sábado, 30 de enero de 2021

LA INSOPORTABLE LEVEDAD DE LA LOMLOE


Bueno, a todo esto, la LOMCE ha muerto y la LOMLOE ha nacido. En fin, deberíamos estar contentos. Hemos combatido el engendro de Wert por tierra, mar y aire, pero esta nueva norma jurídica de nombre algo grouchesco (Ley Orgánica de Modificación de la Ley Orgánica Educativa) no termina de enamorarnos. Nos deja un poco fríos; o sea, no es lo que esperábamos de un gobierno que se reivindica progresista y tal y tal.

Porque, claro, la nueva ley contiene algunos avances, como no podía ser de otra manera. Por ejemplo, a partir de ahora no se subvencionarán los centros privados que segreguen por sexo, la religión ya no contará para la media del expediente académico, los Consejos Escolares recuperan funciones y dejan de ser consultivos… Todo eso está bien, pero nos sabe a poco. Mejor dicho, a muy poco. A nuestro juicio, en su afán por no irritar demasiado a la Conferencia Episcopal y a la patronal de la escuela concertada, la socialista Isabel Celaá, con la aquiescencia de Unidas Podemos, ha elaborado una reforma educativa timorata e insípida que defrauda a propios y no evita el paroxismo de quienes jamás dan un paso atrás en la defensa de sus privilegios.

Ya puestos a cambiar las cosas y generar un sistema educativo verdaderamente democrático, ¿por qué no denunciar los acuerdos con el Vaticano, sacar la catequesis de las aulas y situar las creencias de una vez por todas en el ámbito de lo privado, como hicieron hace más de cien años otras naciones de nuestro entorno? ¿Y por qué no diseñar un plan razonable de extinción de unos conciertos educativos que solo sirven para agrandar las desigualdades sociales? ¿A qué estamos esperando? ¿Quién sino un ejecutivo de izquierdas va a dar esos pasos imprescindibles para la mejora de la educación pública? ¿Abascal? ¿Casado? ¿Page?

Además, la nueva ley deja muchas cuestiones pendientes. Ni siquiera menciona la reducción de ratios, de modo que las medidas de inclusión se quedan en papel mojado, cuando no empapado. No avanza en la coordinación entre materias, así que, por ejemplo, los alumnos/as seguirán estudiando a la vez El Lazarillo en Literatura y el nazismo en Historia, con la consiguiente fragmentación de su todavía tierno disco duro mental. No plantea una revisión de los contenidos para evitar duplicidades, que a veces son muy graves, y para ajustarlos a los tiempos escolares reales. No potencia las humanidades ni recupera materias como el Latín y el Griego, que seguirán perdidas en una maraña de optatividades para infinita desgracia de nuestra memoria colectiva como civilización…

Pero lo peor no es eso. Lo peor es que la LOMLOE sigue inyectando el letal veneno del neoliberalismo en las venas del sistema educativo. Lo hace de forma sutil, mediante un discurso pedagógico tan apetitoso como la manzana de Blancanieves. La idea es que el conocimiento es algo secundario, porque a fin de cuentas ya está todo en internet. Así que lo verdaderamente importante es adquirir ciertas habilidades o destrezas (nótese la similitud con el campo del adiestramiento de mascotas) vinculadas a una serie de competencias (sustantivo del verbo competir) que permitan al alumnado adaptarse a las demandas del mercado laboral. Y ahí está la trampa ideológica, porque el sistema educativo no debe ser una fábrica de mano de obra barata para las empresas, sino un espacio para la transmisión cultural y el cultivo de la inteligencia. Sin conocimiento, puede haber pensamientos (me apetece un bocadillo de mortadela, me gusta el fútbol, mi mamá me mima…), pero no pensamiento (estructura intelectual que nos permite interpretar el mundo y ser conscientes de, por ejemplo, nuestra pertenencia a una clase social). Sin cultura, somos átomos inconexos. Con cultura, somos sociedad. ¿Se entiende ahora por qué tanto empeño en descafeinar los contenidos y enfatizar los procedimientos? ¿Se entiende por qué los grandes bancos y las grandes corporaciones se desviven por meter el hocico en los diferentes ámbitos educativos? Finalmente, ¿se entiende por qué, aunque en general apoyamos a este gobierno, no soportamos la levedad e inconsistencia de la LOMLOE?



