Pues no, queridas lectoras, queridos lectores. Hoy no vamos a hablar de calamidades. Ni de ninguno de los tropecientos jinetes del neoapocalipsisis que amenazan a nuestra especie con una nueva extinción. Ni de política. Hoy, por el contrario, tenemos el megaplacer de escribir sobre un lugar tan maravilloso como desconocido para la mayoría de castellanomanchegos: el Museo del Niño Juan Peralta.
Se encuentra en Albacete. Fue fundado en 1986 y, tras pasar décadas en los sótanos del Colegio Benjamín Palencia, en 2015 fue trasladado al Colegio Virgen de los Llanos, un centro construido entre 1958 y 1959 en un estilo arquitectónico semimonumental heredado de la República. En aquel tiempo se suponía que la enseñanza era una labor sagrada y que cada escuela era como un pequeño templo del conocimiento. Y eso tenía que notarse desde fuera.
La visita empieza con un recorrido por la historia de la educación en España a través de tres aulas que recrean tres épocas distintas: la Restauración, la II República y la Dictadura de Franco. En cada una de ellas se puede encontrar todo un fascinante universo de pupitres, tinteros, mapas, esferas, láminas, estampas, libros, cabás, latas para brasas, estufillas... Especialmente emocionante es la maleta viajera de las Misiones Pedagógicas que se exhibe en la sala de la II República. Como decía García Lorca, todos tenemos derecho a “medio pan y un libro”. Eso por lo menos. A continuación, la Sala de los Institutos Históricos muestra objetos científicos (telurios, microscopios, dioramas, animales disecados…) procedentes de los antiguos institutos provinciales creados por la Ley de Instrucción Pública de 1856.
El Museo del Niño es un museo de museos. En la misma planta baja puede contemplarse la Colección Teo Puebla. Teo, prestigiosísimo Premio Nacional de Ilustración, llegó, vio, se enamoró y donó una parte importante de su obra. Solo este espacio expositivo ya podría ser un museo por sí mismo. Como también podría constituir un museo propio la colección de linternas mágicas situada en la primera planta, sin duda una de las más importantes de nuestro país. Los tesoros que alberga este lugar son tantos que resulta difícil de explicar con simples palabras.
Pero el objetivo del Museo no es sorprender ni epatar al visitante, sino abordar el mundo de la infancia desde todos los puntos de vista. También en la primera planta, la Sala de las Infancias Robadas propone una reflexión profunda sobre la situación de pobreza, marginalidad y violencia en que viven demasiados niños y niñas. Cada infancia robada es un fracaso de la humanidad. Una amplia muestra de artilugios y muebles procedentes del Auxilio Social, incluyendo algún bidón de leche americana, nos recuerda que la guerra y el hambre también hurtaron la infancia a muchos niños y niñas españoles.
Completan la visita diversas salas dedicadas la familia, el juego, los tebeos, los títeres y marionetas… Cualquiera de ellas es como un pequeño paraíso para los mayores, que reviven su infancia, y para los pequeños, que descubren que hay vida más allá de las pantallas.
Quizá no lo sabíais, pero los gigantes existen. Todo lo anteriormente descrito no existiría sin la tenacidad titánica de Juan Peralta, un maestro ya jubilado que deja en mantillas al mismo Sísifo y al mismo Hércules. Llamarlo Quijote es poco, porque al hidalgo manchego siempre terminaban dándole una tunda y, por el contrario, con Juan no hay quien pueda. Actualmente preside AMUNI (Asociación de Amigos de Museo del Niño), integrada, entre otros, por las madres y los padres “fundadores”, que constituyen el alma del Museo. AMUNI organiza exposiciones, publica boletines, promueve certámenes, gestiona bases de datos con miles y miles de documentos… Nadie puede dar más por menos. Y a partir de este mismo lunes se incorpora como directora Inés Barba: profesora de Secundaria, activista por la educación pública, defensora de los derechos humanos y, por encima de todo, una persona competente y comprometida con el Museo del Niño desde hace años. La administración ha acertado plenamente con su nombramiento.
Así que, amigo lector, amiga lectora, ¿a qué esperas? Levántate y anda. En Albacete, en el corazón de La Mancha, hay un lugar de cuyo nombre debes acordarte porque es realmente maravilloso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario