sábado, 31 de diciembre de 2022

ADIÓS 2022, BIENVENIDO 2023


Se acaba el año, se nos va ya 2022, un año que si echamos la vista atrás, parece haber tenido más de 365 días.

Comenzamos el año celebrando la victoria de Boric en Chile, por fin volvían a abrirse las grandes alamedas y por ellas siguen caminando; mientras tanto la vieja Europa parecía revolverse bajo el manto de la OTAN o mejor, bajo el mando de EE.UU., vimos cómo estallaba una guerra en Europa, según algunos la primera desde el fin de la segunda guerra mundial, seguramente se perdieron las clases de historia donde se explicó la guerra de Yugoslavia, olvidándose además, de que esta guerra lleva 7 años en marcha.

Todavía no nos habíamos recuperado de la crisis del covid cuando nos vimos envueltos en el envío de miles de millones en armas a esa guerra, en la que aparentemente no nos jugamos nada, pero que está provocando la mayor inflación de los últimos años, subidas de precios que hacen que muchas familias no puedan afrontar la cesta de la compra y mucho menos pagar la calefacción o la gasolina que se han convertido en un arma más de guerra.

Se nos va el año más caluroso en España (desde que existen registros claro), tuvimos que aprender a sobrevivir en un verano en el que pasamos de una ola de calor a otra, pero obviamente en nada de esto tiene la culpa el cambio climático, porque el cambio climático son los padres.

Se termina el año en que un día nos despertamos y supimos que, a pesar de las resoluciones internacionales, Sánchez había decidido que el Sáhara era marroquí. ¿Favores qué pagar, miedo al espionaje? Nos da igual, seguiremos reclamando la libre determinación del pueblo saharaui.

Se acaba el año en el que el poder judicial se interpuso en el camino del poder legislativo, fíjense, nosotros que pensábamos que el pueblo era soberano y que gobernaba a través de sus representantes en el congreso. Pues parece que no, que son los jueces (con mandatos caducados) quienes deciden sobre qué se legisla o sobre qué no… mal precedente se sienta con esto… Como diría cierto sabio, “Tiempos oscuros y difíciles nos aguardan. Pronto deberemos elegir entre lo que es correcto y lo que es fácil”.

Se acaba el año en el que parecía que EE.UU. iba a la quiebra en enero y que en diciembre volvía a ser el amo y señor del mundo, con el beneplácito de China que espera paciente a estar preparada para tomar su lugar. Se acaba el año en el que la Unión Europea demostró que no es capaz de tomar sus propias decisiones, o mejor dicho, que toma las decisiones a conveniencia del Tío Sam, aunque eso sea ir en contra de sus propios intereses y sobre todo en detrimento de la vida de los ciudadanos.

Se acaba el año en el que murió la reina de Inglaterra (una pena que nombrasen sucesor, podría ser el año en que Inglaterra se convirtiera en República y con lo que nos gusta imitar a los ingleses igual hasta teníamos suerte…), pero nos importan más las 48 mujeres que han sido asesinadas este año, 11 de ellas en los últimos días.

Debería haber sido el año, o la legislatura, en la que las políticas feministas y de izquierdas ayudarán de forma real a acabar con este virus que nos está matando, que va matando a cuenta gotas a mujeres, por ser eso, mujeres. No queremos decir con esto que el ministerio de igualdad no haga nada, por supuesto que no, solo, que quizá esperábamos más políticas activas que ayuden a acabar con la violencia de género que sufren las mujeres en este país, aunque algunos se empeñen en negarlo.

Se va todo eso y llega un año nuevo, con otros 365 días que queremos creer llegan llenos de esperanza, de nuevos comienzos, de nuevas oportunidades, de hacer todo aquello que se quedó en el tintero. Llega 2023 y esperamos que sea el año en el que por fin tengamos una presidenta del gobierno gracias a la unión de todas las izquierdas, el año en que las asesinadas pasen a ser 0, el año en que la igualdad social sea una realidad, donde el pleno empleo sea la hoja de ruta, donde se recupere la lucha de clases y por qué no, donde podamos volver a celebrar que España es una República.

¡Feliz y combativo año a todas y todos!


@CPuenteMadera



domingo, 11 de diciembre de 2022

A VUELTAS CON LA CONSTITUCIÓN


Van ya 44 años de Constitución y algunos y algunas aún siguen llegando ¡al fin! a ella. Les cuesta, y mucho, pero cuando lo hacen, llegan con la fe del converso, como si la hubiesen escrito ellos y ellas y dicen defenderla a capa y espada. Mira que en los 20 años que va a cumplir este Colectivo hemos escrito ya unas cuantas veces sobre ella y podríamos decir que casi cualquiera de los artículos valdría para ser publicado hoy: el inmovilismo que hay en torno a la Carta Magna es de tal calibre que da para eso. Recordamos siempre aquellos tiempos en que salían coches de las sedes, compartidos incluso a veces por miembros de UCD, PSOE o PCE para ir a explicar al último rincón las bondades del nuevo marco legislativo. Era cosa de todos y todas, se tenía claro. Bueno, casi de todos y todas, porque poca gente de AP (el PP de entonces) se podía ver empujando, y sí mucha poniendo palos en las ruedas. Por ello ahora resulta simplemente “simpático”, por decir algo, escuchar a ciertos políticos hablar como si la hubieran parido y tratar de impedir que se le toque una coma. Normal, llegan 44 años tarde y para ellos debe ser lo más moderno de lo moderno. Hablamos del PP, porque Vox, tiene una política preconstitucional y debería lavarse la boca con jabón antes y después de mentarla.

Y es que aquella Constitución, con la que se hicieron grandes concesiones por unos lados y otros (por unos más que por otros) para que al final fuese una base sobre la que legislar, a la que unos y otros les hubiera gustado diferente en algunas cuestiones, pero que venía siendo útil, aquella Constitución, decimos, recoge las maneras de ser actualizada. Esos mecanismos han sido usados en dos ocasiones: una para cumplir con la posibilidad del sufragio de extranjeros en elecciones municipales según Tratado de Maastrchit y otra, realizada de modo unilateral por PSOE y PP, que rompieron así el llamado proceso constitucional, para “garantizar estabilidad presupuestaria” que, en el fondo y especialmente en la forma fue duramente criticada en la calle y por todas las fuerzas políticas al margen.

La cosa es que la constitución es anticonstitucional. Permítasenos el juego de palabras para explicar que, aunque se dice que todos somos iguales, luego se desdice y explica que no, que un español, rey nacido en Roma, o una reina de Psyjikó y su familia, no lo son, como tampoco los políticos y magistrados. Tampoco es igual ser varón que mujer. Se permite al Senado un papel de cementerio de elefantes para pago de servicios y hay cuestiones que, dada la voracidad de las multinacionales, deberían ser aún más consagradas y blindadas: la atención a la dependencia, la sanidad pública y las pensiones.

Hoy por hoy, el mayor favor que se le puede hacer a la Constitución es exprimir lo que de bueno tiene: la igualdad, el derecho al trabajo, el derecho a la vivienda… y por supuesto, activar sus mecanismos de cambio.

@CPuenteMadera