Cayetanas y Borjamaris todos:
Os escribimos porque cuando, una vez más, nos disponíamos a rendir homenaje al Generalísimo en el 49º aniversario de su fallecimiento, ha sucedido en Albacete algo que cualquier patriota sin duda lamentará en lo más profundo de su corazón. En efecto, en esa ciudad, y ni más ni menos que en su museo principal, una célula de ateos y masones resentidos que responde al extravagante nombre de Mapas de la Memoria ha conseguido organizar una putrefacta exposición, El cuerpo ausente, en la que se acusa a Franco de haber encabezado un régimen ilegítimo y represivo. Pues bien, queridos niños, nosotros os contaremos toda la verdad sobre el hombre providencial que salvó España del bolchevismo internacional.
Francisco Franco nació en El Ferrol en 1892. Quienes estaban presentes afirman que lo hizo en olor de santidad y heroicidad, y que poco tiempo después acudieron unos pastores y tres reyes de Oriente, o algo así. Desde muy pequeño quiso ser militar. Aprendió a hacer la guerra en Marruecos. Allí tuvo que matar mucha gente, pero fue sin querer. Se empeñaban en no creer en Dios, sino en una cosa muy rara llamada Allah, y no querían reconocer la misión civilizatoria de nuestro país en aquella tierra. Tanto amaba Franco a aquellos moros de mierda (uy, perdón por decir mierda), que luego se hizo una guardia personal con ellos. Eso no lo ha hecho ni Pedro Sánchez, con lo amigo que es de Mohamed VI y de los menas.
El momento de la verdad llegó en los años treinta. En aquella época se proclamó la II República, cuyos únicos objetivos eran implantar el comunismo y quemar todas las iglesias. De hecho, ahora se sabe que su jefazo supremo, Manuel Azaña, crucificaba niños cristianos para luego comerse su corazón y beberse su sangre en un cáliz. La Virgen lloraba por España, y seguramente Dios también. Por eso Franco no tuvo más remedio que alzarse en armas junto a otros buenos españoles como Queipo de Llano y Millán-Astray. La Cruzada duró casi cuatro años, pero, al final, con la ayuda del apóstol Santiago y de algunos avioncillos y tanques italianos y alemanes, el Caudillo logró una Victoria con mayúsculas. Todo el mundo quedó asombrado ante tal proeza. Incluso Hitler quiso hablar con él porque sabía que sin su ayuda nunca derrotaría a los soviéticos.
A partir de entonces empezó una época de paz y progreso. Es cierto que Franco tuvo que fusilar a unas 50.000 personas, pero es que intentaron extirparles el gen rojo con bisturí y no había manera. Es más, en un gesto de buena voluntad nunca antes visto, sacó de sus fosas comunes los huesos de muchos republicanos y los llevó al Valle de los Caídos para mezclarlos con los huesos de caídos por Dios y por España, como si todos fuesen iguales. Nadie ha hecho nunca nada tan hermoso y reconciliador.
Además, Franco le permitió a los presos reparar el daño que habían hecho a la patria construyendo pantanos, picando en las minas, desecando humedales, levantando obras públicas… Como alguien dijo, “el trabajo os hará libres”. Franco nos dio una libertad verdadera. Libertad, no libertinaje, que es lo que tenemos ahora con el gobierno socialcomunista.
Y, por si todo lo anterior fuera poco, Franco nos trajo la democracia. Sí, así como suena, que no os engañen, criaturas. Cuando el Caudillo terminó de poner orden en España, cosa que no fue nada fácil y por eso tardó unas cuantas décadas, designó como sucesor a Juan Carlos I y le ordenó traer la democracia. Otra cosa es que luego saliese un golfo. ¿Quién lo podía adivinar, siendo todo un Borbón? Pero el caso es que sin Franco no tendríamos ni partidos políticos ni constitución. Porque nosotros somos constitucionalistas a tope. No os confundáis.
En fin, queridas Cayetanas, queridos Borjamaris: hasta el 6 de enero no os acerquéis a ese museo. Quedaos en vuestras casas rezando por las almas de los putos rojos. No para que se salven, sino para que vayan derechos al infierno. No se merecen otra cosa.
Un besito, guapis.
Firmado: Recaredo Alcázar. Secretario General de FOX (Franquistas Obstinados y Xenófobos)