@CPuenteMadera



sábado, 23 de enero de 2021

NO LO PIDAS POR AMAZON



Así, a bote pronto, si un producto no puede ser llevado hasta tu puerta por Amazon, parece que el producto no existe… o que, miserable de él, no merece existir. La comodidad, nuestra comodidad conformista, hace que pidamos a Amazon libros que tiene la librería de la esquina, aparatos que tiene la tienda de la otra esquina, juguetes de la juguetería de nuestro vecino… y cuando hacemos esto, hacemos más rico a uno de los hombres más ricos del mundo, Jeff Bezos, y hacemos más grande a una de las empresas más grandes del mundo… y al tiempo obligamos al cierre a las pequeñas empresas de nuestro entorno, en las que trabajan nuestros vecinos, los que compran el pan en la panadería de nuestra esquina.

Amazon anunció ayer que va a hacer que la “tasa Google” la paguen las empresas que venden a través de su plataforma, incluyendo a miles de pymes. El objetivo de la “tasa Google” es que, en plena crisis provocada por la pandemia, las grandes empresas relacionadas con la tecnología de internet y el comercio electrónico paguen un impuesto del 3%. Es decir, que los más ricos y más poderosos ayuden un poco a todos los demás, a aquellos de quienes proviene su riqueza, sin dejar de ser por ello desmesuradamente ricos. Pero Amazon ha dicho que ese 3% lo pagarán los pequeños, no ella. En España, Amazon aplicará esta política a unas 9.000 empresas.

La “tasa Google” ha sido aprobada por el Parlamento Europeo y comenzada a aplicar por distintos gobiernos, entre ellos el español. Es fruto de muchos años de estudio de las instituciones europeas, de muchos tira y afloja, de muchas presiones y muchas resistencias. Es el fruto, que podría ser más jugoso, de una decisión democrática de una institución que no es precisamente de extrema izquierda.

Conciudadanos: no compren en Amazon. Compren a las empresas españolas o internacionales directamente, pues casi siempre es posible, también por internet. Compren en el comercio de proximidad, y si tienen que hacerlo por internet no hagan solo un clic, pulsen una segunda vez y encontrarán el enlace a la página web original de las empresas que realmente producen y venden lo que ustedes quieren. Algunas están muy cerca, cerquísima, en su misma calle; casi todas las otras ya tienen la forma de distribuir sus productos. Y, por cierto, no te cobrarán ese 3% adicional que Amazon va a repercutir en sus productos.

Hace unas semanas apuntábamos el eco mundial que encontró el libro“Contra Amazon”, de Jorge Carrión. Estaba centrado en la defensa de la cultura del libro, la librería y a biblioteca, y alcanzó una repercusión global solamente acallada por el ruido de la devastadora pandemia. Su libro se ha convertido en un manifiesto contra ese gigante que todo lo devora, incluyendo las disposiciones de instituciones democráticas. Amazon es enorme, poderoso, aparentemente invencible… pero tiene un punto flaco: necesita que tú hagas clic. Por favor, si necesitas algo, piénsalo un segundo, y si tienes que comprarlo por internet, haz clic dos veces: por el bien de todos, no te lo pidas por Amazon.

@CPuenteMadera



domingo, 17 de enero de 2021

JUNTOS, PERO NO REVUELTOS

En el marco del mandato constitucional, el 7 de enero de 2020, el Congreso otorgó la confianza a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, y PSOE y Unidas Podemos (UP) acordaron formar un Gobierno de coalición que acabaría publicándose en el BOE el 13 de enero. Era el primer gobierno de coalición en la nueva era democrática española y la cosa, hay que decirlo, se prometía compleja. A ello, habría que asumir la presión de los poderes sociales más retrógrados y los económicos más ultracapitalistas, que, si bien tradicionalmente coaliciones similares han gobernado Ayuntamientos y Comunidades sin mayores distensiones que los propios de una coalición desde la izquierda, ahora su oposición la plantean como cuestión obsesivamente enfermiza.

