Nuestros vecinos galos, llevaban (y llevan) un tiempo en sus resultados electorales coqueteando con el abismo. Su sistema electoral es muy diferente al nuestro, empezando porque a nuestro rey no lo vota nadie periódicamente y a su presidente de la República obviamente sí, y por el sistema de balotaje (unas segundas elecciones a falta de mayorías) para las elecciones legislativas.
También es muy diferente la forma de actuar de la izquierda francesa a la de la española: saben unirse cuando le ven las orejas al peor de los lobos. Y así, tras los resultados de los comicios europeos, surgieron protestas y cientos de personas se congregaron ante el ascenso de la extrema derecha, exigiendo la unión de la izquierda de cara a las elecciones legislativas. Sindicatos, colectivos estudiantiles, organizaciones de derechos humanos, Partido Socialista, Partido Comunista, Ecologistas y La Francia Insumisa promovieron la unidad. Tras la primera vuelta con la extrema derecha crecida, un éxito del Nuevo Frente Popular y un fracaso del Ensambe de Macron, fue precisa. Para ello, nueva lección de la izquierda francesa: acordaron y decidieron, incluso con Ensamble, retirar candidaturas (¡más de 150!) y concentrar el voto. Los resultados fueron claros: una victoria del Nuevo Frente Popular (182 diputados), los de Macron aguantaron el tirón (168) y menos representantes para la Agrupación Nacional (143). Cabe decir que la derecha democrática, allí, habitualmente no apoya a la ultraderecha. Hay quienes en todo lo que ocurre quieren establecer un paralelismo con España (con signo contrario) pero la situación no se parece absolutamente en nada.
Tras dos semanas de intensas consultas políticas de Macron y a punto de que se cumplieran dos meses desde la segunda vuelta de las elecciones legislativas (las malas lenguas hablan de que estuvo a punto de nombrar a Page, un supuesto de la izquierda que hace feliz a la derecha), para sorpresa generalizada e ignorando a los ganadores, encarga la formación de gobierno a Barnier, de 73 años, un político cuya formación apenas obtuvo un 5% de los votos, y deja en manos de los votos fascistas el nombramiento de la nueva presidencia. Hay quien habla de un golpe de Estado en toda regla.
Quedan para la reflexión dos claras cuestiones: una sobre cómo la izquierda no española es capaz de unirse en situaciones que lo requieren, y otra, lo que es capaz de inventarse en política con tal de que no gobierne la izquierda.
Jajajaja....lo de Page, impresionante, igualmente habría cuajado, sin ninguna duda....ea.....
ResponderEliminar