Estos días se están dando
por todas las ciudades de España, homenajes a nuestra Sanidad
Pública, a lo que ha venido siendo, a lo que acaba de ser en la
pandemia y a lo que debe ser en el futuro. Era un buen momento para
la unión, para no juntarnos contra algo, sino todos y todas a favor
de algo en lo que deberíamos estar de acuerdo. Momento de demostrar
que la patria está mucho más en sus ciudadanos, su sistema de
salud, su educación o sus estructuras sociales que en telas sacadas
de contexto.
Pero no, los hay que solo
responden
y se unen contra algo. Lo mismo mucha gente se quedó en casa
deleitándose con las noticias de cómo el Partido Popular intenta
(pero fuerte y con ganas, ¿eh?, nada de tonterías) hundir a España
y a los españoles en Europa. Cuanto peor mucho mejor, que cuatro
votos valen más que la salud y la economía de los españoles.
En fin, mientras, cabe
recordar que además del día a día de la Atención primaria, la
atención hospitalaria sigue atendiendo en España, a personas con un
coste medio del ingreso hospitalario de 5092€ cada una (por poner
un ejemplo). Sin nuestro sistema sanitario, muy pocos se podrían
permitir el derecho a la salud, algunos tendrían seguros que
cubrirían parte y poquísimos, los más y muy ricos, una salud de
calidad aceptable. Y sí, hay mucho que mejorar, mucho por hacer,
pero la solución no pasa por dar concesiones privadas a los
negocietes de amigos y/o familiares. Page no ha gestionado bien la
última crisis, es más, lo ha hecho fatal, pero en memoria tenemos
también los negros tiempos de Cospedal o los presentes de Ayuso. Nos
negamos y negaremos a elegir entre lo malo y lo peor. Mejorar la
calidad del sistema sanitario es posible, si nos lo creemos e
invertimos, si ponemos los números de profesionales que existen en
otro países, si dejamos de aguantar las presiones de los que solo
defienden corporativismos y damos a todos los profesionales funciones
para las que están más que preparados. Y todo esto, llevamos muchos
años viendo que no se consigue por la vía textil, sino con
implicaciones y decisión, no
olvidando que la salud no tiene precio, pero tiene un coste.
Ojalá así sea y se nos pueda seguir llenando la boca de decir que
la Sanidad Pública española es la mejor y más justa del mundo.
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