Viene siendo ya tradicional, que en España, izquierda y derecha se
enfrenten al hecho de votar de manera bien distinta.
En el llamado centro, y en la derecha, alguien tiene en la cabeza una
idea, de la índole que fuere, y le bastará que un partido la
ofrezca para que vote por él. No importa el resto de cosas que diga
ese partido. En la izquierda, pueden coincidir decenas de cosas en el
programa, que bastará un mínimo detalle que chirríe para no
votar. Hay quienes votan con las tripas por mucho que
se le revuelvan aún con la nariz tapada, y hay quienes devanan sus
cerebros hasta límites casi masoquistas, que acaban por volverse en
contra.
Conscientes de ello, en la derecha se empiezan a disparar ideas y
medidas sin el más mínimo filtro ni contención, saben que
equivocarse en ello nunca les pasará factura. Hasta hace poco, había
vergüenza por reconocerse de derechas y todos se autoproclamaban de
centro. Luego ya vino lo de reivindicar el centro derecha, más tarde
lo de proclamarse más de derechas que nadie, y finalmente, lo de soy
tan de derechas que ni loco apoyaría a alguien, no ya
de izquierdas, sino que no sea tan o más de derechas como yo (y sí,
empleamos los clásicos términos derecha-izquierda porque… ¿a que
nos entienden?).
Y así, ahí tienen a esta nueva triple
A que ha surgido (Albert Rivera, Abascal y Aznarín
Casado), vomitando sin filtro cuantos disparates se les vienen a la
cabeza. Les basta con soltar algún improperio contra los catalanes
para asegurarse los votos, y lo demás ya son complementos que quedan
a la libre imaginación de propios o asesores.
Se descuelga el Partido Popular, con el tema de los hijos dados en
adopción por migrantes sin papeles. Luego, comprobada la metedura de
pata hasta el garrón, pretenden corregir y culpar
a todos los demás. De guinda, Casado pasa a hacerse
de una manera vergonzosa,
víctima de las fake-news, quejándose de que se le
tacha de mentiroso por… ¡todas sus mentiras! ¿Qué hemos hecho en
España? ¡Qué pena de candidatos que tenemos!
En la triple A, el señor Rivera, cada vez más desdibujado y
arrastrado por la estela pepera, se ha convertido en un “lo que
diga Pablo y también dos huevos duros” siendo conscientes ambos,
de que la tercera pata de la alianza, antes o después, hará
sonar su bocina para pedir que “en lugar de dos
huevos duros, pongan tres”. ¡Ah! Qué clarividencia la de los
Marx.
Mientras seguramente unos y otros anden nostálgicos lamentando no
hallar para fichar a alguno de aquellos de la
leche en polvo americana, Albert, tan moderno y actual
él, el famoso presentado es una tal De
Quinto, 36 años trabajando para la Coca-cola y ahora
dice, lo va a hacer por España. ¡Eso sí es una imagen de
emprendedor moderno! ¡Eso sí que es un elemento diferenciador con
las otras dos patas rancias del tridente!
Así, mucho nos tememos que entre propuestas contra
los que menos tienen, Casado ya esté buscando algún
directivo de La Casera para fichar (¡eso sí es un refresco y eso es
sí es español!), y los otros a alguno de Gaseosas El
Vesubio o Sodas
La Bandera. Esto va a ser una carrera de sandeces de
aquí a las elecciones, les sale gratis… y lo saben. La otra cosa
estará en cómo ande la izquierda de abstención y lo cómodos y
cómodas que estemos ese día en casa.
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