Menudo veranito llevamos. No nos
podemos quejar, la cosa nacional está más que animada, la sequía informativa de
agosto no aparece por ningún rincón. Somos un ejemplo internacional de cómo
funcionan las relaciones amistosas y “la familia”. La igualdad de los
ciudadanos y ciudadanas ante la ley es algo sin parangón, en Españistán
cualquier imputado puede visitar al ministro del Interior, en su propio despacho,
para hablar de cómo va lo suyo, “de
todo lo que le está pasando”, y como si tal cosa. Nos referimos al famoso
encuentro que el pasado 29 de julio tuvo lugar en el Ministerio de los Asuntos
Personales, entre dos amiguitos del alma, entre Jorge F. Díaz, ministro del
ramo, y Rodrigo Rato, imputado
en graves casos de blanqueo de capitales, delitos fiscales y fraude a
pequeños ahorradores en Bankia, entre otros delitos que están siendo investigados
por cuerpos del propio Ministerio del Interior.
En cualquier país mínimamente
democrático, esta
reunión había sido razón suficiente para el cese de Jorge Fernández Díaz
como ministro, pero esto no va a ser posible pues todo indica que esta extraña
reunión fue impulsada
por el propio Mariano Rajoy, presidente del Gobierno de España.
Gracias a un medio de
comunicación pudimos conocer la
existencia de esta entrevista, ética y políticamente muy criticables. El
escándalo estaba servido. Se ocultó el encuentro y una vez descubierto, Jorge
Fernández Díaz fue el pasado viernes a dar sus explicaciones, nada creíbles, a
la Comisión de Interior del Congreso de los Diputados.
Según nuestro querido Jorge -el
de las
pelotas de goma contra los inmigrantes en Ceuta, el de las devoluciones en
caliente en la valla de Melilla, el impulsor de la Ley Mordaza…-, se habló
únicamente de problemas
de seguridad personal de Rodrigo. Parece que el exvicepresidente de Aznar ha recibido algunos
tuits amenazantes que le han molestado y se los trasladaba a su amigo, el
ministro, para que velara por su integridad. ¡Todo resuelto! Las cuestiones de
seguridad del exdirector gerente del FMI fueron la razón de este
encuentro entre amigos del PP. Y vamos nosotros y nos creemos a pie juntillas
que sólo hablaron de los escoltas de Rato.
El señor ministro de asuntos
personales quiere dar carpetazo con esta comparecencia ante los representantes
públicos. Mucho nos tememos que en el despacho del ministro, Jorge y Rodrigo,
hablaron de muchas más cosas y que se intentó dar un mensaje a las Fuerzas de
Seguridad del Estado, a la Fiscalía y al Poder Judicial de la situación
procesal del imputadísimo Rato.
Los pequeños ahorradores y preferentistas
de Bankia deben estar más que molestos con esta espuria reunión en el Paseo
de la Castellana. Les animamos a que ellos también pidan una entrevista con el
ministro para hablar “de todo lo que les está pasando”, de la pérdida y expolio
de los ahorros de toda su vida, de la inseguridad personal en la que han
quedado por las prácticas mafiosas de Rato y algunos de su entorno. Estamos
convencidos que la rectitud y creencias del amigo Jorge facilitaran esta
aproximación a los damnificados de Bankia.
Un bochornoso y nada edificante
espectáculo el que está dando el gobierno de la nación, que utiliza todas sus
artes para ayudar al PP en tapar los casos de corrupción. Nosotros también nos
unimos a la
petición de dimisión del señor Fernández, no nos merecemos tener este
político al frente de un ministerio que ha generado trato de favor, inseguridad
e interferencia en las investigaciones de los cuerpos policiales. ¡Está usted
tardando en marcharse, señor ministro!
PD.- Las malas lenguas también
dicen que cuando llegó Rodrigo al despacho del ministro, éste estaba, como buen
perito que es, verificando la autenticidad del cuadro de la “cabeza de mujer
joven” de Pablo Picasso. Sí, esa
pintura que Jaime Botín quería vender fuera de España y obtener unas
ganancias adicionales para su mermada cuenta corriente. Todo indica que este
cuadro, al ser un bien del Patrimonio Nacional, quedará a buen recaudo en el
Estado, y que el mejor lugar para exponerlo es el despacho de Jorge Fernández
Díaz, el mejor valedor de la verdad.
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