Estimadas lideresas, estimados líderes:
Las personas abajo firmantes estamos muy preocupadas. y nos consta que no somos las únicas. Las desigualdades avanzan, la riqueza se polariza, la crisis climática se agrava, el machismo rebrota, los delitos de odio contra la población LGTBIQ+ aumentan, los migrantes son tratados como animales en las infames vallas que nos separan de la pobreza, la extrema derecha gana posiciones en toda Europa, el PP se consolida a pesar de la mediocridad del inefable Núñez Feijoo, el PSOE (como buen partido sistémico) da una de cal y otra de arena… Y, mientras tanto, ¿qué encontramos en el espacio sociopolítico que encabezáis? ¿Unidad? ¿Diálogo? ¿Generosidad? ¿Altura de miras?
Ya nos gustaría, desde luego. Pero lo que vemos no es precisamente eso. Por el contrario, asistimos a una espiral de tribalismo al más puro estilo “vida de Brian”. Las redes arden de testosterona partidista. Ante las próximas citas electorales, las distintas formaciones sacan músculo y marcan territorio como si ellas solitas pudiesen asaltar los cielos, cuando todo el mundo sabe que el espectáculo de la división solo conduce al desastre. Porque nadie puede solo. Podemos no puede solo. Movilizó a mucha gente hace unos años, pero luego, cuando convirtió los círculos en estructuras piramidales, la desmovilizó. Izquierda Unida estatal lleva varios años desaparecida en combate, de modo que solo los más viejos se acuerdan de ella. Más País no tiene presencia más allá de Madrid. Equo se hizo el harakiri él solito. Y Sumar es todavía una entelequia. De modo que no hagáis cuentas, estimados líderes, estimadas lideresas: presentándoos por separado, igual aseguráis unos cuantos sillones, tampoco muchos, y una miaja presupuesto para prolongar la vida de vuestras organizaciones, pero nada más. Nada más. El batacazo puede ser histórico. E irreversible.
Por ello, las personas abajo firmantes, dando voz humildemente a tanta y tanta gente que está hasta las narices (por decirlo finamente) de enfrentamientos cainitas, os exigimos:
Que os reunáis ya mismo para consensuar una fórmula válida de confluencia, respetuosa, inclusiva, plural y solidaria, y que no os levantéis de la mesa hasta haber alcanzado un acuerdo.
Que instéis a vuestras militancias y a vuestras personalidades a cesar inmediatamente las hostilidades verbales en redes, universidades o demás eventos.
Que suministréis a vuestras organizaciones territoriales las indicaciones oportunas para que en las próximas elecciones municipales y autonómicas haya una sola papeleta de la izquierda transformadora, del cambio, de los de abajo, o de como puñetas se quiera denominar a vuestro/nuestro sector ideológico.
Que establezcáis cauces de participación colectiva, momentos de encuentro, actividades conjuntas, de modo que vuestras respectivas afiliaciones (o inscritos, o como os apetezca llamarlos) se conozcan, compartan y trabajen juntas para generar unidad más allá de las listas electorales. Y sí, ya sabemos, probablemente algunos puristas no estarán de acuerdo, se rasgarán las vestiduras y lo mismo se piran. Pero no importa. Si algo sobra en este mundo es hombres puros (y mujeres puras, claro). En serio, son muy aburridos, se dedican a pegar la chapa y siempre acaban reventando los procesos por todas las costuras.
Que penséis en grande. Que miréis al horizonte. Más allá de vuestros respectivos ecosistemas hay mucha vida. Más allá de Podemos, IU, Más País… hay muchas otras organizaciones sociopolíticas, ecologistas, feministas, sindicales, etc. que trabajan en la misma línea que vosotros y vosotras. Y, sobre todo, hay mucha gente independiente, no afiliada a nada, que está observando desde fuera pero podría estar participando desde dentro. Pero para eso hace falta una cosa: ajustar el discurso a los hechos. No teorizar sobre la democracia: hacer democracia. No dar discursos hablando de horizontalidad: practicar la horizontalidad. No llenarnos la boca de fraternidad: ejercer la fraternidad con los compañeros y las compañeras, respetando las diferencias, flexibilizando las posiciones y adoptando el amor (sí, el amor, ¿qué pasa?) a los demás como principal arma de combate. Lo contrario, decir cosas bonitas y hacer lo de siempre, termina convirtiéndose en un engañabobos y solo sirve para quemar los últimos cartuchos de ilusión que nos quedan.
Queridas lideresas, queridos líderes, recibid un cordial saludo.
Os queremos mucho. Pero os queremos juntas. Os queremos sumando.
No será que no os lo hemos dicho.
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