La Asamblea de Estudiantes de Albacete ha convocado para hoy, jueves 1
de marzo, una huelga y una concentración en el Altozano para protestar contra
los recortes en la educación pública. Es probable que, mientras el lector hojea
las páginas de este diario, las pancartas y el descontento desfilen por las
calles de nuestra ciudad enarbolados por las principales víctimas del
ultraliberalismo reinante: los jóvenes. Independientemente del alcance de la convocatoria,
lo más probable es que las autoridades mientan al respecto. La mentira a palo
seco, así, sin vaselina, se está convirtiendo en la estrategia comunicativa
cotidiana. El Gobierno regional convirtió las por lo menos 20.000 personas que
se manifestaron el día 11 en Toledo en tan solo 3000, no sabemos si por arte de
birlibirloque o de chachipeineta. Más recientemente, el ministro Wert
identificaba las protestas de los estudiantes valencianos con la violencia,
dando a entender que habían sido ellos los que habían golpeado con sus cabezas
y costillas las porras de los antidisturbios. Es increíble. La mentira ha
llegado a alcanzar rango de ley, y así el proceso de desmontaje y privatización
de los servicios públicos consta como Plan de Garantías de los Servicios
Sociales Básicos. Aunque, vamos, solo engañan al que, por fidelidad a la causa
o por interés personal, se quiere dejar engañar.
Tampoco cabe ninguna
duda de que sobre las cabezas de los estudiantes lloverán injurias
apocalípticas de todo tipo. Los legionarios mediáticos que defienden las
trincheras del gobierno no tardarán en calificarlos de radicales, subversivos,
agitadores…, sin darse cuenta de que con sus pretendidos insultos están
realmente elogiando a estos ciudadanos incipientes. Ir a la raíz de los
problemas (eso significa radical),
querer subvertir un sistema socioeconómico basado en la injusticia y la
desigualdad y pretender agitar las conciencias de una sociedad
despreciablemente mansa son, tal y como está el pampaneo, signos de salud intelectual
y moral. Es al contrario. Son la indiferencia y el conformismo los que está
minando los pilares de nuestro mundo.
Los jóvenes que hoy se
manifiestan, desde luego, no son “rebeldes way”, es decir, no son unos
malcriados caprichosos que patalean por un cabo de tiza más o menos, o porque
“mole” jugar a la movilización social. En el manifiesto que leyeron el pasado
miércoles 22 durante la concentración en solidaridad con el IES Lluís Vives,
reclamaban “conocimiento”
para ser “capaces de tener una opinión crítica y una personalidad con la que
poder pensar libremente”. Lamentan “haber nacido presos de los bancos”, y
demandan “invertir más en la educación del pueblo y dejar de gastar en armas y
guerras que lo destruyan”… Ojalá que nuestros gobernantes tuviesen la mitad de
fuste que ellos y no amputasen el presupuesto educativo mientras anuncian que potenciarán,
como en tiempos de Fernando VII, los espectáculos taurinos; ojalá que el mundo
entero los escuchase y no ocurriese como en Grecia, donde el único capítulo
presupuestario que sube ¡casi un 20%! es el del Ministerio de Defensa: los
desgraciados ciudadanos griegos dispondrán de menos escuelas y menos maestros,
pero podrán disfrutar de dos nuevos submarinos, seis fragatas y 243 tanques de,
qué casualidad, fabricación francesa y alemana.
Los
integrantes de la Asamblea llevan poco tiempo juntándose. No tienen locales.
Muchas veces son víctimas de la incomprensión de algunos compañeros que no ven
más allá de la “play” o el botellón de turno. Los cuerpos de seguridad,
suponemos que por órdenes superiores, husmean en sus reuniones, interrogan
disimuladamente a menores, plantan sus vehículos antidisturbios en las puertas
de los centros escolares y sí, aunque parezca mentira, hasta les han llegado a prohibir
leer poemas la calle (¿?). Desde luego, alguien les tiene miedo o fobia a estos
chavales. Aunque no es raro: a Franco le pasaba igual.
En
fin, los chicos y chicas que no se resignan no lo tienen fácil. Pero en ellos,
como en todos los movimientos sociales que han hecho progresar a la humanidad,
reside la justicia y la verdad, y eso, como diría Gabriel Celaya, es “un arma
cargada de futuro”. De modo que ¡adelante! iViva la Asamblea de Estudiantes de
Albacete!
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