domingo, 1 de noviembre de 2015

SUSPENSO, SIN OPCIÓN A REPETIR


Es tiempo de hacer balance, los cuatro años de gobierno del Partido Popular llegan, afortunadamente, a su fin. No vamos a caer en la trampa de fijarnos únicamente en la macroeconomía, para valorar la nefasta gestión de Rajoy. Queremos detenernos en otras cuestiones, refrescando la memoria a los olvidadizos, poniendo al descubierto cómo se ha atentado contras los derechos de la ciudadanía, favoreciendo los intereses de unos pocos y retrocediendo varias décadas en materia social.

Los problemas que teníamos los españoles en el 2011 siguen estando ahí, no hemos avanzado en su resolución. Nos vendieron en la campaña electoral que el PP sería el partido que solucionaría la lacra del paro; los datos ponen de relieve que se crea poco empleo, sin derechos y de mala calidad, destacando que la precariedad de los contratos llega a unos límites sonrojantes. La reforma laboral del 2012 ha dejado un país con más desigualdad laboral y social, en el que los salarios han perdido mucho poder adquisitivo, en el que tener un empleo no significa salir de la pobreza. Y qué decir del paro juvenil, donde estamos a la cola de Europa con unos dramáticos porcentajes de jóvenes sin empleo, abocados al exilio o la marginalidad.

Nos vendió Rajoy, al principio de la legislatura, que él había evitado el rescate de España. ¡Cuánta mentira! Hubo un rescate mucho más grave, el que favoreció a la banca privada, con una inyección de más de 60.000 millones de dinero público, del que no se recuperará prácticamente nada. Con este salvamento bancario se ha justificado el austericidio y los recortes en Educación, Sanidad y Servicios Sociales Públicos. Las mentiras de Rajoy se pusieron pronto sobre la mesa; no olvidamos cuando en campaña electoral decía que “iba a meter la tijera a todo, salvo a pensiones, sanidad y educación”, y a los pocos meses se cargó con la motosierra estos pilares de la igualdad social, todo ello con la entusiasta complicidad y colaboración de los dirigentes regionales del PP, como Loli Cospedal y Marín. Se ha rescatado a los más poderosos y se ha olvidado a las personas que han perdido todo, por la avaricia de los especuladores, para los que siempre el PP ha tenido “salvavidas”.

Ante tales retrocesos, la ciudadanía hemos tenido que salir a las calles en infinidad de ocasiones para defender lo público, para luchar por los derechos que nos han robado. Como el descontento crecía, a finales del 2014 Rajoy, junto al ministro Fernández Díaz,  sacó la porra con su Ley Mordaza, instaurando un estado cuasipolicial, institucionalizando la represión, atemorizando a la población, imponiendo el derecho administrativo del enemigo y eliminando el control judicial. En pocas palabras, la vuelta a la caverna del rancio franquismo inquisidor.

Esta legislatura Popular también ha sido la de la corrupción sin fin. Sobrevuela por los cuatro costados la Púnica, la Gurtel, Luis Bárcenas, el exvicepresidente Rato,… Son casos que hubieran provocado, en cualquier país mínimamente democrático, la dimisión del presidente del gobierno, pero Rajoy se ha atrincherado tras el plasma y con cortinas de humo que todo lo tapan, como la exaltación del españolismo frente al secesionismo catalán.

Necesitaríamos otras veinte columnas de opinión para seguir analizando estos cuatro oscuros años. No queremos aburrir a nuestros pacientes lectores y lectoras, pero todas y todos saben que Mariano Rajoy y el PP han obtenido un claro suspenso en su legislatura. Lo importante es que a partir del próximo 20 de diciembre no le demos la opción de repetir a estos mentirosos compulsivos. Hemos probado su “medicina” que nada resuelve y que tanto perjudica a nuestra salud democrática, por lo que es imprescindible que en las elecciones generales demos paso a otras alternativas, como pueden ser las candidaturas de Unidad Popular con medidas que den respuesta a las necesidades de la mayoría de la ciudadanía.

Tenemos memoria y los destrozos no pueden esconderse. El suspenso de Rajoy, es sin opción a repetir.







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