Mientras
los habitantes de todo el mundo siguen afrontando y enfrentando la
pandemia y sus consecuencias, la Tierra sigue girando, como ya
escribimos hace unas semanas. No solo la naturaleza retoma su ritmo
en difícil convivencia con los humanos… también algunos humanos
retoman su tradicional política de agravar los conflictos y empeorar
la convivencia con sus semejantes.
Israel,
que sufre un rebrote del COVID-19 y vuelve a tomar medidas de
confinamiento, ha anunciado la anexión de la Cisjordania, ocupada en
1967 durante la Guerra de los Seis Días. El gobierno del acusado
Netanyahu, que no mueve un dedo sin la autorización de Trump, da un
salto hacia adelante que solo puede tener un resultado: más tensión,
más conflicto, más violencia.
En
pleno siglo XXI la anexión de un territorio conquistado a sangre y
fuego se mofa de los derechos de los palestinos y los jordanos,
muestra un desprecio desafiante a las normas internacionales, y
exhala una determinación más o menos explícita de seguir en guerra
con todos sus vecinos, del abandono de cualquier solución dialogada.
Ya sabemos que, tristemente, la violencia alimenta a la violencia, y
que la anexión dará combustible a los que acusan a Occidente, a
Europa, de abandonar a los palestinos y los árabes ante la
maquinaria militar israelí. Y esa realidad, tristemente, puede
alentar la violencia extremista contra los europeos y los
estadounidenses. Es terrible, pero no es nada nuevo, es cuento viejo.
¿Qué hará la comunidad internacional? La Rusia de Putin ocupó
militarmente Crimea y la anexionó después, y la Unión Europea
adoptó sanciones económicas y diplomáticas, además de tomar
medidas contra ciudadanos rusos. ¿Van a intentar hacer algo ahora la
Unión Europea o la ONU, organizaciones a las que Trump menosprecia?
Nuestro
planeta ya no puede regirse por actitudes imperialistas del siglo
XIX, ni por los derechos de veto del Consejo de Seguridad de la ONU,
nacido en 1945. La pandemia nos recuerda que necesitamos convivir,
que navegamos todos en el mismo barco, y que no puede permitirse que
un estado pisotee derechos y ponga en riesgo la paz internacional. No
esperamos mucho de Trump, aunque esperamos que los estadounidenses lo
derroten en las elecciones de noviembre… pero, ¿podemos esperar
algo más de la Unión Europea?
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