El pasado 14 de octubre, se han cumplido 85 años de la llegada a Albacete de las Brigadas Internacionales. El hecho supuso un hito sin precedentes. Lo fue para la ciudad y la provincia, por cuanto supuso la llegada de miles de personas extranjeras a una pequeña ciudad y sus pueblos. Pero también se trató de un acontecimiento histórico a nivel mundial: como afirma Jaume Claret, era la primera vez que miles de jóvenes se movilizaron voluntariamente para jugarse la vida por el ideal de construir una sociedad más justa y más igualitaria, por encima de cuál pensaran que fuera la vía para conseguirlo (había comunistas en mayor parte, pero también anarquistas y socialistas entre otros); su sentimiento de fraternidad internacionalista estaba por encima de todo, dejando atrás vidas y familias. Entre los jóvenes que llegaron a nuestro país se contaban numerosas mujeres como Teresa Noce, Lise London o Tina Modotti, que incluso decidieron dejar a sus hijos para luchar por lo que creían no solo una causa justa, sino un mejor futuro para sus hijos, una Europa sin fascismo.
Sabían que venían a una guerra, la que había creado el fallido intento de Golpe de Estado del fascismo en España y que acabaría sumergiendo al país en una cruel y fratricida contienda y largas décadas de dictadura en un entorno de prósperas democracias. Sabían que venían sí, a una guerra en la que muchos encontrarían su muerte y otros, no podrían volver a su casa, a su país, al ser estos cómplices de los sublevados en España.
La cifra que parece más rigurosa sitúa en unos 32000 los voluntarios en las Brigadas, de los cuales más de 15000 murieron. Procedían de ¡más de 50 países! Solamente en Albacete, hay restos en el cementerio de ciudadanos de Alemania, Bélgica, Inglaterra, Rusia, Polonia, Cuba, Argentina, Francia, Italia, Estados Unidos, Noruega, Austria, Checoslovaquia, Italia, Suecia y Palestina. Este miércoles 20, precisamente, se presenta en la Librería Popular, a las 19:00 h., el libro Ali, el brigadista. Historia de un hombre recto, que narra las vivencias de un brigadista palestino enterrado en nuestra ciudad. Ciudadanos del mundo, al fin y al cabo, que convirtieron Albacete en la “Babel de La Mancha”.
Con testigos de excepción como los escritores Ernest Hemingway y George Orwell, la procedencia de los brigadistas era de muy diferente estatus social y de las más variopintas ocupaciones: intelectuales, profesionales, obreros, etc.
Con el tiempo, muchos de aquellos supervivientes llegaron a ser reconocidos personajes públicos, como fue el caso de Willy Brandt (alcalde de Berlín y canciller de Alemania) o Siqueiros (pintor muralista mexicano); por nombrar dos ejemplos.
Sin embargo, debieron de sufrir vergüenzas y escarnios (aún hoy es una constante el intento de dañar burdamente su imagen), como por ejemplo cuando apresados, fueron objeto de experimentos por parte de Antonio Vallejo-Nájera (el Mengele español) y dos ayudantes alemanes que acabaron concluyendo textualmente que “estos prisioneros extranjeros eran individuos degenerados y anormales, a causa de la democracia y el sufragio universal vigentes en el medio ambiente cultural y social norteamericano donde el libertinaje sexual constituye la tónica”.
Por todo ello, lo que verdaderamente queremos resaltar aquí, es la generosidad de unas personas que dejaron todo atrás para combatir a la barbarie; que se jugaron y muchos dejaron la vida por defender un gobierno legítimo que proyectaba la esperanza de crear un país de libertad, justicia e igualdad.
El ejemplo de estos miles de brigadistas sigue alumbrando la vida de muchas personas que siguen creyendo en esos ideales de fraternidad internacionalista, de un mundo solidario ajeno a las miserias de los cafres que tienen por única bandera el valor del dinero, y este a costa de explotar a cuantos sean necesarios.
Un honor para Albacete y sus pueblos el haber dado cobijo a estos luchadores por la Libertad. ¡Honor y gloria a la Brigadas Internacionales!
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