Y si la cosa de que Unidas Podemos (UP) gobernase con el PSOE, un partido del que se dice que gobierna como se hace sonar un violín (se toma con la izquierda pero se toca con la derecha), se prometía compleja el 13 de enero, podemos imaginar cómo se puso el asunto apenas unas semanas después cuando llegó lo que llegó. Apretar fiscalmente a quienes más tienen para no dejar atrás a quienes tienen menos, en estos momentos no era ya una opción, sino una necesidad. Pero la cosa se complicaba aún más: si el PSOE empezaba a renunciar ya a su programa electoral y sus promesas, ¡como para pedirle que asuma el de UP!

Y claro, así las cosas, las chispas empiezan a saltar por doquier. En otros tiempos, siempre hubo fuerte discusión en el apoyo a la monarquía (PSOE) versus apuesta por la república (UP). Ahora el asunto no es ese. Ahora la discusión es el apoyo a una rancia monarquía abiertamente cleptocrática o una democracia: no es de recibo apoyar la monarquía pese a sus desmanes en base a los informes de los letrados del Congreso, para cuando poco después estos permiten las tesis de UP, cambiar de criterio para seguir apoyando la corrupción de esta institución.

Tampoco ayudó mucho las reticencias al aumento de un vergonzoso salario mínimo y a los que que ya se han anunciado para el futuro.

¡Qué decir del control del mercado eléctrico! ¡Cómo abordar el asunto del coste descomunal ante el que millones de españoles y españolas se enfrentan cuando desde los Consejos de Dirección de las eléctricas se están pagando millonadas a exdirigentes “socialistas”!

¿Hablamos de la reforma laboral? jajajajaj ¿Hablamos de las relaciones con la Jerarquía Católica? Jajajajaaj. ¿Hablamos de la nueva Ley de Alquileres y el empeño del PSOE en un modelo que está demostrando ser obsoleto en países vecinos?... en realidad, la cosa es para pocas risas.

Entonces, la pregunta es obvia ¿Por qué continuar en coalición? Bien, por un lado, se han conseguido o se está a punto de conseguir interesantes cosas de calado: Ley de eutanasia, Ley Orgánica de Garantía Integral de Libertad Sexual (sólo sí es sí), ERTES, ingreso mínimo vital, nueva ley de educación, presupuestos, mayores inversiones y mejoras en el ámbito de la dependencia, aumento y mejoras en las becas universitarias, cambios sobre las políticas de desahucios…, y sí, muchas seguramente exageradas para socialistas y cortas para UP, pero interesantes. Y otra pregunta que cabría hacerse es ¿y no se podría conseguir eso sin estar dentro del Gobierno, apoyando lo que se estime desde fuera? Para quien conoce la política desde dentro, no siempre es igual. A veces conviene demostrar que se sabe gestionar y no solo hacer de pepito grillo (en otros momentos no es conveniente) ¿Habrían salido las cosas que han salido, por poner un ejemplo, si la ministra Yolanda Díaz no hubiera estado físicamente presente y con machacona voz en el gabinete? Posiblemente no. Pero todo está lleno de claroscuros. La experiencia marca que este tipo de coaliciones acaban con ninguneos del grande al chico y con rodillo sobre el pequeño en las siguientes elecciones. Y eso es duro de digerir. Hay lo que hay. Como en tantas ocasiones, nos acordamos de Julio Anguita y cuando comentaba sobre la gente que le gritaba ¡dales caña Julio! ¡no permitas esos precios de “la luz”, Julio! Y él les contestaba: ¿y tú a quien has votado? …porque claro, con 35 escaños, la cosa da para lo que da.

Y esa cosa está en que si se piensa qué hubiera sido de la mayoría de la gente de este país si nos pilla la pandemia con un gobierno de los que existen y sirven por y para quienes más tienen, la decisión es clara. Si se mira a un lado y se ve y se oye rugir el trogloditismo más feroz, la decisión es clara. Pero cuando se mira al otro y llegan los eméritos hedores, las reticencias a adoptar medidas básicas necesarias para quienes más lo necesitan, el acomodo a las injusticias del sistema… se pasa de todo por la cabeza.

