lunes, 31 de octubre de 2022

GANÓ LULA, GANÓ LA ESPERANZA


El pasado 2 de octubre, se celebraron entre otras las Elecciones Presidenciales, al Congreso y al Senado en Brasil. No pintaron bien para Lula que no obtuvo el porcentaje suficiente como para ser declarado Presidente y ha habido que recurrir al llamado balotaje, en el que ya las elecciones solo tienen dos candidatos. Pero lo peor sería que el partido de Bolsonaro, tendrá mayoría en el Congreso con 96 escaños. La Cámara baja tiene 513 actas, pero Lula tendría que hablar con decenas de partidos con representación, la mayoría de la derecha. Alguna alegría hubo: fueron elegidas dos indígenas y las primeras diputadas trans; si bien, el Parlamento y Senado quedan lejos de ser representativos del país, pues son muy mayoritariamente masculino y blanco (y muy conservador).

Llegó la segunda vuelta y había que elegir entre Lula o Bolsonaro. Era la elección entre la esperanza de un Brasil con mayor justicia social o continuar con el fascismo que sirve a los poderosos, a los que fomentan que en la mayor potencia económica de toda Latinoamérica todavía haya zonas con hambre, y que, en lo más profundo de sus extensísimas selvas, aún haya trabajadores y trabajadoras en condición de esclavitud, sí de esclavitud, como suena.

A Lula Brasil le debía una y grande. Había sido apartado del poder que ganó democráticamente por un tribunal cuyos miembros estaban todos imputados. Pasó 580 días (más de un año y medio) en la cárcel, enviado por dicho tribunal y por un juez que luego ha sido declarado parcial e incompetente, anulándose la condena. ¿Se tomó alguna medida con dicho juez? Sí, Bolsonaro lo nombró ministro como premio a los servicios prestados.

Lo verdaderamente triste de este mundo que estamos viviendo es que estas cosas no escandalizan, no hacen que mucha gente se plantee absolutamente nada y que Bolsonaro haya sacado un porcentaje muy elevado de votos.

Si en la primavera de 2018, cuando un Lula de 72 años empezaba a cumplir su injusta condena de 12 años nos hubieran dicho que ganaría un tercer mandato, nadie lo habríamos creído.

Las encuestas (Julio Anguita solía decir que las encuestas son siempre parte del arsenal propagandísticos de los grandes partidos) daban ya para las elecciones del 2 de octubre una mayoría a Lula, pero lo cierto es que para estos partidos fascistas siempre suele haber un voto oculto, provocado por la vergüenza que a mucha gente provoca reconocer que votarán a este tipo de gente.

Para que nos hagamos una idea de cómo estaba el patio: el día anterior de las elecciones, una diputada de Bolsonaro persiguió a punta de pistola a un periodista negro.

En fin, no lo va a tener fácil, pero Lula supone el regreso de la esperanza, de la luz. Ganó el modelo presidencial más generoso y solidario. Y José Mujica ya avisa: “A Lula lo van a criticar por poco radical desde la izquierda. Y de la derecha lo van a criticar por populista". Ojalá y en su país y resto del mundo, hagamos la justicia que se merece y tenga nuestro apoyo. Ahora, le toca remangarse y seguir luchando, entre otras muchas cosas por aquel sueño que transmitió cuando llegó por primera vez a la presidencia: Dar de comer a unos 40 millones de brasileños, un porcentaje elevadísimo de la población que está hambrienta o desnutrida, conseguir que no haya un solo brasileño sin desayunar, sin comer y sin cenar… Cuando todos coman, habré cumplido mi misión en la vida, dijo.



@CPuenteMadera




sábado, 15 de octubre de 2022

REDUCIR EL GASTO MILITAR, PREPARAR LA PAZ

 

Esto no para. La guerra de Ucrania sigue. Putin amenaza con su arsenal nuclear. Un Borrell desmelenado promete la aniquilación del ejército ruso. Y la Unión Europea, incluyendo España, se embarca en una carrera armamentística que, aquí entre nosotros, ¡recuerda tanto a la “paz armada” previa a la I Guerra Mundial!

Ante tal paroxismo belicista, parece legítimo plantear en voz alta una serie de preguntas: ¿por qué nuestros gobiernos envían tanques, misiles y munición al pueblo ucraniano y no a los palestinos y saharauis, que también se encuentran en régimen de ocupación? ¿Por qué a la OTAN le preocupa el autoritarismo ruso y no el de Hungría, Polonia, Turquía o ahora Italia, que se encuentran dentro de sus fronteras? ¿Es realmente necesario aumentar el presupuesto militar para hacer frente al expansionismo ruso? ¿Quién está haciendo negocio con esta guerra? Porque, como ya advirtió Unamuno en 1898, la guerra siempre es una oportunidad para que gentes sin escrúpulos hagan negocio.

Hagamos cuentas. Según el prestigioso Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, solo el presupuesto militar de EEUU en 2021 (801.000 millones de dólares) multiplica por más de doce el de Rusia (65.900 millones de dólares). A ello habría que añadir los presupuestos de otros países de la OTAN como el Reino Unido (68.400), Alemania (56.000), Francia (40.900)... De manera que, en términos borrellianos, ¿cuántas veces podemos aniquilar a los rusos ya mismo y sin pestañear? ¿Quince veces? ¿Veinte? ¿Cuántas veces hace falta borrarlos del mapa? En serio, las cuentas no nos salen. No terminamos de entender la necesidad de derrochar más pasta en instrumentos para la muerte.

