Artículo publicado en el diario "La Verdad" (Edición Albacete) 02-08-2012
Aprender idiomas, algo
interesante en cualquier circunstancia, está convirtiéndose en un imperativo.
Las inscripciones en enseñanzas de alemán se han desbordado, mientras que las
de inglés continúan su imparable escalada.
El inglés está siendo muy útil
para todos los españoles que en estos días están en Londres. Para los atletas
olímpicos, los periodistas, los responsables federativos… y, también, para los
que trabajan en los servicios de limpieza de la Villa Olímpica. Aunque los
medios de comunicación españoles no hablan de ellos, gracias a la prensa y la
televisión francesa hemos sabido que hay jóvenes españoles, titulados
universitarios en su mayoría, limpiando la Villa. Un trabajo tan digno como
otro… si no fuera porque estos compatriotas duermen hacinados en barracones de
chapa situados en una zona cuyo acceso está prohibido para la prensa. En un
perfecto inglés estos españoles han explicado que tienen que pagar 23 euros por
cada noche en el barracón, pero que sólo cobran los días que trabajan, que no
son todos, y que no saben cuántos serán, pues no tienen contrato que lo
estipule. Junto a los españoles, húngaros, hindúes y pakistaníes aguardan cada
día su particular desafío olímpico. Vereinigt
euch!
En nuestro país los jeques árabes
que veranean en Marbella querían construir un puerto privado en el que poder
atracar sus yates, tan enormes que no caben en los muelles de Puerto Banús.
Iban a crear mil puestos de trabajo, pero la cosa no ha cuajado: no querían
obreros malagueños, querían traer a mil trabajadores filipinos. ¿Cuánto
cobrarían esos obreros, para que su traslado y manutención fuera más rentable
para los jeques que emplear a los ya mal pagados trabajadores españoles? Quizá
menos todavía que los miles y miles de asiáticos que en condiciones de
semiesclavitud están levantando los rascacielos y los centros comerciales en
esas ciudades surrealistas del petrolífero Golfo de Arabia. Vereinigt euch!
En España, gracias a la reforma
laboral y a los recortes a los empleados públicos, toda la clase trabajadora
está sufriendo un proceso incipiente de pauperización. Respecto a los
desempleados, ya saben que la ministra de empleo ha presumido de que la rebaja
de las prestaciones sólo afectará a algo más de la mitad de los nuevos
desempleados. ¡Sólo más de la mitad, y no le da vergüenza decirlo! Vereinigt euch!

Hace justo cien años el líder
vietnamita Ho Chi Minh recorrió el mundo desempeñando los más diversos oficios,
comprobando que los problemas de los trabajadores eran parecidos en todos los
países del mundo, y que las causas de sus problemas eran las mismas. Y eso, un
siglo después, no ha cambiado: los jóvenes españoles que duermen en los
barracones de Londres son hermanos de los asiáticos que construyen los sueños
de los jeques, y todos hermanos son de los africanos explotados en su propia
tierra por compañías extranjeras, hermanos de los trabajadores de las empresas
automovilísticas francesas, de los griegos asfixiados por el euro y de los
pensionistas y desempleados españoles.
Aprendamos, aprendamos idiomas, y que eso nos sirva para comprender mejor el mundo y para saber también, allá donde vayamos, de qué lado están los que sufren y de qué lado están los que se enriquecen con el sufrimiento. Y, a partir de ahí, tengamos claro quién está a nuestro lado, y apliquemos una enseñanza vieja y sencilla que hace ya más de ciento cincuenta años Karl Marx enunció con claridad: Proletarier aller Länder, vereinigt euch!; Workers of the world, unite!; ¡Proletarios de todo el mundo, uníos!... Que no se nos olvide que, si la unidad es una máxima que la banca y la patronal económica y política practican todos los días, en la unidad de los trabajadores reside nuestra formidable fuerza. Vereinigt euch!
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