5 días de bombardeos del ejército de Israel sobre una de las zonas urbanas más densamente pobladas del mundo, 1000 heridos, 140 muertos, 34 de ellos niños, todos palestinos… israelíes son los 9 muertos y 200 heridos causados por los cohetes de Hamas… cifras del sábado por la noche que quedarán empequeñecidas el domingo, y el lunes, y…
Abu Hatab, el nombre 1 familia palestina, 2 mujeres y 8 niños muertos en un bombardeo israelí sobre 1 campo de refugiados de Al Shati. ¿Cómo explicarlo? Un joven español me pregunta, “¿puedes explicarme qué pasa ahí?”.
Aunque quizá es necesario volver a explicarlo todo… la diáspora judía, el sionismo, la Primera Guerra Mundial y la adjudicación de Palestina a Gran Bretaña, la persecución nazi, el éxodo a Palestina de los judíos supervivientes del holocausto, el desplazamiento de la población palestina ante la vergonzosa inacción de los ingleses (similar a la española con el Sahara), la creación del estado de Israel, la incautación continuada de tierras de familias palestinas entregadas a los colonos israelíes, las guerras que Israel ganó a sus vecinos árabes, los millones de palestinos viviendo en campos de refugiados durante décadas, el apoyo incondicional de Estados Unidos a Israel, sin importar la gravedad de las violaciones de los derechos humanos que cometa… y así hasta hoy.
Hoy es la familia Abu Hatab y como, desgraciadamente, no se trata de un accidente, una noticia similar se repetirá dentro de un tiempo, con cientos y miles de muertos del lado palestino y decenas del israelí. Ya está, modestamente, explicado… pero no es suficiente, porque esa es la explicación histórica, pero, ¿y la humana? ¿Dónde queda el sentido humano de justicia, la empatía, el respeto a los derechos humanos, el deber de alcanzar la paz, el deber de defender a los civiles sistemática y reiteradamente asesinados?
El gobierno israelí de Netanyahu ha sido incapaz de renovarse tras tres elecciones en dos años y, curiosa coincidencia, antes de celebrarse las cuartas, el dedo del estado israelí empuja una ficha de dominó, y comienza el juego que tan bien conoce y que tantas veces se ha jugado en esa tierra ensangrentada: hace dos semanas se aprueba expulsar de sus casas a varias familias palestinas para entregar sus tierras a colonos judíos, comienzan las protestas palestinas, se inicia e intensifica la represión israelí, Hamas lanza cohetes contra Israel, Israel bombardea y arrasa Gaza… cientos de personas inocentes mueren, días tras día, en una proporción de 15 palestinos por 1 israelí (¿quién puede llamar a eso “guerra”?)… y todo bajo la calculadora y fría mirada de Netanyahu, la complicidad de EE. UU., y la inacción de la ONU y de la Unión Europea.
Dentro de unas horas o unos días, cuando considere que ha matado a suficientes palestinos, Israel detendrá la masacre. Se sucederán los entierros, el dolor y el deseo de venganza crecerá. Pasarán semanas o meses antes de que vuelva una anormal normalidad, pero el odio no se habrá extinguido, la destrucción, la pobreza y la rabia se habrán extendido. Y un día, dentro de un tiempo, alguien hará caer otra ficha de dominó, y el terrible juego comenzará otra vez.
Un Estado Palestino libre y autónomo, reconocido por el Estado de Israel, reconocimiento mutuo, respeto al derecho internacional, castigo en tribunales internacionales de los crímenes de guerra, devolución de las tierras incautadas a los palestinos, y paz. ¿De verdad no se puede intentar? ¿O no se quiere intentar? ¿Por qué no se quiere? ¿Cómo explicarlo?
Abu Hatab, ocho niños y dos mujeres… ¿cómo explicarlo?
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