  

@CPuenteMadera

 

jueves, 7 de enero de 2021

A propósito de las vacunas

  (Imagen de Juan Ramón Mora)

 

En plena vorágine del inicio de la campaña de vacunación contra la COVID-19, queremos romper una lanza a favor de las vacunas, pues son una de las herramientas preventivas más importantes de la historia de la humanidad, ya que salvan vidas evitando enfermedades y sus complicaciones. Las vacunas frente a la COVID-19 aprobadas por las Agencias Reguladoras de Medicamentos cumplen con las características fundamentales que permiten su aplicación a la población. Estamos convencidos que dichas agencias trabajan con rigor y responsabilidad, para asegurar que todos los medicamentos o productos sanitarios cumplan con los estándares de calidad, seguridad y eficacia. Creemos que la rapidez en el desarrollo de las vacunas anticovid no compromete dicha seguridad. Los avances han sido posibles gracias a la priorización del esfuerzo y el trabajo conjunto de todos los implicados: científicos, administraciones públicas, agencias reguladoras y fabricantes de vacunas.

El dato está ahí, el 90% de la población no ha pasado la COVID-19, por lo que aún hay muchas personas susceptibles de infectarse, y por ello las vacunas son necesarias para protegernos. Es irrefutable que la vacunación protege a la persona vacunada y también, indirectamente, al resto de la población. Cuantas más personas se vacunen, menor probabilidad habrá de que la ciudadanía más vulnerable contacte con el virus. Vacunarse es un acto solidario y responsable, además de una acción individual que resolverá un problema global. Solo venceremos al virus si apostamos por la perspectiva comunitaria. La vacunación es una gran inversión en salud que dará un respiro al sistema sanitario, conteniendo el gasto tan necesario como importante, que ha supuesto esta pandemia. Las vacunas ayudarán a mejorar la asistencia de otras enfermedades agudas y crónicas, es decir, minimizarán los efectos indirectos de la COVID-19. La vacunación de todas las poblaciones frente a la COVID-19 es el camino más rápido para poner fin a la pandemia.

Pero ante este panorama, no es que haya que vacunar los festivos, hay que hacerlo las 24 horas del día, los 7 días de la semana. La emergencia sanitaria lo requiere. Pero para eso hay que pagar a sanitarios, tener refrigerantes,… y no tirar el dinero en banderas y otras cuestiones menores. Hablamos de vidas.

Y qué decir de los antivacunas y sus bulos que consciente e inconscientemente se difunden día a día por las redes sociales, con el apoyo de muchos descerebrados de la ultraderecha. El rechazar las vacunas es una amenaza para la salud mundial, tal y como ha advertido la OMS en varios de sus informes, pero el problema no está en una sana desconfianza a la industria farmacéutica, a las vacunas y sus efectos secundarios, que los hay. El problema es que esa sana desconfianza se está utilizando para generar rechazo frontal a la vacuna. El único camino es la vacunación porque si no esta pandemia puede durar años con todas las consecuencias que ya conocemos sobradamente. A pesar de todo recomendamos no discutir con los antivacunas. Resulta inútil. Se inventan los datos y enlazan argumentos irracionales porque necesitan desesperadamente sentirse superiores al común de los mortales. Lo mejor es recomendarles un buen psicólogo.

Creemos que la única solución es información, transparencia, transparencia y más transparencia. Pero aun así, deberíamos reflexionar como sociedad por qué se está cultivando la paradoja de que en plena sociedad del conocimiento haya tanta gente considerando la ciencia como una opción cuando es la única opción, a menos que queramos caer en la irracionalidad.

Una vacunación que debe ser voluntaria y sin ningún tipo de registro de las personas que la rechazan. Comprobaremos que a medida que la gente se vaya vacunando y vea que no pasa nada, aumentará el apoyo a la vacunación y sus detractores irán disminuyendo. Hacer obligatoria la vacuna contra la COVID-19 sólo alimentará teorías conspirativas y recelo, sería contraproducente y crearía un problema donde no lo hay.

Por último, esperamos que los Magos de Oriente hayan sido generosos con nuestros lectores, y a nuestra clase política les hayan regalado una buena carga de racionalidad, generosidad y unión de esfuerzos para combatir esta maldita pandemia…, nuestro futuro va en ello.

¡Salud!

 

@CPuenteMadera






                  

viernes, 1 de enero de 2021

HOLA, SOY EL 2021


 Hola, soy vuestro año 2021.

