¡Oh, sí! ¡Viva Grecia! Viva ese pequeño y atormentado
rincón de Europa en el que hace 2500 años nació ni más ni menos que la Razón.
Si la razón, es decir, el pensamiento científico difundido a través del diálogo,
no hubiese sido sobrepasada unos cuantos siglos después por el pensamiento
mágico y el
dogmatismo fanático de las religiones monoteístas, sin duda nos habríamos
ahorrado un buen puñado de inquisidores y talibanes. Nos habríamos ahorrado, y
nos seguiríamos ahorrando, muchas víctimas. En estos días, desde luego, todos
somos Charlie Hebdo, pero también somos los judíos y los moros abrasados en
la hoguera, los escritores prohibidos, las mujeres arrinconadas por todas las
iglesias, los
gays y lesbianas insultados a diario por las jerarquías, los niños y los
jóvenes entontecidos por las supersticiones, los
teólogos de la liberación condenados al silencio…
En
efecto, el dulce nombre de Grecia nos evoca todo lo mejor que somos. Hoy,
cuando desesperadamente reclamamos democracia real, conviene reconocer que el
primer lugar del mundo en el que el pueblo habló,
decidió y gobernó fue Atenas. Hoy, cuando parece que estamos asaltando los
cielos porque celebramos asambleas al aire libre, quizá sea justo recordar que
la Asamblea ateniense se reunía en el ágora unas cuarenta veces al año y que
sus decisiones tenían carácter legislativo. Y hoy, cuando cualquier persona
honrada se echa las manos a la cabeza ante la decisión de María Dolores de
Cospedal de suprimir
las retribuciones de los diputados regionales y convertir la actividad
política en coto de caciques y ricachones, parece oportuno acordarse de que
hace veinticinco siglos los atenienses establecieron la retribución a los
cargos públicos como única forma de que el pueblo estuviese presente en las
instituciones de la polis. Bueno…, y ya sabemos que aquella democracia no era
perfecta, pero ¿acaso lo es la nuestra? En tiempos de Pericles, las mujeres ya
podían acudir a las asambleas e intervenir en ellas: ¿adónde podría haber
llegado aquel modelo si no hubiese sido reventado por los intereses de las
oligarquías y las rivalidades de las ciudades-estado?
En
fin… ¡Viva Grecia! ¡Viva Syriza!
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