Si
una partida económica de los Presupuestos Generales sube puede ser
por necesidad o por voluntad política. Si una bandera baja, si la
bandera se arría, suele ser por luto o por rendición. Rindiéndose
incondicionalmente, entregándose gustosamente, casi podríamos decir
que traidoramente, Cospedal y el PP decidieron la pasada Semana Santa
rendir la bandera constitucional, la de un estado no confesional, y
entregarla a la causa de la fe católica.
Inventando
una patraña, Cospedal ha argumentado que las banderas
de los cuarteles militares debían arriarse hasta media asta
durante la Semana Santa debido a la muerte de Cristo debido a una
“tradición secular de los ejércitos”. En fin… ¿de verdad un
gobierno del siglo XXI que se dice democrático, y que dirige un
estado que se dice democrático y constitucionalmente no confesional
puede en estos tiempos sostener que hay que mantener esa supuesta
tradición secular? Que no nos mientan, que no nos engañen: esas
tradiciones, si lo han sido, lo fueron de una España que fue
confesional porque era un estado no democrático.
La
pregunta crucial es: un estado democrático, una sociedad
democrática, ¿pueden mantener en sus instituciones tradiciones que
corresponden a pasados no democráticos, al franquismo o a la
monarquía borbónica predemocrática? La respuesta parece clara,
¿no? Y debe estar clara tanto para creyentes como para no creyentes,
para militares o paisanos.
Para
nosotros todo este asunto tiene poco que ver con las creencias
religiosas-o ausencia de estas-de cada cual, que respetamos. La
cuestión es cómo Rajoy,
Cospedal y Zoido vulneran la Constitución y, además, cometen
otra irresponsabilidad: con sus decisiones políticas, utilizan la
bandera del estado para alejar a una parte de la ciudadanía de sus
propias instituciones. Los españoles no creyentes, los españoles
que profesan religiones distintas a la católica, los españoles
católicos que tienen una idea clara de la separación
Iglesia/Estado, se
sienten menos cercanos al Ejército o a la Guardia Civil si en sus
instalaciones el PP iza un símbolo que excluye a los no católicos.
De
paso esta decisión también extiende ese sentimiento de división y
exclusión entre los propios profesionales del ejército y la Guardia
Civil, que se ven manipulados por el gobierno. La Asociación
Unificada de Militares Españoles (AUME) así lo ha denunciado,
indicando incluso que el Ministerio estaba desobedeciendo el Real
Decreto que regula los honores militares.
Retomando
ahora la primera frase del artículo: es muy curioso que los
Presupuestos Generales contemplen subidas espectaculares en Defensa y
en los salarios de policías y guardias civiles… subidas justo para
aquellas instituciones a las que el PP les baja la bandera con sus
tradiciones milenarias. Por ejemplo, en un país todavía azotado
socialmente por la crisis, el gobierno ha decidido que el
mayor incremento del Presupuesto sea para el Ministerio de Defensa,
con una subida del 6,9% para pagar los 30.000 millones de euros que
el gobierno del PP ha decidido gastar en armamento.
Debido
a los sucesos de Cataluña el gobierno ha
aprobado subir el sueldo de policías y guardias civiles y
acercarlo a los salarios de sus homólogos autonómicos. No nos
parece mal, pero, claro, lógicamente, inmediatamente, detrás de
policías y guardias civiles otros colectivos de funcionarios han
exigido también una justa equiparación salarial con los
funcionarios autonómicos.
En
fin, nosotros, como docentes y como castellanomanchegos que sufrimos
el gobierno de Cospedal, queremos humildemente ofrecer un consejo a
profesores, jueces y profesionales sanitarios: si quieren que crezca
la inversión en sus departamentos déjense de protestas y, la Semana
Santa del año próximo, ofrezcan al gobierno arriar banderas de
juzgados, hospitales, institutos y colegios. Ríndanse, y María
Dolores vendrá con su peineta y premiará su adhesión a la rancia
tradición. Pero, eso sí, lo hará en diferido. Para eso ella es una
máquina, no
necesita un máster, ni uno de verdad ni uno a lo Cifuentes…
pero esa es otra tradición del PP de la que hablaremos en otro
momento, y que los populares nunca terminan de arriar…
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