Artículo
publicado en el diario La Verdad (Edición Albacete). 08/03/2012
Una colaboración para el Colectivo Puente Madera de Cari Cano (Lic. en Humanidades y Autora del libro 8 de Marzo. Ed. Altabán)
Un año más conmemoramos con más
reivindicación que fiesta el Dia Internacional de las Mujeres y, una vez más,
debemos reflexionar acerca de cuál es la situación en la que nos encontramos la
mayoría de las ciudadanas.
Lo
cierto es que los avances tanto legislativos como institucionales (leyes,
Instituto de la Mujer ,
asociaciones de mujeres, …) que se han venido realizando desde la llegada de la
Democracia, han conseguido que las españolas hayamos dado pasos de gigante
durante este período (no podemos olvidar que, por ejemplo, la primera mujer
jueza no llegó hasta 1970); pero también es cierto que dichos avances no tienen
el mismo impacto en todos los ámbitos ni se producen con la celeridad que sería
de desear, aunque a menudo se nos dé desde los poderes una imagen “ideal” de
haber conseguido elevadas cotas de igualdad. Si echamos un vistazo a las cifras
que nos arroja la realidad (INE, 2011), podemos comprobar que existe una
desigualdad real entre mujeres y hombres. En el campo educativo, por ejemplo,
podemos ver cómo en el colectivo del profesorado, las mujeres suponen la
mayoría en los niveles básicos de la enseñanza y cómo su presencia disminuye
conforme se avanza en el nivel académico hasta llegar al cuerpo de catedráticos. Por otro lado; un dato
igualmente esclarecedor es que sólo el 14,6% de los rectorados de nuestras
universidades están ocupados por mujeres.
Del
mismo modo, la presencia de mujeres en nuestras Reales Academias, con un 9,6%, supone
una sensación verdaderamente estremecedora y hasta podría decirse escandalosa, ya
que mientras las mujeres ofrecen unos elevados niveles de preparación, su
presencia en los considerados más altos círculos del saber académico, sea
realmente escasa, cuando no prácticamente nula.
Si
miramos el ámbito laboral, la situación tampoco se presenta muy halagüeña, ya
que las mujeres ocupamos de forma abrumadoramente mayoritaria los trabajos peor cualificados y, por lo
tanto, peor remunerados: somos el 82,58% de los/as trabajadores/as no
cualificados/as. Y la brecha salarial entre mujeres y hombres se mantiene en un
22%.
En
cuanto a la presencia femenina en el mundo de la política, las cosas tampoco
parecen mejorar, ya que en ninguno de los niveles de la representación las
mujeres alcanzamos la igualdad. En la legislatura 2004-2008, antes de la tan
debatida medida de la paridad por tramos en las listas electorales, las
diputadas suponían un 36% del total de la cámara. Hoy, aplicada la medida, nos
mantenemos en ese mismo 36% ¡qué curioso!.
Este repaso a la situación de las españolas,
nos sigue dejando un poso de preocupación al ver la evolución de la situación
de nuestra sociedad. Sin ir más lejos, en nuestra región estamos viendo que
derechos conquistados durante tantos años, como son la creación de los centros
asesores y casas de acogida para mujeres maltratadas, están siendo prácticamente
desmantelados al reducir drásticamente sus presupuestos y por ende, los/as
profesionales que atienden estos servicios. A la vez, se amplían las áreas
geográficas que deben atender; por lo que no hace falta hacer muchas cábalas
para llegar a la conclusión de que la situación supondrá un retroceso de
gigante en un problema tan grave.
Podemos
apuntar como resumen a todo lo anterior dos cuestiones. La primera es que las
leyes por sí solas no bastan (sólo hay que ver lo que dice la Ley de Igualdad y
la realidad que tenemos) si no se acompañan de medidas concretas. Y dos: los
recortes comienzan por aplicarse a la población más débil y por desgracia, las mujeres nos
llevaremos la peor parte de los ajustes que ya hace años comenzaron con la
intención de liquidar nuestro Estado del Bienestar.
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