Las elecciones del domingo nos
ofrecieron un panorama casi inédito en los procesos electorales españoles: el
fracaso de casi todos los partidos que concurrían a los comicios.
El fracaso del PP es gigantesco y
proporcional a su política antisocial y a la corrupción que emana desde la
calle Génova. No
ha llegado ni a los 130 que contemplaban sus peores cálculos. El fracaso
del PSOE es tremendo, si tenemos en cuenta que venimos de cuatro años de
gobierno del PP y que los
socialistas caen hasta sus peores resultados en la historia de la
democracia. Podemos fracasa en su “asalto a los cielos”, y
Pablo Iglesias ya no podrá enviar a las reuniones de la OTAN a su ministro de
defensa. También Podemos fracasó en Albacete en su anhelo de obtener un
diputado, algo que consiguió Ciudadanos, aunque que a nivel nacional Rivera fracasó
espectacularmente y queda a años luz de distancia de sus expectativas.
Izquierda Unida-Unidad Popular ha
fracasado en su meta de conseguir el 5% de los votos para mantener grupo
parlamentario y sus resultados en diputados están por debajo de las encuestas.
Pero también han fracasado quienes, desde las empresas que controlan los medios
de comunicación y desde los demás partidos, apostaron antidemocráticamente por
silenciar al candidato Garzón y sacar a Izquierda Unida del parlamento. Ese suelo
electoral de un millón de votos que parece tener IU está resultando difícil de
quebrar.
Los independentistas fracasan
también: Esquerra no es la primera fuerza en Cataluña, Artur
Mas cosecha su enésima bajada de votos consecutiva, el BNG desaparece del
congreso y EH-Bildu pierde la mitad de los votos que tenía Amaiur.
Quien no ha fracasado es la temida
LAPARE (Ley
Antidemocrática Para Amañar Resultados Electorales), la ley electoral
parida por PP y PSOE para, con el aplauso entusiasta de los nacionalistas,
menospreciar y vejar a los ciudadanos, haciendo que los votos de unos valgan
menos que los de otros. Con un sistema electoral justo el PP solamente tendría 106 escaños, e
Izquierda Unida-Unidad Popular tendría 14, no 2. IU-UP tiene más de 923.000
votos y 2 diputados, Esquerra Republicana de Cataluña tiene 600.000 y 9
diputados. Por cada votante de IU-UP hay 7,8 votantes del PP; por cada diputado
de IU-UP hay 61 diputados del PP... y así hasta el infinito.
IU tiene que hacer un ejercicio de reflexión y autocrítica, porque ha
fracasado… pero es Pablo Iglesias quien debe apuntarse un gran fracaso en su
intento de hacer desaparecer a IU-Unidad Popular: hay casi un millón de
personas de izquierdas que no quiere votar al Podemos que desprecia a IU. Sin
embargo, donde
las candidaturas han ido unidas en torno a programas, es donde mejores
resultados se han obtenido. Por ejemplo, si hubiera habido acuerdo en
Albacete, el diputado de Ciudadanos sería para la izquierda. Ya veremos a qué
conclusiones llega el partido de Iglesias... aunque son muchas las cosas que
tendrá que considerar en los próximos meses, desde votar a la casta del PSOE
hasta demostrar si de verdad apoya una reformar una ley electoral que ahora le
sirve para ahogar a IU.
Mientras tanto parece que una fase de nuestra historia electoral termina...
momentáneamente, porque en la Historia nunca se puede decir que no pueda haber
una "vueltas atrás", aunque una fase de incertidumbre se abre.
¿Volveremos a las urnas en unos meses? No lo sabemos, lo que sí sabemos es que,
si hay que volver a votar, los que esto escriben seguirán respaldando los
mismos principios que hasta ahora: izquierda, República, pacifismo, igualdad,
intervención del estado en la economía, feminismo, igualdad real, democracia
verdadera, laicismo, fondos públicos solo para la escuela pública, justicia
social,…
Salud y buenas fiestas.
Hombre chicos, decir que Pablo Iglesias quiere hacer desaparecer a I.U. es como pensar que I.U. tiene el monopolio de la izquierda.
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