Si tenéis vergüenza, pagad y
dimitid. Si en algo vale vuestra palabra, pagad y dimitid… y si vuestra palabra
no vale nada, porque vosotros mismos la habéis despeñado con el engaño y la
farsa, si no tenéis vergüenza, pagad y dimitid también, porque este país no os
soporta. Dolores de Cospedal y Leandro Esteban, dimitid sin tardanza por la sentencia
que os condena por el despido improcedente de 672 empleados, que habrá que readmitir y a
los que habrá que abonar casi dos años de salario retrasado. ¿Cómo vais a
explicar a los castellanomanchegos, cuyas condiciones de vida empeoráis
sistemáticamente, que ahora van a tener que pagar 14 millones de euros por
vuestra prepotencia? ¿Dónde está vuestra responsabilidad? ¿En qué queda, existe
acaso? Dolores de Cospedal, tú que a diario te paseas por toda España como
secretaria general del PP y que, de cuando en cuando, pasas por esta región por
cuya presidencia todos te pagamos el sueldo… a aquellos a quienes has quitado
servicios básicos, a quienes has despedido, ¿qué les vas a decir ahora?
¿Que deben seguir sin servicios y pagar 14 millones de euros… que les restarás
de otras necesidades básicas? ¿O vas a pagar de tu bolsillo, del de todos tus
consejeros, esos 14 millones de euros? ¿Cómo puedes, con tanto cinismo, pedir
a los tribunales que solucionen el problema que tu prepotencia ha creado?
Los
dirigentes manchegos del PP parecen tener la cintura política de hierro,
parece que no les da el talle ni para intentar disimular imitando el
contorsionismo dimisionario de sus colegas madrileños, derrotados en su batalla
por privatizar la sanidad: derrotados en los tribunales, arrasados en las
calles por toda la sociedad. Cierto es que una sentencia no debería entenderse
literalmente como el resultado de una batalla… pero derrota democrática es la paralización
de la política privatizadora del PP, especialmente porque también todo
el PP, todo, había echado un pulso a todos los ciudadanos al querer arrojar su
salud a manos de unas cuantas empresas de sus colegas. No basta con la
dimisión del consejero Lasquety, Ignacio
González lo sabe, pero sigue la partitura de la derecha: para adelante,
pase lo que pase, destrozando y arrasando, rompiendo lo que sea, tropezando, saltándose
la ley, arrastrándose, cercados por la indignación y la corrupción, pero
negándolo todo salvo alguna cosa, sonriendo al plasma, diciendo que todo se
hace por el bien de todos, coreados por la chicharra mediática de la derecha…
Estos dos acontecimientos, tan
felices para unos como vergonzosos deberían ser para otros, demuestran lo que
todo el mundo sabe: que cuando
se lucha, en ocasiones se gana; que cuando no se lucha, se pierde siempre.
Los defensores de los trabajadores y los servicios públicos en Castilla-La
Mancha han luchado, y han ganado; los defensores de la sanidad pública de
Madrid han luchado, y han ganado. También han ganado quienes, a veces, tienen
la esperanza de que la justicia no esté siempre del lado de los poderosos.
Pero atentos: Cospedal no se ha
disculpado y va a recurrir la sentencia, e Ignacio González quiere ser
presidente de Madrid. Sus socios ideológicos y económicos, los que se
benefician de la destrucción de los servicios públicos, tienen que hacer
reventar sus cuentas corrientes, y lo van a seguir intentando… una
batalla es solo una parte de la guerra. Los órganos mundiales del capital y
sus
voceros lo anuncian: en España deben bajarse los salarios, debe despedirse
con más facilidad, y así en una larga batería de propuestas disfrazadas de
liberalismo, que lo único que hacen es arrastrar a los pueblos hacia la pobreza.
Preparados todos y todas: son muchos los intereses de los enemigos de lo
público, y son muchos los goles que les quedan por asestar. Celebremos la
victoria de hoy y, hoy mismo, preparémonos para continuar
en la defensa de todo aquello que no se vende, porque es de todos.
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