Sí, lo sabemos, la frase originaria es “Muerto el perro, se acabó la rabia”. El dicho español es claro, pero sabemos que hay excepciones y no sabemos si en estos momentos Pérez Galdós, Unamuno, de Pereda o Alas Clarín podrían, como en su día lo hicieran, usar este refrán.
El perro en cuestión murió hace 50 años, asegurando que dejaba todo atado y bien atado. La frase, afortunadamente, no fue del todo cierta, pronto se empezaron a legalizar y dar entrada en altas instituciones a grupos y personas que de buen grado él hubiera laminado. La ilusión, el ver algunos de estos cambios, la esperanza… hicieron creer en el futuro y en que no se olvidaría lo vivido, evitando así caer de nuevo en la atrocidad.
La llegada de la llamada Transición resultó no ser tan perfecta y aquellas esperanzas de tiempos nuevos hicieron que se cayera en la trampa de no cerrar las heridas que el perro abrió, y aunque el incendio que había arrasado a los españoles durante tanto tiempo parecía sofocado, cuando llegan tiempos menos buenos ahí siguen los rescoldos, esperando el más mínimo soplo para volver a encenderlo todo con su rabia, con su inquina, sus mentiras y con sus desvergüenzas y miserias. Muchos de los que conocieron aquellos tiempos de prohibición, de desigualdades, de primar el beneficio de señoritos, corruptos y minorías ya no están, y son muchos hoy que por fortuna no vivieron aquellos horrores de hacer felices a las mayorías con las migajas de los grandes banquetes que otros celebraban.
Al final hubo cosas que sí que desgraciadamente quedaron con ciertas ataduras: un rey casquivano, malandrín y miserable que, haciéndose llamar rey de España, cotiza los millones usurpados a costa de los españoles y españolas en un país extranjero y de cultura ajena, las infiltraciones que no fueron saneadas en su día en fuerzas de seguridad, judicatura, etc., etc.
Por ello, deberíamos esforzarnos en que aquellos rescoldos no tomen cuerpo. Siempre todo podría estar en nuestras manos si fuéramos capaces de hacer ver a la gente que la rabia no es buena, que insultar por pensar de otra manera no es bueno, que la inquina no es buena, que el sembrar el odio y el dolor no es bueno.
Medio siglo después era para que todo estuviera desatado, pero hay quienes se han encargado de seguir haciendo nudos, cada vez más fuertes, hasta la estrangulación. Murió el perro sí, pero no su rabia, que hoy se replica aquí y allá.
Hay quien en Castilla-La Mancha, con sus discursos y declaraciones públicas sigue relacionando a la inmigración con la delincuencia, criminalizando a la población extranjera en nuestro país, cuando no hay ningún dato que respalde tales afirmaciones. La ultraderecha sigue su carrera basada en bulos, una estrategia llena de odio y de xenofobia. También en nuestra región debemos parar a estos descerebrados que tanto daño hacen a nuestra democracia.
Pero lo dicho, en nuestras manos está el revertir procesos que nos condenen como humanos. Se puede tener cualquier ideología en el amplio abanico político, pero el fascismo no debería tener cabida en una sociedad madura y que ya conoce lo que se ha vivido en sus propias carnes.
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Se puede decir más alto pero no más claro salud y República
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