Los que sepan un poco de fútbol
están al tanto de que al terminar el año los equipos tienen la oportunidad de
cerrar nuevos fichajes de jugadores. Algunos partidos políticos que, como
decíamos hace unas semanas, han convertido la política en mercadotecnia
futbolera, también encaran diciembre como el mes de sus últimos fichajes
estrella para las elecciones generales del día 20.
Uno de los fichajes más sonados
de estas semanas ha sido la última incorporación de Podemos: el
general Julio Rodríguez, que Pablo Iglesias ha colocado para que sea su
número dos al congreso por la provincia de Zaragoza. Decimos que “ha colocado”
porque ningún proceso democrático interno en Podemos ha decidido que este
militar sea su candidato. Ni los militantes del partido ni sus simpatizantes
han podido opinar sobre la presencia del general en las listas, ni siquiera los
militantes de Zaragoza. No es extraño que el entusiasmo por la democracia
interna haya desaparecido entre las filas de los que antaño apoyaban a Podemos:
solamente
el 4% de los inscritos han participado en el proceso de elaboración del
programa electoral. ¡Solo el 4%! ¡Sin que Pablo Iglesias ni Errejón esbocen
el mínimo gesto de autocrítica!
Pero más allá de esta cuestión,
importa y mucho el viraje hacia el militarismo de Pablo Iglesias. Como el mejor
Felipe González, como el PSOE en sus mejores tiempos, ha hecho derivar
a Podemos desde el “OTAN NO” al “OTAN de entrada NO”, siguiendo con el
“OTAN SÍ pero, por favor, con menos peso de EE.UU.”, para terminar en el “OTAN
SÍ, cumpliremos con nuestros compromisos”.
Y como buque insignia de esa
deriva ha elegido al general Rodríguez. Bueno, no como buque insignia, sino
como jefe de escuadrilla de ataque táctico. Porque este general era el jefe del
JEMAD (lo fue entre 2008 y 2011) cuando el TLP, el programa de
entrenamiento de la OTAN para bombardeos masivos, llegó a Albacete en 2009.
Bueno, ya saben que TLP no llegó solito
y porque sí, sino que lo trajeron los socios de Podemos en Castilla-La Mancha
(léase PSOE, Bono, Page y Castell). Ya hemos escrito mucho sobre el TLP, no
vamos a repetirnos: solamente queremos recordar que la OTAN lo utiliza, con
riesgo para la población de Albacete, para preparar sus ataques (nunca en
defensa propia) sobre otros países sin que sea necesaria una autorización de la
ONU.
Sobre lo que sí queremos
reflexionar es sobre la facilidad con la que Podemos y otras formaciones
abandonan sus principios con tal de intentar rascar votos de donde sea. El
lanzamiento como “candidato paracaidista” de Rodríguez precisamente en Zaragoza
tiene que ver con la ilusión de Iglesias de atraer el voto de los militares de
la gran base aérea que la OTAN tiene en la capital aragonesa (y,
por cierto, colocando a dos hombres en los dos primeros puestos, sacrificando
también la igualdad de género en las candidatura). Que a Podemos no le
importe la vocación decididamente atlantista de su “futuro ministro de Defensa”
no puede sino inquietar a todos los votantes antibelicistas, pacifistas o
pacíficos. Que se diga “OTAN NO” y poco después se diga exactamente lo
contrario no puede sino causar rechazo. ¿Qué confianza puede ofrecer quien
despelleja a la “casta” y luego gobierna con ella, o quien cambia de opinión
tan rápidamente en asuntos tan trascendentales para nuestro mundo como el
militarismo?
Firmeza en los principios y
flexibilidad en las formas son buenos principios para el ejercicio honesto de
la política. Endeblez absoluta en los principios y prepotencia en las formas
parecen mala bandera para los nuevos tiempos. El 20 de diciembre se acerca y la
temporada de fichajes políticos se termina. Juzguen ustedes en qué equipo
merece la pena confiar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario