Bueno, pues ya está. Las sospechas (o sea, las encuestas) se han confirmado: la inepcia y la maldad han ganado contundentemente las elecciones en Madrid. Es duro decirlo con términos tan explícitos, pero no vale de nada andarse con pamplinas. La realidad es la que es. Durante los próximos dos años, una de las comunidades más importantes de España será gobernada por un tándem formado por una persona balbuciente que confunde la libertad con la cerveza y otra que, a falta de judíos, ha basado su campaña electoral en el odio a menores no acompañados. Es así de triste y de alucinante. Es la victoria del cuñadismo. Es el esperpento hecho carne. Y, sobre todo, es el triunfo de unas élites (económicas, sociales, mediáticas…) que de tontas no tienen un pelo y que saben muy bien lo que quieren: pagar aún menos impuestos, desmantelar lo público, hacer caja a base de privatizaciones, agrandar las desigualdades, someter a la clase trabajadora, mercantilizar hasta el aire que respiramos… Los “cuñados”, con su bravuconería, con su griterío, con su impúdico negacionismo, no son más que títeres en manos de padrinos que actúan en la sombra.
Y, ahora, ¿qué? ¿Qué hacemos ante esta oleada de neoliberalismo fascistoide? ¿Resignarnos? ¿Cruzarnos de brazos? ¿Acostumbrarnos al deterioro de los servicios públicos? ¿Asumir, sin más, que hay colegios de ricos y colegios de pobres? ¿Agachar la cabeza ante esa nueva inquisición conocida como pin parental? ¿Aceptar que los fondos buitres terminen por devorar el parque de vivienda protegida? ¿Mirar a otro lado ante la criminalización de la inmigración, como hizo la mayoría de la población alemana con las políticas antisemitas de los nazis? ¿Normalizar la violencia de género, el racismo, la homofobia, la transfobia, la aporofobia? ¿Negar el cambio climático? ¿Transigir con la corrupción?...
Pues, claro, va a ser que no. A estas horas (media noche del 4 de mayo) cunde el desánimo y el desconcierto en nuestras filas. Desde luego, habrá que replantearse muchas cosas. Más Madrid ha obtenido un excelente resultado, y nos congratulamos por ello. Creemos que ha sido un éxito merecidísimo. Sin embargo, otras formaciones tendrán que llevar a cabo una profunda reflexión. El PSOE quizá deba preguntarse si emular propuestas más bien de derechas, como no tocar los impuestos, le permite ganar adeptos. Unidas Podemos probablemente deba cuestionarse el grado de adecuación entre sus ideas y sus conductas, entre su discurso oficial de horizontalidad y las estrategias reales de sus dirigentes para controlar el poder dentro de la organización. La izquierda, en general, tendrá que refundarse, y solo puede hacerlo sobre sus propios principios.
En estos mismos momentos, Pablo Iglesias está dimitiendo de todos sus cargos. Nos cuesta digerir la noticia. Vamos a echar mucho de menos al político más brillante y controvertido de nuestra historia reciente. Vivimos tiempos convulsos. Individualmente, no somos más que insignificantes motas de polvo en el universo. Ahora bien, colectivamente seguimos siendo el cincel y la maza de Machado, el caballo cuatralbo de Alberti que galopa las tierras de España, el viento del pueblo que evocó Miguel Hernández en sus versos. Somos parte del hilo rojo con que se han tejido todas las causas justas, desde Espartaco hasta la actualidad. En fin, hemos tenido días mejores, no cabe duda, pero ¿quién dijo que todo está perdido?
Los opresores no serían tan fuertes si no tuviesen servidores entre los propios Oprimidos
ResponderEliminarSeguimos tejiendo pues con ese hilo de justicia y dignidad.
ResponderEliminarExcelente texto compañeros!!