Mientras en Castilla-La Mancha el señor Page sigue disparando a la línea de flotación de, no ya Pedro Sánchez, sino de los principios más básicos del partido con el que se presenta (recurre el reparto de menores y no firma el pacto de la vivienda, por ejemplo), suponiendo uno de los más firmes y mezquinos opositores a su propio partido, el mundo sigue también pareciendo haber perdido el rumbo lógico.
EEUU ha cumplido hace unas semanas el 250 aniversario del inicio de la guerra que daría lugar a su creación (por aquel entonces, a esta parte del charco se andaba decapitando monarcas). El país nacería y desarrollaría con personas venidas de lejos, los de dentro quedaron prácticamente exterminados y fueron ya los foráneos los que darían forma al país que acabaría suponiendo un imperio. Pero los imperios, demostradamente, acaban por desmoronarse y, también demostradamente, se desmoronan siempre muy malamente.
Han vendido lo de ser el paraíso de la Libertad, aunque fuera a costa de crear y mantener las más crueles y sanguinarias dictaduras. Pero para ellos, su posibilidad de prosperidad individual es, por sí sola, un garante de ser la máxima aspiración humana. El problema es que ya va costando creérselo (a quien aún estuviese en esa fase) con el paso de los años.
La llegada de Trump, un oso en una cristalería, no es sino una guinda más del pastel. Como dice el analista de medios albaceteño Pascual Serrano, “Ha vuelto afirmando que invadiría Groenlandia y Canadá, y de momento ha terminado enviando al ejército a California, llena de banderas mexicanas”. Ha vuelto afirmando que acabaría con las guerras, y de momento ha humillado públicamente a Zelensky e intentado usurpar las riquezas ucranianas, por no hablar del apoyo incondicional al estado asesino de Israel y sus desmanes genocidas y peligrosamente provocadores contra Irán.
Sus cazas contra “los de fuera” (él es de fuera, y ya hemos hablado de cómo nacieron los EEUU) no pueden ser más miserables, mezquinas y ruines: no buscan delincuentes, arrancan a niños de sus escuelas y a hombres y mujeres de sus trabajos, gente que, como ya le han recordado más de una macroempresa, son los que están haciendo que el país tenga riqueza.
Por cierto, ¿imaginan que sería del campo castellano-manchego si se aplicasen las políticas xenófobas de la derecha extrema y de la extrema derecha?
Si hay algún atisbo de mirada hacia los derechos más básicos de las personas, no vendrá de la mano de una tierna mirada humanizada, sino de una autorregulación del capitalismo más brutal, que necesita de una mano de obra en condiciones de cuasi-esclavitud.
El clima que genera es el que conlleva a que un hombre mate a tiros a una congresista demócrata y a su marido y hiera a otro senador, figuras hasta hoy sacrosantas en la vida estadounidense, aunque, claro, ya asaltaron el capitolio y el Trump-oso los ha liberado…¿qué esperar?
La gente, claro, no traga y se echa a la calle, hay respuesta popular y grande, a sabiendas de que la represión será inhumana. EEUU se ha convertido en un polvorín. Quienes tenían por lema “Ley y orden”, generan todo menos respeto a la Ley y orden.
En un momento de involución global, la presencia de un Trump-oso de estas características, no resulta un cóctel de fácil digestión, apesta desde lejos.
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