Entre otras cosas, porque necesitamos urgentemente esos recursos para conservar y fomentar la vida. Según la mencionada institución sueca, este año el gasto militar mundial va a superar por primera vez los 2 billones de dólares (así, con “b” de burro, o de bestia), es decir, 7,5 veces más de lo que la FAO considera necesario para erradicar el hambre del planeta (267.000 millones de dólares anuales durante 15 años). Dicho de otro modo, con una reducción del presupuesto militar de en torno a un 13% la humanidad podría evitar, por ejemplo, que cada cinco segundos muera un niño o niña por desnutrición o enfermedades fácilmente prevenibles o curables. Y no queremos ser utópicos. No queremos ni soñar con la desaparición de las armas y los ejércitos; de verdad, no somos tan ingenuos: ¡aún nos quedarían 1.733.000.000.000 dólares para seguir jugando a matarnos y llenar los bolsillos de las industrias de la guerra!

En relación con España, el proceso está siendo muy similar. A fin de cuentas, no dejamos de ser una colonia de EEUU. Según el Centro Delás de Estudios por la Paz (cuenta Danilo Albin en el diario Público, 11-10-2022), nuestro gobierno va a gastar el año que viene en Defensa 27.163 millones de euros, es decir, 75,7 millones de euros diarios; es decir, más que nunca. Con diferencia. Con mucha diferencia. Y nuevamente nos preguntamos: ¿realmente es esa nuestra prioridad? En un país con un 27,8% de la población residente en riesgo de pobreza o exclusión social (Encuesta Condiciones de Vida 2021 del INE), con interminables listas de espera en atención primaria, con los hospitales medio desbordados, con las aulas saturadas, con miles de ancianos esperando ayudas de dependencia, con infinidad de personas necesitadas de apoyo psicológico, con los pueblos vaciándose, con los montes ardiendo en verano por falta de cuidados, con un patrimonio histórico-artístico gigantesco que deberíamos restaurar o rehabilitar ya mismo para no perderlo para siempre…, ¿de verdad que lo que nos urge es disparar (nunca mejor dicho) el presupuesto militar?

Llamadnos blandengues, pero este humilde colectivo piensa que no. La máxima aquella de “si vis pacem, para bellum” (si quieres la paz, prepara la guerra) es más falsa que el beso de Judas. Si preparamos paella para comer, para comer tendremos paella. Si preparamos concienzuda y meticulosamente la guerra, acabaremos teniendo guerra, como tantas otras veces ha ocurrido a lo largo de la historia con la aplicación de esa doctrina. No, queridos lectores, queridas lectoras, debemos preparar la paz. Ya mismo. Sin demora, Por nosotros, pero sobre todo por los que vienen detrás. Como escribió Blas de Otero: “Paz. Para el hombre. Paz. Para el aire. Madre. Paz.”

 

@CPuenteMadera


domingo, 2 de octubre de 2022

#ERROR404: izquierdanotfound


Imagen de Jaume Perich ("El Perich")

Octubre 1922, el fascismo gobierna en Italia, Octubre 2022, 100 años, una guerra mundial, un holocausto, una constitución democrática y cientos de derechos sociales alcanzados después, vuelve a gobernar el fascismo en Italia.

De nuevo la ultraderecha coge fuerza en Europa y va calando en la sociedad con la ayuda y el beneplácito de los poderes fácticos, de una prensa que lleva años blanqueando ideologías y partidos que de hecho defienden ideas contrarias a los derechos humanos.

Otra vez el caballo negro del fascismo comienza desde Italia a recorrer Europa y nadie se libra de su sombra. Parece como si, una vez desaparecida la generación de quienes lucharon contra ellos y alcanzaron las libertades y derechos básicos, nos hubiéramos olvidado de cuánto costó alcanzarlos y qué significaría perderlos. Como si los hijos de estos estuviesen condenados a ver a sus propios hijos cometer los viejos errores destruyendo todo aquello que construyeron.

Como la historia y las crisis capitalistas, ¿serán las ideologías de extrema derecha algo cíclico? O ¿será el resurgimiento de los neofascismos la consecuencia de que la izquierda no haya sabido dar respuesta a los problemas y las necesidades de una generación crecida entre crisis, desesperada, cada vez más cabreada y decepcionada?

Los resultados de las elecciones italianas deberían ser una llamada de atención, algo no se está haciendo bien, la izquierda tiene que despertar, y ya llega tarde. No está sabiendo llegar a la clase trabajadora, no está sabiendo escuchar y responder a esa generación cabreada, se está olvidando que al fascismo no se le discute, se le combate.

Parémonos a observar la historia, aprendamos de ella, dejemos discusiones dialécticas a un lado, bajémonos de los púlpitos, volvamos a nuestro lugar natural: la calle, la gente. Escuchemos, construyamos, demos respuesta a las necesidades de la clase trabajadora desde la igualdad, pero rápido, el tiempo se agota y el fantasma del fascismo acecha, reforcemos la izquierda, reencontremos la izquierda de verdad, la que sabe dar respuesta a la gente, nos va a hacer falta.


@CPuenteMadera