(imagen tomada de Eco
republicano)
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Bueno, ¡atención, atención!, dijo golpeando con la cucharilla de
plata el vaso de cristal de Bohemia. Ya sabéis, esta es la cena
semanal de asistencia obligatoria para toda la familia, en la que
todos estamos comprometidos a hablarnos, nos guste o no (que es que
no). Se trata de perpetuar el chollo, el vivir como dios sin dar
palo, y para ello, aquí desfacemos los
entuertos que durante la semana habéis realizado…
que es un sin parar, por cierto.
¡Anda! ¿Y por qué es esta bruja la encargada de tomar ahora la voz
cantante? Le dijo Tristina a Selena.
Shhhhhhhhhhh, que como os oiga os la cargáis… dijo la madre.
Y continuó hablando, cambiando la cucharilla por un tenedor. ¿Y el
abuelete? ¿Dónde está el abuelete?
Salió hace un rato y aún no ha vuelto, respondió uno de los 12
criados que atendían la mesa.
Pues de los dos tipos de salida que tiene, espero que haya sido por
la cosa
de las comisiones, que hay que seguir amasando
fortuna, porque hoy la gente se espabila y nunca se sabe cómo
acabaremos. Como haya sido por cosa de faldas, me va a oír…
Veis, ahí sí que estoy de acuerdo con la Yeti, dijo la madre…
¡No sabía nada el
Franco ese! Ya se encargó de quitar de en medio al
abuelo
Juan, por listillo, y dejar al suegraje este, que bien
que se lo monta, pero da imagen: la gente lo ve más campechano que
golfo.
Y en esas, entra Cuanparlos en la sala, atufando a una mezcla de
Varon Dandy y Joya,
y más colorao que un tejo: Disculpadme, he tenido que salir por
trabajo y derrochar un poco campechanía por ahí…. Mientras, se
oía a alguien farfullar… el día que me entere quién le pasa la
Viagra, se la voy a cambiar por Bromuro,
y se va a enterar el listillo este.
Bueno, dijo Tristina, que sepáis que empiezo a estar harta de tener
que venir clandestinamente, ¡con lo que está pasando mi pobre
Undar! ¿Qué somos?, ¿unos ladrones vulgares? ¡No! Somos reales,
¿y eso no cuenta?...
Mira nenica, se adelantó a decir Selena: por menos tuve yo que tener
un cese
temporal (perpetuo) de la convivencia con mi Maricha.
Y, además, que soy la primogénita, y, por tanto, si hombres y
mujeres somos iguales, incluso ante la ley, yo debiera gobernarrrrrr.
JAJAJAJAJAAJ se oyó un estrepitoso clamor de risas y destornille
varios, que se alargó por unos minutos.
¡Pues yo no me río! Sentenció la Yeti cambiando el tenedor por el
cuchillo, y haciendo callar abruptamente a todos: esta un día lo
suelta por ahí y ya no lo arreglamos con ninguna cena que valga. En
fin, a ver si lo entiendes, olvídate de eso si quieres que todos
sigamos viviendo del chollo de los mansos españoles. Dejalo ya y
vete a hablar con la
Cifu, y que te explique, porque luego a luego tu
Fruilancete va a necesitar
de títulos y diplomas, varios.
Por cierto… ¿y aquél del rincón que siempre está allí quién
es? Pues hombre, los primeros
maridos, se apresuró a contestar, saben demasiado de
su pareja, y conviene tratarlo como de la familia, en todo lo bueno,
y en todo lo mejor, ya me entendéis.
En fin, que vamos a tener que salir todos juntitos riendo y
pareciendo
amiguitos, campechaneando, a ver si arreglamos los
desaguisados semanales…
Entonces, Fegripe Quésesto, preguntó: ¿pero alguien cree que este
ñoño pueblo español un día nos
dará la espalda?
A Cuanparlos le faltó tiempo: ¿tú estás tonto? ¡pues claro! El
día que la gente por fin le dé por enterarse de cómo vivimos a su
costa, que se plantee lo de tener un rey salga como salga y sea como
sea por un coito, y sobre todo, cuando PP
y PSOE no puedan protegernos y se deje de tapar todo
lo que suponemos nosotros y lo que supuso la República, su logros
en educación, en asuntos sociales, para la mujer, la salud… la
gente espabilará. Necesitaríamos que volviesen los de antes para
que dejasen todo como estaba, y eso, es siempre desagradable y algo
molesto. Mejor prevenir, y prosigamos haciendo paripé para darles
algún mínimo argumento a los grandes partidos y que nos sigan
manteniendo el ritmo de vida y felonías que llevamos. ¿O no es así?
Mientras, en la calle primero un susurro, pero cada vez más fuerte,
se escuchaba un coro… ¡no hay dos sin tres, República otra vez!
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