La suerte está echada. Si alguien
tenía algunas dudas sobre el comportamiento del “nuevo” partido Ciudadanos, se
le habrán disipado. En Albacete gobernará
en minoría el Partido Popular por obra y gracia de su marca blanca, con
sede en Barcelona. Para este viaje no se necesitaban tantas alforjas, pues el
partido de Carmen Picazo y Arturo Gotor, con sus tres abstenciones y un voto en
blanco calculados, ha propiciado que siga gobernando en nuestra capital lo
viejo, lo caduco, quienes han recortado en personal y en servicios públicos
municipales, los
fieles seguidores de Cospedal para regir nuestros destinos desde la
altanería y la prepotencia.
La sangre no ha llegado al río,
ha sido más que fácil llegar al pacto entre los dos partidos de la derecha de
Albacete, algo que muchos de nosotros intuíamos antes de celebrarse las
elecciones locales. Nos cuesta creer lo comprometido por ambas partes.
Según algunos medios de comunicación, tendremos dos concejales de urbanismo en el
Ayuntamiento de Albacete, el oficial, que nombrará Javier Cuenca, y el que
desde la sombra lo supervisará todo, el señor arquitecto número dos de
Ciudadanos, quien se preocupará más por los intereses de los especuladores que
por los problemas de la gente de a píe, de los
maltratados por este maldito sistema. La verdad es que si fuera cierta esta
supervisión, sería algo más que surrealista este acuerdo de la derecha.
¡Qué maravilla para Albacete es
este pacto PP-Ciudadanos!
En los próximos cuatro años
tendremos más de lo mismo, azul y naranja fusionados para lograr un rancio
gris oscuro que gravitará sobre la ciudad de mayor población de Castilla-La
Mancha. Las máscaras de regeneración democrática, que llevaba el partido
Ciudadanos, han caído. ¿Tomará alguien nota para las elecciones generales de
noviembre?
Detrás del emergente partido de
la derecha, la tercera pata del banco que apuntala
al denostado bipartidismo, solo hay un rostro joven pero con las mismas
recetas neoliberales para seguir hundiendo a las trabajadoras y trabajadores de
este país. Eso sí, con un ligero barniz de falsa trasparencia democrática que
cae con las granizadas primaverales. Nos han querido vender el cambio para que
nada cambie.
Los cargos electos de Ciudadanos
son los reyes del mambo haciendo pactos. Les da igual a quien apoyar, si a PP,
si a PSOE o a quien sea. Su máxima es: “Pacta, pacta y pacta que algo siempre
queda”. Jugando, en todos los lugares donde están, con
todas las barajas posibles, no dejando que la izquierda y las candidaturas
de unidad popular apliquen otras políticas de progreso para la mayoría social.
Los intereses del Ibex 35 quedan salvaguardados con Albert Rivera y sus amigos.
No olvidemos que Ciudadanos es un
partido
conservador, que defiende la liberalización de la economía y la reducción
del gasto público, guiado por las recetas de lujo de Luis Garitano, economista
que estuvo siempre en la órbita del Partido Popular. Es un partido
antinacionalista; perdón, es ultranacionalista español, que no quiere oír
hablar del federalismo, ni de nada que se le aproxime. El señor Rivera se ha
apropiado del concepto de “sensatez
y responsabilidad”, no se esconde cuando amenaza con el caos que traerán otras opciones
políticas.
Este nuevo partido de la derecha,
de corte españolista, diseñado al milímetro por la bajada del PP, para salvar
los muebles viejos de la sede popular de la calle Génova de Madrid, con una
cara más fotogénica que Rajoy, está avalado por importantes empresarios y
bancos que desean mantener su privilegiado estatus, caiga quien caiga.
Rivera y su staff están
doctorados en venta de humo, aupados por ciertos medios de comunicación, siguen
perfectas técnicas de marketing, cambiando únicamente el envoltorio para
ofrecer al electorado un
regalo viejo que parece nuevo. Los votos perdidos por el Partido Popular
son cazados por Ciudadanos, un juego de simulacro para no perder mercado y
seguir haciendo políticas antisociales aplaudidas por la oligarquía
empresarial, pero con una sonrisita y una cara de niño bueno. ¡Todo mentira!
La mezcla del naranja con el azul
nos traerá más de lo mismo. Pero en noviembre tendremos otra oportunidad de
cambio, desenmascarando
poco a poco a estos impostores.
Amanecerá y veremos.
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