Es tiempo de hacer balance, los
cuatro años de gobierno del Partido Popular llegan, afortunadamente, a su fin.
No vamos a caer en la trampa de fijarnos únicamente en la
macroeconomía, para valorar la nefasta gestión de Rajoy. Queremos
detenernos en otras cuestiones, refrescando la memoria a los olvidadizos,
poniendo al descubierto cómo se ha atentado contras los derechos de la
ciudadanía, favoreciendo los intereses de unos pocos y retrocediendo varias
décadas en materia social.
Los problemas que teníamos los
españoles en el 2011 siguen estando ahí, no hemos avanzado en su resolución.
Nos vendieron en la campaña electoral que el PP sería el partido que
solucionaría la lacra del paro; los datos ponen de relieve que se crea poco
empleo, sin derechos y de mala calidad, destacando que la precariedad de los
contratos llega a unos límites sonrojantes. La reforma
laboral del 2012 ha dejado un
país con más desigualdad laboral y social, en el que
los salarios han perdido mucho poder adquisitivo, en el que tener un empleo no
significa salir de la pobreza. Y qué decir del paro juvenil, donde estamos a la
cola de Europa con unos dramáticos
porcentajes de jóvenes sin empleo, abocados al exilio o la marginalidad.
Nos vendió Rajoy, al principio de la legislatura, que él
había evitado el rescate de España. ¡Cuánta mentira! Hubo un rescate mucho más
grave, el que favoreció a la banca privada, con una inyección
de más de 60.000 millones de dinero público, del que no se recuperará
prácticamente nada. Con este salvamento bancario se ha justificado el
austericidio y los recortes
en Educación, Sanidad y Servicios Sociales Públicos. Las mentiras de Rajoy se
pusieron pronto sobre la mesa; no olvidamos cuando en campaña electoral decía
que “iba a meter
la tijera a todo, salvo a pensiones, sanidad y educación”, y a los pocos
meses se cargó con la motosierra estos pilares de la igualdad social, todo ello
con la entusiasta complicidad y colaboración de los dirigentes regionales
del PP, como Loli Cospedal
y Marín. Se ha rescatado a
los más poderosos y se ha olvidado a las personas que han perdido todo, por la
avaricia de los especuladores, para los que siempre el PP ha tenido
“salvavidas”.
Ante tales retrocesos, la ciudadanía hemos tenido que salir a
las calles en infinidad de ocasiones para defender lo público, para luchar por
los derechos que nos han robado. Como el descontento crecía, a finales del 2014
Rajoy, junto al ministro Fernández Díaz,
sacó la porra con su Ley
Mordaza, instaurando un estado cuasipolicial, institucionalizando la
represión, atemorizando a la población, imponiendo el derecho administrativo
del enemigo y eliminando el control judicial. En pocas palabras, la vuelta a la
caverna del rancio franquismo inquisidor.
Esta legislatura Popular también
ha sido la de la
corrupción sin fin. Sobrevuela por los cuatro costados la Púnica, la
Gurtel, Luis Bárcenas, el exvicepresidente Rato,… Son casos que hubieran
provocado, en cualquier país mínimamente democrático, la dimisión del
presidente del gobierno, pero Rajoy se ha atrincherado tras el plasma y con
cortinas de humo que todo lo tapan, como la exaltación del españolismo frente
al secesionismo catalán.
Necesitaríamos otras veinte
columnas de opinión para seguir analizando estos cuatro oscuros años. No
queremos aburrir a nuestros pacientes lectores y lectoras, pero todas y todos
saben que Mariano Rajoy y el PP han obtenido un
claro suspenso en su legislatura. Lo importante es que a partir del próximo
20 de diciembre no le demos la opción de repetir a estos mentirosos
compulsivos. Hemos probado su “medicina” que nada resuelve y que tanto
perjudica a nuestra salud democrática, por lo que es imprescindible que en
las elecciones generales demos paso a otras alternativas, como pueden ser las candidaturas
de Unidad Popular con medidas que den respuesta a las necesidades de la
mayoría de la ciudadanía.
Tenemos memoria y los destrozos
no pueden esconderse. El suspenso de Rajoy, es sin opción a repetir.
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