¿Cómo estáis, terrícolas en general y españolitos/as en particular? ¿Os habéis levantado con resaca? ¿Vais a necesitar un lavado de estómago para desatascar todo lo que cenasteis? Si es así, a mí no me echéis la culpa, que yo solo he venido cumpliendo órdenes.

Es más, como no quiero que terminéis aborreciéndome e insultándome despiadadamente, como habéis hecho con mi colega el 2020, os voy a dejar elegir vuestro destino durante los próximos doce meses. El cliente manda: ¿no dicen eso?

Pues ¡al ataque! Empecemos por lo más inminente: la pandemia. Podréis elegir entre seguir estrictamente las normas sanitarias y vacunaros cuando os toque, o montaros fiestukis con los colegas y hacer caso a los lunáticos que dicen que os van a meter un “chis” en las venas para convertiros en robots. Fijaos qué guay.

Al respecto, podréis fortalecer vuestro sistema público de salud, que atiende a todo el mundo sin pedir nada a cambio, o seguir privatizando o externalizando la sanidad para que las compañías hagan caja. Y lo mismo para la educación y los servicios sociales.

Más cosas. En relación con la corrupción de vuestro ex monarca campechano, también os ofrezco dos opciones: que lo reclaméis para que ofrezca explicaciones ante los tribunales y ante la sede de la soberanía nacional, o que le permitáis permanecer huido bajo la protección de una teocracia islamista. Si optáis por esto último, luego aclaráis cómo le vais a explicar a vuestros hijos/as que no se roba, que no se miente y que una persona íntegra siempre responde de sus hechos.

El pasado año fueron asesinadas cuarenta y tres mujeres por sus parejas o exparejas. Ya van 1076 desde el 2003. Os permito que profundicéis en las políticas contra la violencia de género, o que la neguéis circunscribiéndola al ámbito doméstico, como hacía la dictadura franquista. En la misma línea, podréis seguir garantizando los derechos reproductivos de las mujeres o volver a los abortos clandestinos. Lo que queráis. Y podréis mantener y ampliar los derechos de la comunidad LGTBI o volver a considerarlos desviados, enfermos, pervertidos… En el Congreso ya tenéis un grupo parlamentario que propone aplicarles tratamientos psiquiátricos para salvarlos del pecado y del consiguiente infierno. O sea que…

Coméis porque una legión de temporeros/as se desloma en vuestros campos y se recuece en vuestros invernaderos. Os ofrezco tratarlos como seres humanos o como esclavos, aunque reconozco que esto último es económicamente más rentable. Y, venga, ya que estamos hablando de las relaciones norte-sur, en vuestras manos está promover proyectos de cooperación internacional y establecer vías seguras para las personas solicitantes de asilo, o levantar vallas cada vez más altas y mirar hacia otro lado mientras se ahogan miles de personas en las mismas aguas que bañan vuestras playas. Es decir, tendréis que elegir entre compartir vuestra riqueza o cimentar vuestro bienestar en el sufrimiento ajeno. Qué bien, ¿verdad?

Y, bueno, os dejaré decidir muchas cosas más. Casi todo. Por ejemplo, si defendéis el derecho internacional y el cumplimiento de las resoluciones de la ONU, o seguís permitiendo que pueblos como el palestino o el saharaui sean expoliados y masacrados por sus potencias ocupantes. Vosotros veréis. Yo ni entro ni salgo. También tendréis que ver si fomentáis una cultura de la paz basada en la equidad y la justicia o seguís vendiendo armas a gobiernos criminales. Y si queréis legar un planeta habitable a las próximas generaciones o mantendréis un sistema económico incompatible con la vida como es el capitalismo. Y, ojo, no vale abstenerse.

En resumen, este año vais a ser los putos amos. Como siempre. Porque realmente yo no existo. No soy nada. O, mejor dicho, soy vosotros/as. Y el 2021 será el resultado de vuestras acciones y de vuestras omisiones. Recordadlo dentro de 365 días antes de mencionar a mi santa madre o mandarme a recibir por mi intangible trasero.

¿Queda claro, guapis?

Pues, nada. Ya me contaréis.

Y, por cierto, ¡feliz año! Os quiero.



@CPuenteMadera