domingo, 18 de octubre de 2015

Fichajes


La mercantilización y banalización de la política no tiene límites. Al igual que el deporte es frecuentemente engullido por el negocio y el espectáculo, la política ha sido engullida por la ansiedad: la ansiedad por encontrar la ocurrencia que, por extravagante que sea, pueda atraer unos votos el día de las elecciones, sin importar que sean efímeros. Y parece que los fichajes estrella, al igual que en el deporte, son la última ocurrencia de algunos partidos que se dicen de izquierdas y transformadores.

La última, la de Pedro Sánchez fichando a Irene Lozano, una persona que hace apenas dos meses quería dirigir UpyD y cuya lista de críticas al PSOE es más larga que las cuentas del Gran Capitán. Pedro Sánchez, en un ejemplo de esa dedocracia que tanto critica en el PP, la ha colocado para ser futura diputada en las listas del Partido Socialista por Madrid. Casi nada. E Irene Lozano, que dice que se va a encargar de “las propuestas  de regeneración democrática” dentro del PSOE, acepta ese encargo dedócrata sin inmutarse, sin importarle un bledo que el secretario general la elija contra la opinión de todo su partido. Extraña forma de ayudar a regenerar nada. Irene Lozano añade también que ha demostrado que no se mueve por interés personal… bueno, que se lo crea quien lo quiera creer. Sin ninguna posibilidad de volver a ser diputada por UPyD, Irene Lozano ha aceptado ser diputada dedócrata por un partido al que se ha hartado de criticar hasta hace dos meses. Cada uno que piense lo que quiera.

También le gustan los fichajes a Ciudadanos: tecnócratas de todo pelaje ideológico, fugitivos de UpyD, y así hasta el infinito. Pero, hasta el affair Sánchez-Lozano, el caso más sonado del mercado de fichajes mediáticos es el de Pablo Iglesias, empeñado en fichar a Alberto Garzón para la candidatura de Podemos. No quería sumar ideas, ni sumar programas, ni sumar movimientos sociales… solo quería fichar a Garzón. Y, claro, le ha salido mal la ocurrencia. No es de extrañar que cada vez haya más voces dentro de Podemos reclamando más democracia interna y menos derivas mesiánicas.

Aunque si uno lo piensa bien detrás de estas aparentes ocurrencias puede haber mucho de golpe largamente calculado (otra cosa es que sea acertado o erróneo). Sánchez habrá pensado que fichando a Lozano termina de finiquitar a UpyD e impide que la diputada termine sumándose a Ciudadanos. Seguro que eso es lo que ha pensado Sánchez, con la calculadora en la mano, y pasando olímpicamente de la democracia interna en su partido. En el caso de Iglesias, su cálculo simulando que quería a Garzón, no era otro sino intentar dinamitar a Izquierda Unida, como ya consiguió con Tania Sánchez e IU de Madrid. Tania Sánchez, el otro fichaje de Podemos, será seguramente diputada podemista por Madrid… y contemplará en el Congreso cómo fracasan las esperanzas de que hubiera una mayoría de izquierda alternativa en el parlamento. Cada vez más desesperado por el picado imparable de su formación, Iglesias seguirá intentando fichajes y ninguneando a lo que se mueve a su izquierda, como cuando propone antidemocráticamente debates televisivos que excluyen a Izquierda Unida y a otras fuerzas políticas. Que siga jugando a ese juego, que tan bien les viene a los partidos del sistema. Ganará alguna batalla, pero fracasará y perderá la guerra. Ni asalto a los cielos ni nada de nada. Los libros de Historia lo certificarán dentro de unos años.

Así se mueven en la política quienes llegan diciendo ser la regeneración democrática, cuando ni siquiera han tocado el poder. ¿Qué se puede esperar de ellos si llegan a hacerlo?







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