En una sociedad que avanza vertiginosamente con el desarrollo de la ciencia, lo que valoramos en su justa medida, se está arrinconando, cuando no olvidando, de forma incomprensible: la enseñanza de las materias de humanidades en nuestro sistema educativo.
Un claro ejemplo lo tenemos en la imprescindible Filosofía, que el Ministerio de Educación, con Pilar Alegría a la cabeza, está condenando al ostracismo con sus últimas decisiones curriculares.
Todavía hay demasiadas personas que dudan de la importancia de la enseñanza de las materias filosóficas en nuestros centros educativos. Para estos escépticos y para esos políticos de mesa de despacho, les debemos recordar, como bien afirma el profesor Jorge Úbeda, que la Filosofía sirve para entender fenómenos de la vida social, política y económica para los que las ciencias no tienen una respuesta clara. También permite tomar distancia de la realidad para someterla a examen, a crítica, y pensar qué puede hacer uno, cómo puede ejercer su libertad y responsabilidad, sin olvidar que la Filosofía nos enseña a hablar de otra manera, de forma racional y argumentada, a escuchar los argumentos del otro y a estar dispuestos a modificar el propio punto de vista si fuera necesario.
El uso de la Filosofía exige prestar atención al otro, tiempo para reflexionar, para profundizar. Pero en esta sociedad de la inmediatez, de lo rápido, eso cada vez resulta más difícil. La Filosofía fomenta la reflexión y la lógica de nuestros chicos y chicas, en pocas palabras, contribuye a reforzar sus valores. Con ella, aprenderán a participar activamente en un proyecto común. Podrán ser ciudadanos activos y comprometidos. Para contribuir al bien común, tenemos que poder pensar de manera lúcida y creativa. Según los expertos, eso es algo que o se aprende en edad escolar o no se aprende.
Los avances en tecnología nos van a llevar, más pronto que tarde, a un punto que podrían llegar a exigir una nueva ontología; y ahí, por supuesto, que eso es probablemente tarea de la filosofía, volver a pensar cómo se manifiesta el ser en este nuevo mundo, que todavía no conocemos, pero que estamos al borde de experimentar.
La LOMLOE, nueva Ley educativa, está técnicamente aprobada, pero los decretos que estipulan la programación de los currículos, en cada comunidad autónoma de la Educación Obligatoria y Bachillerato, siguen en trámite.
En este sentido, queremos destacar y valorar las reivindicaciones que se están llevando a cabo desde la Plataforma en Defensa de la Filosofía de Castilla-La Mancha, pues el gobierno actual de España no ha cumplido lo prometido en 2018, de incluir el ciclo completo de esta materia entre los cursos de 4º de la ESO y 2º de Bachillerato. Fue una proposición no de ley aprobada por amplia mayoría en sede parlamentaria, y ahora se olvida de lo acordado. Puede darse la paradoja de que, según lo aprobado hasta el momento, un alumno o una alumna podría concluir la educación obligatoria sin haber cursado una sola materia de corte filosófico. ¡Incomprensible!
Tomamos como propias las palabras de nuestra compañera Alicia López, profesora de Filosofía en Castilla-La Mancha y una de las promotoras de la Plataforma citada, que comenta que “si entendemos que la democracia es tomar decisiones de manera colectiva, estas decisiones deben ir acompañadas de una serie de criterios que, como todo, se aprende. Al igual que aprendes a sumar, también aprendes a usar correctamente el pensamiento, a reflexionar o a pensar de manera crítica. Desde los orígenes de la Filosofía, la conexión con la política y la salud de la democracia ha estado ahí. Tanto la reflexión del mundo humano y lo que nos rodea, ha sido parte de esta ciencia desde sus principios". Rompemos una y mil lanzas por la enseñanza de la Filosofía, porque nos permite la capacidad de argumentar, nos encamina a la tolerancia hacia el resto de opiniones y nos ayuda a adoptar una posición reflexiva y crítica de lo que ocurre a nuestro alrededor. Por esto y mucho más, la querida Filosofía es imprescindible que conviva con el alumnado en nuestras aulas.
Ahora toca mover ficha a las Consejerías de Educación de las Comunidades Autónomas, ellas tienen la facultad de poder incluir en los currículos regionales las enseñanzas filosóficas con una carga horaria suficiente, con la importancia que se merecen en la Educación Secundaria y Bachillerato. ¿Qué harán Page, Juanma Moreno, Fernández Mañueco, Lambán, Vara…? Formar librepensadores y ciudadanía crítica depende de sus decisiones. Amanecerá y veremos.
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