Llega la
feria y los partidos políticos suelen invitar a algunos de sus líderes a
visitarnos. Pero más allá de esas visitas formales, nos consta que a algunos y
algunas les gusta venir de incógnito. Nos proponemos dar un paseo y ver con
quién nos encontramos.
Al primero que cazamos a Pedro
Sánchez. Ya ha sacado su billete para la noria y está en la cola para
subir. Nos confiesa que espera para llegar a lo más alto. Está convencido de
que antes o después llegará arriba. Sabe que en este país es cosa de paciencia
y que hasta ahora basta con esperar: unos suben y los otros bajan
irremediablemente. No tiene prisa, seguro de que su momento llegará.
Nos vamos a los siempre exitosos, entre los más
jóvenes, coches de choque. Es mucha la gente que se sitúa alrededor de la pista
a ver qué pasa. Ahí observamos a Pablo
Iglesias chocando contra todos y todas. Va solo en su coche, molestando e
incordiando a quienes bien lo merecen, pero pronto el ensordecedor claxon suena
y la partida acaba sin que nada haya cambiado mucho más allá de los
obvios cabreos de los chocados. Por cierto, la pista luce unos espléndidos
letreros luminosos con el nombre de Esperanza Aguirre, en honor a la lideresa
madrileña destronada.
Cerca, anda la Olla Loca. De acá para allá,
bandazos de un lado a otro y la gente encantada. Es fácil ver allí a Albert
Rivera. Se levanta con frecuencia para la foto de rigor. No sabe bien de
dónde bien ni dónde va, pero el viaje acaba y sigue donde empezó.
Justo al lado, los altavoces de una caseta anuncian
a los cuatro vientos que, por el módico precio de 20€ por cabeza, puede contemplarse la sirenita encontrada
recientemente en las costas de Cataluña. Intrigados por el extraño hallazgo,
decidimos rascarnos los bolsillos y pasar a ver el prodigio. Lo que nos
encontramos es un montaje grotesco hecho con una cola de sardina gigante de
papel de celofán, de la que sale ArturMas canturreando: “Votad por la independencia y olvidad de mi partido la
indecencia”, “Cataluña sin España, perfectamente se las apaña”, “levantemos
fronteras y muros, aunque el futuro se torne más oscuro”… Por lo mal que canta
el chaval, y porque no solemos creer en cantinelas de sirena, de inmediato
salimos atacando de aquel chiringuito.
No en
las atracciones, sino en los redondeles, nos topamos con el dúo Bono-Page, con
sus boinas y sus blusones, que vienen de invitar a gambas a Pablo Iglesias.
Dicen que por la noche tienen pensado pasarse por los puestos de chorizos
fritos, que también son de su gusto. Se despiden saludando y sonriendo
hipócritamente a todo lo que se mueve a su izquierda, antes de pasar a
echar una salve en la capilla de la Virgen.
Nos cruzamos a los vinitos. Allí, de cháchara con
la gente, sabiendo de sus problemas e intentando organizarse, cuanta más gente de
diferentes sitios mejor, para dar fin al bipartidismo y buscando estrategias
para poder poner en marcha políticas sociales, un buen puñado de personas:
recién llegados, de siempre, nuevamente ilusionados… Juan López de Uralde, Alberto
Garzón entre otros y otras. Parece que no lo pasan mal ni ellos ni la gente.
Regresamos y nos topamos de frente con La Casa del
Terror. Allí, en la caseta de los tickets, el ministro del Interior, Jorge
Fernández Díaz, se encuentra reunido con el imputado
expresidente de
Bankia, Rodrigo Rato. Pues de verdad que sí acojona, sí.
Y se nos ocurrió pasar dentro. Al poco de avanzar, la cartera nos había
volado, nuestros tickets los habían revendido y pudimos ver cajas B, C y hasta
D. Es PPlandia. Unos pasos más adelante aparece Bárcenas encadenado, y Rajoy
dándole palmaditas y pidiéndole que sea fuerte. En una suite especial de
la casa vivía, acompañado, el exministro Wert, que tras cargarse la educación
se daba a la buena vida.
Ya no podíamos más, tuvimos que salir corriendo. Nos
encaminamos para recuperar la respiración al más infantil Tren de La Bruja. De
lejos, aquello más que una escoba y un caperuzo nos parecían unas tijeras y una
peineta… pero ¿cómo? Noooooooooo, noooooooooo… ¡Cospedal!,
¿qué haces tú aquíiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii?
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