmeros. Ciudadanos ha encontrado el chollo de lo que le va cayendo. Los Hernandos, Maíllos, Aguirres y Albioles, dejan taponado el escape de votos hacia la extrema derecha. En Cataluña, la CUP le pide a Mas que designe con su dedo y proclame quién será el líder que guiará la trascendental misión para la que han venido al mundo, y la gente de ERC, se sienta bajo el árbol mientras otros mueven las ramas. Mucho ruido, pocas palabras; mucha bandera y pocos argumentos. ¡Todos ganan!

Los diarios, las televisiones, las radios, internet y los memes (obsérvese que lo colocamos ya como parte de un todo que es la transmisión de la información que crea opinión), estaban llamados a estar colapsados por el caso Lezo, las declaraciones de Francisco Correa, la evolución del caso Gürtel, la Púnica, el 3%, los Pujol… Pero no, todo eso ha quedado tapado, ha pasado a un segundo plano. Colguemos y saquemos aquellas banderas que permanecieron bien guardadas (o pendientes de fabricar en China) cuando las empresas se derrumbaban, los puestos de trabajo se perdían a miles diariamente, cuando mucha gente perdía sus casas, cuando se pasan los inviernos sin calefacción, cuando Educación y Sanidad pública se desvanecían, cuando entre todos volvíamos a hacer ricos a los banqueros, etc. etc.


Lo sabemos, volver a hablar del tema… ¿es hacerles el juego? Les era obvio: planteado el asunto, resulta ineludible no abordarlo ni meterse de lleno en él (aquí estamos, una vez más, y van…). Resumiendo, que la maniobra es redonda:  se tapa la porquería que les inunda y se atraen los votos a los polos.  Ahora queda empezar a restregar cómo quien no se polariza, pierde respaldo social. Lo de siempre, vamos. Pero, en fin, volvemos a hacernos la promesa. Queden (en principio) tranquilos y tranquilas, que en lo que nos toca, en lo sucesivo intentaremos seguir ahondando en cómo Albacete se convirtió en potencia mundial gracias a la pesca y el comercio del salmón.


domingo, 12 de noviembre de 2017

Niños yunteros


Nuestro mundo es hijo de la esperanza y del sufrimiento, de la lucha y el esfuerzo y la inteligencia, pero también de la explotación y la crueldad. Entre las crueldades que nos parecen más indignas sobresalen casi siempre aquellas que padecen los niños.
Niños y niñas de occidente y del resto del mundo levantaron sobre sus débiles hombros el mundo que nació en Europa durante la Revolución Industrial y que, con la fuerza del fusil, se extendió al resto del planeta gracias al colonialismo y el imperialismo capitalista.
En la Europa de 1842, la del esplendor de la burguesía, la niña Sara Gooder, de ocho años, trabajaba catorce horas en las minas inglesas. Un tercio de los obreros ingleses, como media, eran niños y niñas.
En España, la primera legislación efectiva prohibiendo el trabajo a menores de diez años se aprobó en 1900. Hasta ese momento, exceptuando la fugaz e insuficiente legislación de la I República, niños de seis u ocho años podían trabajar jornadas sin límite horario en cualquier sector, en la minería, la industria, la agricultura… A partir de 1900 era todavía legal que un niño de once años trabajara once horas en la industria o la agricultura.
El libro editado por José Mª Borrás Llop, El trabajo infantil en España (1700-1950), contiene diferentes estudios que remueven las entrañas, además de impresionar por la seriedad concienzuda de los historiadores españoles que se han ocupado de la triste vida de los niños (nuestros abuelos y sus mayores) en esos siglos. Niños en las minas de azufre de Murcia y Hellín, descritos en 1886 como “criaturas de seis y ocho años, agobiadas de continuo con diez o doce horas diarias de rudo penosísimo trabajo… las excesivas cargas (unos 20 kg) han sido transportadas por niños anémicos, sobre sus costillas, caminando con el cuerpo encorvado por tortuosas galerías (…) parecen antes espectros que hermanos de los hombres…”. Uno de esos espectros acarreaba más de 1.000 kg de mineral en un día.
Niños que en 1914 son admitidos para trabajar en las minas de Peñarroya por los médicos, que certifican: “admisible, o mejor dicho, aprovechable, es organismo raquítico, cargado de espaldas, anémico por paludismo…”.
Jóvenes cuyas tallas, en toda Europa, descienden durante la Revolución Industrial debido a la explotación laboral y la miseria. Niños de las minas de azufre de Hellín que, a principios del siglo XX, miden de media 1,60 cm, diez centímetros menos que las tallas de los estudiantes, quienes normalmente provenían de familias pudientes.
Niños africanos explotados por Europa, como Mark Twain describió con amarga ironía en su Soliloquio del Rey Leopoldo, explicando cómo Bélgica llevaba a cabo el genocidio de la población del Congo, incluyendo a sus niños, para explotar el caucho y otros cultivos.
Y a Mark Twain le siguieron muchos, muchos maestros, alguno tan singular como otro niño trabajador, muerto en la cárcel. Ese niño, luego poeta, escribió que sufría con el hambre del niño yuntero, el que tiraba hambriento del arado en la España de principios del siglo XX. Miguel Hernández, el niño pastor y poeta, muerto en las cárceles franquistas, no pudo sufrir viendo cómo a finales del siglo XX las grandes multinacionales empleaban a niños en sus fábricas de países empobrecidos.
Hoy, a principios del siglo XXI, no tenemos niños yunteros en España, ni niños mineros. Pero, además de la lacerante pobreza que sufren los menores en muchos hogares españoles, tenemos a jóvenes de 16 años en adelante que no pueden votar, pero sí pueden trabajar en condiciones de precariedad absoluta y sueldos irrisorios, y que si siguen así nunca, nunca, podrán llegar a ser adultos independientes ni ancianos con pensiones dignas, pues laboralmente sus condiciones son peores que las de sus padres.
Niños, niñas, jóvenes españoles del siglo XXI: preguntaos por qué tenéis que estar condenados a la precariedad y la explotación… y si encontráis la respuesta, estaréis más cerca de encontrar la solución.




