José Ignacio Wert se despide de nosotros rumbo
a París haciendo un impagable regalo a la nación. Él, Wert, ha conseguido
que en junio de 2016 los alumnos españoles de bachillerato vayan a tener la
nota media más alta de la historia de la educación española. Él solito ha
logrado lo que ninguna ley educativa, ni legiones de esforzados profesores, ni
generaciones de estudiosos alumnos han alcanzado jamás.
¿Cómo? ¿Ha introducido con su LOMCE alguna
revolucionaria innovación pedagógica? ¿Ha dejado plantadas en nuestros
institutos las semillas de un salto sideral en la metodología, que hará
progresar desmesuradamente y por igual las notas de las ciencias y las
humanidades? No, no, se trata de algo mucho más sencillo: gracias a Wert la
nota de Religión de primero de Bachillerato contará lo mismo que la de, por
ejemplo, Francés o Alemán, Tecnología de la Información, Cultura Científica,
Tecnología Industrial, Anatomía Aplicada... y el curso siguiente, en el 2016-2017,
en Segundo de Bachillerato, la nota de Religión será igualmente equiparable a
la de otras disciplinas humanísticas y científicas.
Bueno, ¿y qué?,
pensará usted. ¿Cómo es que eso sube la nota media de nuestros alumnos?
Necesitamos tener en cuenta dos cuestiones para encontrar la respuesta que
buscamos. La primera es comprobar lo que ha pasado en la matriculación para el
curso 2015-2016: el número de alumnos de primero de Bachillerato que ha elegido
la asignatura de Religión se ha incrementado increíblemente. Aunque aún no se
han publicado las cifras oficiales, todos los Institutos han terminado ya el
proceso de matriculación de Julio, y en todos el resultado es el mismo, que los
alumnos de Religión en Bachillerato se han disparado. La segunda cuestión, la
que explica la anterior, es que las notas en la asignatura de Religión son
siempre altísimas, casi siempre de sobresaliente general para todos los alumnos. Ya pueden imaginar ustedes por qué
(tendrán que imaginarlo, porque ninguna autoridad educativa, ningún inspector
de educación, ha evaluado jamás qué contenidos se dan en las clases de
Religión, ni cómo se explican esos sobresalientes masivos).
Conclusión: los
alumnos españoles vuelven
a matricularse en Religión porque saben que, con mínimo o ningún esfuerzo,
van a sacar un sobresaliente que subirá su nota media de bachillerato, y que
por tanto subirá su nota final de acceso a la Universidad, a Wert gracias.
Los alumnos y sus
familias están asumiendo una responsabilidad muy cuestionable al elegir un
atajo para alcanzar notas más altas, pero lo que es inaceptable es la
legislación de un Gobierno nacionalcatólico que nos retrotrae
a la Edad Media, y que valora por igual el aprendizaje de los dogmas
religiosos que los conocimientos científicos y humanísticos. ¿Creen ustedes que
nuestra sociedad será mejor si los ingenieros tienen notas más altas por haber
estudiado los
diez mandamientos antes que Tecnología Industrial? ¿Piensan que es mejor
que nuestros médicos se aprendan el catecismo antes que estudiar Anatomía?
En la ESO también
hay más matriculados, pero por diferentes causas: la LOMCE incluye la elección
de la asignatura
de Religión con el resto de materias y no como una petición aparte, como
había establecido el Defensor del Pueblo para salvaguardar los derechos
fundamentales recogidos en la Constitución. ¡A la hoguera con la Constitución,
las ciencias y las humanidades! ¡Viva el dogma! ¡Muera la ciencia! ¡Que
inventen ellos! ¿Les suena?
Wert, como el Cid,
ganará momentáneamente esta batalla después de fenecido como ministro de
Educación, y desde su lujoso
apartamento parisino observará en la distancia cómo los alumnos españoles,
sabiendo menos, obtienen notas más elevadas. Y, no lo duden, presumirá de ello
en la OCDE. La pregunta ahora es: ¿va alguien a evitar esto, desde las Comunidades
Autónomas que ya no gobierna el PP, desde el gobierno de la nación el
próximo noviembre?
¿Cómo se pueden decir tantas mentiras en tan poco espacio? Parece que todo el problema de la educación se resuelve para algunos dando leña a la clase de Religión.
ResponderEliminarLa verdad es que la Lomce del Sr. Wert es la ley que peor ha tratado la clase de Religión en la democracia. Reduce el horario mínimo de esta asignatura a la mitad en primaria (45 minutos). En Bachillerato pasa de ser una asignatura fundamental a una optativa más de entre una amplia lista de opciones de las que las autonomías pueden elegir un mínimo de dos y un máximo de tres.
Con Zapatero había un mínimo de dos sesiones en Religión y en Bachillerato era de oferta obligatoria y voluntaria para los alumnos.
Que se digan las sandeces que se dicen en este artículo es caer en la propaganda más calumniosa y más burda.
Los problemas de la Educación en España son numerosos y no se centran sólo en las clases de religión, no desvirtuemos la intención de nuestra reflexión. En un estado laico no se puede dar catequesis en las escuelas. Discrepamos con el autor anónimo del anterior comentario, dado que lo que exponemos no son calumnias burdas. Se puede estar de acuerdo o no en lo que planteamos. Nada de mentiras, reflejamos la situación de la religión en pleno siglo XXI, que debe salir de las materias que se imparten en nuestros colegios e institutos. Las creencias son del ámbito de lo privado y deben circunscribirse a las parroquias, mezquitas, sinagogas y demás.
EliminarMuchas gracias señor anónimo por sus apreciaciones, aunque no compartamos ninguna de ellas. ¡Salud!
Yo también les agradezco la respuesta a mi comentario. Es un detalle. Ustedes afirman que "para el curso 2015-2016: el número de alumnos de primero de Bachillerato que ha elegido la asignatura de Religión se ha incrementado increíblemente", pero no aportan ninguna prueba de ello.
ResponderEliminarTambién dicen que "las notas en la asignatura de Religión son siempre altísimas, casi siempre de sobresaliente general para todos los alumnos", pero tampoco aportan ninguna prueba. Lo mismo se podría decir, así, sin ningún dato concreto y constrastado, de la alternativa a la Religión o de cualquier otra asignatura.
Más adelante sostienen que "ninguna autoridad educativa, ningún inspector de educación, ha evaluado jamás qué contenidos se dan en las clases de Religión". Nada más lejos de la realidad. La asignatura de Religión tiene un currículo propio aceptado por el Ministerio de Educación y en todos los centros se les exige a los profesores de Religión, como al resto de sus compañeros, la programación de aula. Esta programación y su aplicación concreta en el aula (metodología, criterios de evaluación y de calificación, etc.) se la puede exigir en cualquier momento cualquier padre, madre o tutor o el inspector de educación. Esto lo sabe cualquiera que haya trabajado en la enseñanza, aunque sea sólo por un mes.
¿No son falsas o gratuitas estas afirmaciones que hacen? Una de dos: o desconocen totalmente el mundo de la educación o tienen una voluntad clara de calumniar a los profesores de Religión y a los padres que libremente escogen esta asignatura para sus hijos.