El
pasado lunes se conocieron las cifras del paro del mes de junio en
nuestro país. A simple vista los datos parecían muy positivos, otro
balón de oxígeno para Rajoy y la calle Génova. Todo indica que
124.349
personas
han dejado la cola del desempleo y han encontrado un puesto de
trabajo.
Es
sabido por todos que el factor
estacional
está influyendo en la creación de empleo, pero además nuestro
gozo en un pozo. La precariedad es la característica esencial de la
mayor parte del trabajo que se crea, pues algunos están llamando
empleo a infrabasura con infrasalarios para infravidas de gente con
la que convivimos. Más allá de las cifras, los ecos en la calle
resuenan con pesimismo, Se encuentra más trabajo que antes, pero un
empleo precario, manchado por la carencia de estabilidad, por la
escasez de la jornada y por un salario ínfimo. El gobierno lo sabe
pero calla, pese a la recuperación del mercado laboral, la
precariedad no ha dejado de aumentar,
sin freno, en toda la crisis.
Estamos
rodeados de contratos basura, de salarios de miseria, de precariedad
y de falta de futuro. Y también estamos rodeados de otros datos que
el PP trata de esconder sin ningún pudor: 58.000
docentes
sumados al paro en junio, 100000 españoles y españolas han emigrado
en 2015, se sacan del fondo de la Seguridad Social, con nocturnidad y
alevosía, 8700
millones de euros,
está previsto que el déficit de la Seguridad Social pueda llegar a
los 18.500 millones,.. etc, etc. Estos también son datos que ponen
sobre la mesa que España no va bien.
¿Por
qué no informan de cuántas horas a la semana trabajarán los nuevos
contratados? ¿Será porque ese dato es tan inmoral que avergüenza a
los que alardean de esta
supuesta bajada del desempleo?
No descubrimos nada cuando decimos que se están haciendo muchas
jornadas de 12 horas y cobrando cuatro, tres días a la semana, en
negro, sin derecho a paro. El paro baja a base de contratos como el
de una conocida nuestra, que trabaja en una fábrica por 600 euros,
de lunes a viernes, esas doce horas diarias, y cada lunes le
renuevan el contrato si la necesitan, si no a la puñetera calle
hasta la semana siguiente. De esta forma, cuatro contratos al mes, en
el mejor de los casos, y a engordar las cifras de las estadísticas
del gobierno de Mariano.
Qué
decir de los
contratos temporales
en fraude de ley, de los falsos autónomos, de los contratos
parciales involuntarios... En pocas palabras, la precariedad se ha
instalado en nuestro mercado laboral y ensombrece el de la economía
española, pues esto conduce a una reducción en la calidad de los
trabajos, representando un modelo abonado hacia la exclusión social.
Con estas condiciones laborales, con estos ingresos, es imposible que
un trabajador o una trabajadora tenga una vida digna. Vamos a una
sociedad más parecida a la que se ve en la película “Los
juegos del hambre”,
que a la maravilla de la que nos hablan Rajoy y cía.
Hablemos
también de Empleo Juvenil. Hoy al igual que hace varios años,
recomendamos al gobierno central que surja del pacto de investidura,
en colaboración con las administraciones locales, que debe afrontar
sin pérdida de tiempo esta gran lacra y realizar propuestas viables
para la creación de empleo digno, donde el sector juvenil debe tener
sus políticas particulares, subvencionando o bonificando a las
pequeñas y medianas empresas para realizar unos
contratos decentes a nuestros jóvenes,
al igual que se está haciendo en países como Francia. Tampoco
debemos olvidar la necesidad de implementar un plan de empleo público
al que tengan acceso los jóvenes, que garantice los servicios
públicos de calidad e inversiones públicas en sectores estratégicos
de la economía, buscando un modelo productivo sostenible y social.
A
algunos empresarios les cuesta aprender
que los trabajadores son a la vez consumidores, y que si no hay
trabajo digno no habrá ventas ni beneficios, es un proceso circular
que se retroalimenta y que no cuadra con el paternal mantra que para
“crear empleo, hay que joder el empleo”. Un
empleo que ha
de ser de calidad
y con salarios dignos. Para lograrlo es imprescindible desarrollar un
nuevo modelo productivo, sostenible y democrático. Y ello, ligado a
un nuevo proyecto de país que garantice pan, techo, y trabajo, pero
también salud, educación y dignidad.
Y
ante este tétrico panorama laboral de precariedad, ¿algunos tienen
dudas si permitir, por acción u omisión, la investidura del mayor
artífice de los recortes, del trabajo basura, de la mordaza y la
corrupción?
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