Sí,
hace unas semanas publicábamos un artículo titulado “Tripas
versus cerebro” y esta, bien podría ser
pues su segunda parte. Se mantienen las tripas, y se alternan cerebro
y corazón.
Y
todo se ha ido desarrollando como era previsible. Y cada vez más
tripas.
En
general, candidato a cualquier institución, puede serlo cualquiera,
y eso es bueno. Solo, que cabe exigir que esas personas, tengan o se
preocupen por tener una mínima formación política. Los aquí
firmantes, hemos asistido a reuniones políticas donde la gente
llegaba con el mono de trabajo, directamente del tajo sin tiempo para
más, y cuando abrían la boca, su criterio y razonamiento no
desentonaba de cualquier otro asistente cargado o cargada de títulos
universitarios. Pero lo cierto es que ahora, lo que se les comienza a
exigir a los candidatos es que tengan alguna condición para que
las tripas de los votantes se activen, y luego pasen cuatro años
siendo brazos de madera.
Así,
por ejemplo, ¿que hay captar los votos de quienes desean la prisión
hasta el infinito y más allá?, pues se busca a alguien que haya
vivido la tragedia de perder a un hijo o hija de una cruel manera, y
tendremos el candidato perfecto. No importa mucho más, las lenguas
se disparan y las tripas
se revuelven y los votos serán debidamente vomitados en la urna.
Es de lo que se trata y a lo que se juega. El líder no desdirá lo
que suelte un agitador de tripas.
Y
sobre todo banderas, que lo pueden todo, lo tapan todo. En España no
se mueve nadie porque haya grandes ciudades con el 46% de los hogares
con dificultades
para llegar a fin de mes, con el 34% de las familias que no puede
afrontar gastos imprevistos y con el 17% de la población que
está en riesgo de pobreza, según datos del Instituto Nacional de
Estadística. Aquí la gente no se echa a la calle por las cifras
de paro, por los despidos, por los miles de jóvenes explotados o
que deben irse fuera a encontrar trabajo a pesar de su extraordinaria
formación. Porque cada vez los pocos ricos son mucho más ricos y
los muchos pobres son mucho más pobres. En España las tripas no se
mueven cuando los ladrones se han enquistado en el poder durante años
y años mientras ocurría todo lo anterior. No, en España las tripas
se mueven cuando ¡ondea la bandera! cuando nos tocan los toros o la
libertad de matar liebres. ¡Eso sí que no, eh! Hasta ahí hemos
llegado.
Y
eso sí, llegado el momento del voto, en vez de quedar en casa
quienes más asqueados deberían de estar de las políticas que hemos
venido teniendo, la
derecha; pues resulta que no, que quien queda en casa es la
izquierda (una y otra y otra vez, y así dieciséis años hablando de
derechas y de izquierdas, pero nos entendemos todos y todas
perfectamente).
Leemos
un extraordinario artículo
de Jose Carlos Fernández donde explica con claridad meridiana el
eterno error de la izquierda de llamar a la razón y no a las tripas,
de cómo surgió el axioma de “no hay cosa más tonta que un obrero
de derechas” y de cómo pasa el tiempo y la historia se repite en
las estrategias de captación de voto por las diferentes
organizaciones políticas.
Se
ha dicho siempre: explicar programas, grandes ideas políticas y cómo
llevarlas a cabo, es dificultoso, requiere atención que poca
gente está dispuesta a dar. Soltar varios ladridos hirientes
funciona, llega y además ¡te dedican más tiempo en los medios!
Levantar un edificio lleva años de trabajo desde su diseño hasta su
finalización, y andar pegando fuego es cosa de un rato.
Pero
seremos tozudos, seguiremos llamando a la razón, al seso con
corazón, a dejar las tripas, a movilizarse contra las barbaridades,
a reflexionar sobre la globalidad de los programas y quiénes y cómo
los llevarán a cabo. Y con todo eso sobre la mesa, entonces sí, a
votar.
Basta ya de políticos PROFESIONALES MASTERIZADOS VITALICIOS. Exijo que previamente hayan cotizado mínimo 15 años al Régimen Gral.de la SS.donde cotizamos los humanos (no en su corralito). Ni una palabra más. Basta de farsantes.
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