En Francia, en Alemania… en general en Europa, tienen claro que en los ámbitos de la política están los demócratas, por un lado, y la extrema derecha por otro, y que esta última es representante general de todo lo negativo de una sociedad: machismo, racismo, xenofobia, aporofobia, homofobia y sembradores de la inquina y el odio. La propia Merkel, nada sospechosa de izquierdista, afirmó en el mismísimo Parlamento alemán que “… expresar una opinión tiene sus costes, pero la libertad de expresión tiene sus límites. Esos límites comienzan cuando se propaga el odio. Empiezan cuando la dignidad de otra persona es violada… Esta cámara debe oponerse al discurso extremista. De lo contrario, nuestra sociedad no volverá a ser la sociedad libre que es”, dijo.
Pero
no, España, su derecha, es diferente. Si para sentarse en el sillón tienes que
retirar leyes que aprobaste hace cuatro días con pleno convencimiento por
sentirlas imprescindibles, se retiran, porque lo ordenan aquellos que solo
saben sembrar el odio. No dan un palo al agua, pero saben hacer acciones que
llaman la atención de mucha gente que serán, además, contra quienes
principalmente gobiernen. Tienen títulos de nobleza, ilustres familiares de
ilustres personajes de realities, currículos que esconden y con frecuencia no
saben hacer la O con un canuto, da igual. Son aquellos a los que no les gustan
los extranjeros, salvo los iraníes que les montan el partido y les pagan los
chococrispis que entraban en casa, y toleran medianamente a los que están
forrados. ¡Qué gente!
La
alfombra roja que el PP está poniendo a los de esta calaña se acabará pagando y
muy caro. Saben que en buena medida lo que ocurre es fruto de sus fechorías y
ladrocinios, que gente que no podía soportar la cleptocracia se ha ido,
culpando al sistema, aún más a la derecha de lo que ya parecía imposible.
El
presidente del Partido Popular Europeo (PPE), Donald Tusk, ha rechazado el
pacto entre el PP y Vox en Castilla y León, y afirma esperar que se trate de un
"accidente" y no sea la norma en España. ¡Ay, amigo! ¡Spain is
different! y no hay accidentes con el PP, aunque a veces procura que lo
parezcan. El presidente saliente, Pablo Casado, desde París por reunión del PP
europeo, se ha desmarcado del pacto y se despide de sus colegas europeos afirmando
que “su legado al frente del PP ha sido no gobernar con la extrema derecha y
luchar contra la corrupción”. Feijóo el entrante, decía antes que no, que
con Vox no, y era muy duro. Pero eso, decía, porque lo que es decir, no está
diciendo mucho sobre Castilla-León. Lo cierto es que el PP se defeca en la
democracia y aúpa la intolerancia y el medievalismo ¡Olé!
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