Allá por octubre del año pasado, la sala 3ª del
Tribunal Supremo establecía lo que para españolitos
y españolitas de a pie parecía justo (y lógico), que es que es el
banco y no el cliente quien debía abonar el impuesto de las
hipotecas. La sentencia anulaba un artículo del reglamento del
impuesto (que establecía que el prestatario es el sujeto pasivo del
impuesto) por ser contrario a la ley. Bien, apenas 19 días después,
el Pleno consideró, con 15 votos a favor y 13 en contra, dar
marcha atrás en su última sentencia y volver a
establecer que el impuesto debe ir con cargo a los clientes, lo que
para españolitos y españolitas de a pie parecía injusto (e
ilógico).
Ahora, ocho meses después, la correspondiente Sala del Tribunal
Supremo lo que hace es, por unanimidad de sus miembros, paralizar
la exhumación del dictador Franco, aceptando las
medidas
cautelares planteadas por la familia, la Fundación
Francisco Franco, la Asociación para la Defensa del Valle de los
Caídos y los benedictinos que gestionan aquello. Si bien esto no
significa que sea definitivo y finalmente se puedan rechazar dichas
impugnaciones, el asunto huele a cuerno quemado.
Estaba previsto que los restos fueran enterrados en el cementerio
de Mingorrubio en El Pardo, donde están los restos de Carmen Polo.
Pero de momento el Supremo, vuelve a dar la espalda a la ciudadanía,
representada en este caso, por el gobierno. Y lo hace hasta el punto,
que parece que la
Iglesia asume que el Supremo permitirá finalmente a
los Franco enterrar al genocida en La Almudena.
Pero lo más hiriente, no queda ahí. El Supremo además, se permite
retorcer la Historia y afirmar en su justificación que el golpista
que sumió a España en una Guerra Civil, fue Jefe
del Estado desde el 1 de octubre de 1936, es decir, a
tan solo dos meses del Golpe de Estado y dos años antes del fin de
la Guerra. Han dado por bueno lo que se decidió en una reunión
llena de golpistas, grupos de requetés, falangistas, fascistas
italianos y nazis alemanes. ¡Olé! El constitucional y legítimo
Estado republicano que acababa de ser atacado, pero que existía y
con trayectoria por delante todavía, ha sido borrado de un plumazo,
como ya lo hiciera aquel aquelarre de fascistas, por el Tribunal
Supremo.
¿Despiste
del Supremo? No creemos. Estamos asistiendo a una
reescritura de la Historia. Un revisionismo de los que son hechos
incuestionables. Se trata de hacer calar el mensaje del Franquismo,
de borrar la verdad. La República sería la culpable de todo y
Franco fue un mero salvador. Y se dice, y se repite, aquí, y allí.
Y que cale el mensaje de falta de justicia a los asesinados y sus
familiares con aquello de reabrir heridas y mierdas de ese tipo. La
Justicia, no importa; vamos a olvidar a base de tapar la escoria y
si, además, la pintamos de dorado mucho mejor. Ojo porque ahora no
hablamos de un descerebrado en conversación de la barra del bar,
hablamos de todo un Supremo que hace una lectura, no errónea sino
mentirosa y perversa, de la historia, y lo hace, no inocentemente,
sino cargada de mensaje y contenido miserable.
No lo duden, ya habrá quienes le den al Tribunal Suprem(i)o.
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