Como es bien sabido, el pasado
jueves Pedro Sánchez anunció en el Congreso su intención de
convocar algo así como una reedición de los Pactos de la Moncloa.
En fin, la intención (o la estrategia) es buena. Y motivos sobran.
Pero no seamos ingenuos, ¿alguien se imagina al PP y a sus primos
hermanos de la ultraderecha ampliando el marco de derechos y
libertades y derogando, en consecuencia, su propia Ley Mordaza?
¿Alguien piensa que estos dos sujetos políticos (Ciudadanos pasó a
la historia) están dispuestos a aumentar el gasto en educación y
sanidad públicas y revertir, por lo tanto, sus propios recortes y
privatizaciones? ¡Vamos! ¡Ni hartos de vino! ¿Y van a aceptar una
restructuración del sistema tributario para hacerlo más progresivo
y perjudicar así sus intereses de clase? Pues, evidentemente, no. Y,
de hecho, aunque ahora reivindiquen a los cuatro vientos el espíritu
de la Transición y se proclamen los más constitucionalistas del
mundo mundial, Manuel Fraga, fundador de AP-PP, suscribió solo los
acuerdos económicos de los Pactos de la Moncloa, que contemplaban el
libre despido, pero no los políticos, que incluían medidas tan
“revolucionarias” como la despenalización del adulterio o la
legalización de los anticonceptivos. O sea, que el presidente del
Gobierno le está pidiendo peras al olmo.
Y todo esto coincide con que
la pandemia nos está ayudando a percatarnos de muchas cosas. Por
ejemplo, de que se puede vivir perfectamente sin rey. Ahora mismo, en
estos tiempos chungos, Felipe VI es una especie de “gran ausente”,
como José Antonio. Y eso por no hablar del “trincacomisiones”…
Por el contrario, quien está dando la cara y sacando pecho por su
país es, como siempre, el pueblo. Ya lo dijo Machado: “En los
trances duros, los señoritos invocan la patria y la venden; el
pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la
salva.” De modo que, estando así la situación, y en el contexto
del 14 de abril, ¿por qué no rescatamos el Pacto de San Sebastián,
que en 1930 aunó a todas las fuerzas republicanas, en vez de los
Pactos de la Moncloa? ¿Y si le hacemos un ERE a la monarquía y
empezamos a construir una nueva y luminosa “República democrática
de trabajadores/as de toda clase”? En serio, no sería la primera
vez que España se acuesta monárquica y se levanta republicana.
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