jueves, 22 de septiembre de 2011

EL MEJOR INICIO DE CURSO ESCOLAR DE LA HISTORIA


Después de un largo y soporífero verano, en el que las nuevas autoridades regionales parecían haber entrado en catalepsia, la dama de la peineta se descuelga, de repente, con un plan de recortes que amenaza con no dejar títere con cabeza. Lo ha hecho, además, exultante, feliz, como el niño que presenta los deberes para que el maestro (en este caso, Rajoy) le pase la mano por el cogote en señal de aprobación. Una de las medidas más polémicas ha sido el aumento de dos horas lectivas para los profesores de secundaria, lo que supondrá la reducción de, aproximadamente, un 10% de las plantillas. Mucha gente, ahora, se deshace en aspavientos y lloriquea por la esquinas. Pero ¿qué esperábamos entregando la gestión de lo público a personas que no creen ni han creído nunca en el valor de lo público? En Madrid, en Valencia, en Galicia… el PP lleva años desmontando y desacreditando el sector público para mayor beneficio del privado, cuyos intereses representa y fomenta. Hemos confiado alegremente la custodia del rebaño a los lobos, y los lobos lo único que han hecho ha sido comportarse de acuerdo con su programa genético.
La manera como se han desarrollado los hechos se nos antoja estupefaciente. Durante todo el mes de julio, los equipos directivos estuvieron trabajando, como cada año, para organizar los grupos en relación con el cupo, es decir, el número de profesores previamente asignado. Para quien no lo sepa, dicha tarea, en institutos que superan la población de muchos pueblos, constituye un verdadero encaje de bolillos. Tampoco resulta fácil confeccionar los horarios. Por eso, para poder empezar el curso con un mínimo de garantías, muchos centros celebraron a principios de la semana pasada los claustros en los que se lleva a cabo el reparto de horas y materias por departamentos. Ya sabemos que para Esperanza Aguirre y Ana Botella esas cosas no son trabajo, sino cachondeo, fiestuki... Quizá por ese motivo, sin negociación previa, por el procedimiento de ordeno y mando, el viernes 9 (ojo, a sólo dos jornadas hábiles del comienzo de curso) la consejería envía un nuevo cupo recortado que invalidaba todo el proceso anterior. Nunca los equipos directivos habían sido humillados de esa manera. Es como si a un director de orquesta le cambian los músicos y la partitura una hora antes del concierto. Por mucho menos, en otros tiempos se habría liado la marimorena.
Pero, evidentemente, lo malo no es todo el cúmulo de mentiras, tergiversaciones y desprecios dirigido al colectivo de docentes. Están acostumbrados. Tampoco se ofenden por tener dos horas lectivas más. Cualquier profesor prefiere dar clase con sus alumnos antes que, por ejemplo, hacer una guardia ante una turba de acechantes y díscolos desconocidos. Lo malo es que unos 3000 profesores se quedan sin trabajo, y que un número indeterminado se queda sin horas y tendrá que completar su jornada con materias más o menos afines. Eso es lo malo. Y lo peor, que la calidad de la educación pública, la de todos, va a empeorar, porque habrá menos profesores para atender a los alumnos, y los profesores son el elemento fundamental del proceso educativo. El milagro del hecho educativo puede darse sin pizarras digitales, sin ordenadores, sin proyectores… ¡¡hasta sin administración educativa!!, pero no sin profesores. Los padres deben ser conscientes de que reducir su número, condenarlos a impartir asignaturas ajenas o desmantelar sus centros de formación supone atentar no sólo contra un sector profesional, sino también contra la médula del sistema educativo y, por lo tanto, contra el futuro de sus hijos.
El consejero de educación ha dicho, sin embargo, que “estamos ante el mejor inicio de curso escolar de la historia”. Sin duda piensa que somos todos imbéciles. Pero se equivoca. A la acción de protesta convocada por los sindicatos para el pasado lunes asistió no sólo un buen número de profesores, sino también un puñado de chavales que se habían movilizado a través de las redes sociales. Esperemos que su ejemplo cunda. Hoy más que nunca tenemos que elegir entre la mansedumbre del cordero o la dignidad del ciudadano.

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