viernes, 3 de noviembre de 2017

La Educación Pública: silencios y falsos pactos

En las últimas semanas en España se está perpetrando un ataque a lo Público, a lo de todos y todas, por parte del gobierno del Partido Popular, que está siendo silenciado por el conflicto catalán. Las banderas y las vísceras están tapando todo lo relacionado con el devenir de la Educación Pública, un pilar básico y fundamental para el avance social de la ciudadanía, que sigue olvidada y maltratada por Rajoy y sus afines.


El reprobado ministro Montoro ha enviado a las instituciones europeas su previsión de gasto público en Educación para 2018. Se alcanza el mínimo histórico, el 3,8% del PIB será la cifra de la vergüenza, pasando esta barbaridad desapercibida entre la DUI, el 155 y el enfrentamiento sin diálogo en Cataluña. Se constata, una vez más, que se profundiza en la austeridad, que la Educación Pública no es una prioridad, ni una inversión de futuro para el gobierno del PP, muy al contrario es un gasto a recortar. Atacar a la Educación Pública es atacar la convivencia y la cohesión social en nuestro país, un ataque a la mayoría social y a las clases trabajadoras que somos las principales beneficiarias de su existencia. Este desolador panorama de reducir la inversión en Educación va a producir mayor exclusión social, desigualdad y una fractura alarmante en la equidad.

Mientras los recortes educativos se consolidan y avanzan, con el silencio más que sospechoso de la mayoría de los medios de comunicación, la contrarreforma educativa elitista y segregadora de la LOMCE sigue su curso, con un escenario social de aumento descomunal de la desigualdad, que hace imposible un falso “Pacto de Estado por la Educación”, trabajándose en la actualidad en la Subcomisión del Congreso de los Diputados, que únicamente quiere una ligera capa de barniz a la Ley Wert, para que el sistema educativo siga lastrado por la desigualdad, el mercantilismo y la falta de inversión en la Educación Pública, no abordando los problemas estructurales educativos.

Después de casi un centenar de comparecencias en la subcomisión parlamentaria, flota en el ambiente un cierre en falso de sus trabajos, pariendo próximamente un oportunista pacto político entre el PP y sus fieles aliados, dando recetas cosméticas y consensuando, entre unos pocos, medidas técnicas que no van al fondo del retroceso educativo en nuestro país, donde la ignorancia y la manipulación de la ciudadanía seguirán siendo las señas de identidad un sistema educativo retrógrado y caduco.
No nos sirve un pequeño arreglo, el objetivo no puede ser un pacto educativo a cualquier precio. La idea fundamental es lograr un Pacto Social por la Educación, que vaya más allá de un pacto entre partidos políticos, que sea ante todo un pacto con la Comunidad Educativa garantizando el derecho a la educación, poniendo en el centro a la Escuela Pública.

Las movilizaciones sindicales, de la Marea Verde y de toda la comunidad educativa de estos últimos años contra los recortes educativos han sido muy importantes, pero no se han quedado en unas numerosas reivindicaciones en la calle y en los centros educativos, también se han elaborado propuestas y alternativas en el “Documento de bases para una Ley Educativa”, suscrito por más de cuarenta organizaciones sociales y políticas, a las que este humilde colectivo se suma.

El “Documento de bases para una Ley Educativa” es un trabajo riguroso y serio, donde se indica que el Pacto Social y Educativo solo será posible si se piensa en el bien común, no en el mercado. No se puede pactar renunciando a la igualdad y la equidad, cediendo frente a quienes prefieren una determinada excelencia para unos pocos. No se puede pactar renunciar a la libertad de conciencia, frente a la imposición del dogma y la religión en la escuela. No se puede renunciar en ningún pacto a una escuela pública, democrática, participativa, que trata de conseguir la equidad para todos y todas, en la que su alumnado desarrolle el pensamiento con libertad y de una forma crítica y la educación sea un derecho universal. Debemos partir, por tanto, para poder llegar a un Pacto Educativo de unas ideas comunes o consensos de mínimos en torno a la educación como un bien común, un derecho básico y que solo se puede garantizar para todos y todas en una educación pública. Después de la falta de consenso que consiguió la LOMCE y el acuerdo que consiguió su derogación, debemos trabajar por un “pacto” desde abajo con las fuerzas políticas progresistas y con los sectores de la comunidad educativa que defiendan este consenso.

Nuestro modelo educativo, que también es el de mucha gente, se basa en una escuela democrática, inclusiva, laica, pluricultural, para la vida, no competitiva, ecológica, adaptada al contexto social y que potencie el conocimiento abierto y compartido. Modelo que debe venir recogido en ese verdadero pacto educativo, en el que se recoja la inversión del 7% del PIB para la educación, garantizado constitucionalmente como suelo de gasto. 
Nuestra clase política debe dar respuesta a estos retos educativos. El silencio, la desidia, el olvido y un falso pacto educativo no nos sirve.


La Educación Publica se defiende, gobierne quien gobierne”. ¡La lucha sigue!