Artículo publicado en el diario "La Verdad" (Edición Albacete). 06-09-2012
Sostiene cierta campaña publicitaria que sin toros no hay
feria. La cosa tiene mandanga, porque de ser verdad nuestro ancestral rito de
paso agrícola sufriría una extraordinaria convulsión. Para empezar, la
tradicional cabalgata debería transformarse en un encierro. En ese caso, quizá
el pueblo valoraría mucho que los miembros de la corporación, al menos los
protaurinos, saliesen delante de los morlacos y no detrás de la comitiva, como sucede
actualmente. Acabado el recorrido, nuestra alcaldesa no procedería a abrir la
Puerta de Hierros, sino que entraría a matar la cerradura utilizando la llave a
manera de estoque. Lo cierto es que no nos cuesta imaginar a su cohorte de
banderilleros celebrando el lance con un olé flojito y dubitativo.
Si nuestra
feria realmente dependiese de los toros, desde luego tendrían que cambiar
muchas cosas. Habría que sustituir los bocadillos de guarrilla por los de rabo
de astado, con el peligro de que algún chispado pudiese atragantarse, y, quién
sabe, el plato de jamón y queso, por el de criadillas. Los ya tradicionales
gorros de paja darían paso a las monteras, mucho más difíciles de apilar sobre
la cabeza sin perder el equilibrio. En la caseta de Magisterio se dejaría de bailar
manchegas para bailar pasodobles, y en el resto la banda de Pozohondo
desbancaría a los 40 principales. Ningún ámbito escaparía a esa hipotética
feria torera. Los padres tendrían que llevar a sus nenes a ver una corrida en
vez de montarlos en los caballitos, y luego feriarles un cuerno o un capote, en
lugar del típico juguetillo adquirido en los círculos interiores. Las tómbolas
animarían a la concurrencia anunciando, qué alegría y qué alboroto, la entrega
de otro torito piloto. Y los redondeles pasarían a denominarse ruedos.
Sí, desde
luego que el eslogan publicitario es un engendro kafkiano y, además, un chiste
siniestro, porque identifica los toros, es decir, la muerte ritualizada de un
animal, con la feria, o sea, la vida, la diversión, el reencuentro, el
intercambio, la celebración de la amistad... Pero también es cierto que nuestra
feria es como una gran arena donde se exhiben los pormenores y las incidencias
de nuestro devenir colectivo. Puestos a
seguir con la metáfora taurina, a nadie se le oculta que este año el respetable, o sea, los ciudadanos, anda
más quemado que la pipa un indio y parece dispuesto a tomar la alternativa y a emitir
sonoramente su veredicto sobre los diestros, nunca mejor dicho, que nos
gobiernan. ¿Cuál será el resultado? ¿Ondearán los pañuelos ante el cierre de
guarderías, cocinas municipales, Centro de la Paz, invernadero, Centro de Medicina
Deportiva, Casa de la Solidaridad… o predominarán los pitos y los abucheos?
¿Sacarán en hombros a los responsables del mayor rejonazo sobre los servicios
públicos que se recuerde? ¿Qué trofeos otorgarán a quienes se empeñan en dar la
puntilla al estado del bienestar y, como nos descuidemos, a la misma
democracia?
En fin, durante
los próximos días visitarán Albacete miles y miles de personas procedentes de
las más diversas geografías. Las peñas (perdón, queremos decir los diferentes
colectivos que canalizan la contestación ciudadana ante la acción destructora
de las distintas administraciones actuales) no pueden dejar pasar la ocasión de
utilizar la feria como altavoz para expresarse públicamente, exponer sus
reivindicaciones y mostrar que existen otras formas más justas y más solidarias
de lidiar con la crisis. Por eso, desde nuestra humilde tribuna, queremos hacer
un llamamiento a nuestros paisanos para que participen en las acciones de la
Plataforma Provincial en Defensa de lo Público, de la Asamblea en Defensa de la
Educación Pública y de cuantas organizaciones convoquen actos de protesta
contra las políticas actuales y los políticos que las perpetran o las
consienten.
Porque como
no hagamos nada, como optemos por la suerte de don Tancredo, como les dejemos a
nuestros gobernantes rematar la faena, dejarán Albacete, Castilla-La Mancha y
España, no lo duden, para el arrastre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario