Dice Esperanza Aguirre que ha tenido que dimitir
porque dos de los cargos que ha nombrado le han salido ranas. Pobrecita, ella
pensaba que estaba nombrando a quinientos príncipes peperos para las cortes y
palacios de Madrid… pero dos, solamente dos, no eran bellos y honrados, sino
feos y babosos, vaya, unas ranas. Sin embargo, en los juzgados españoles hay
muchos más príncipes del PP madrileño de lo que Aguirre quiere reconocer. Desde
luego que el más destacado es Francisco Granados, su mano derecha en la
Comunidad y secretario general del PP madrileño, aunque la corrupción en el
partido que preside Aguirre se
extiende desde las raíces hasta las hojas más diminutas. Y si agrandamos un
poco el perímetro del charco, en el charco español el croar de las ranas
peperas es ya insufrible.
Esperanza Aguirre, que se ríe de
todo el mundo desde hace décadas, que se cree las más graciosa y castiza de las
políticas, que huye de la policía y luego presume de ello, ha tardado mucho en
asumir alguna responsabilidad, después de darle lecciones a todo el mundo. Una
de sus últimas lecciones se la ha impartido a otro charco de ranas: al PP
valenciano. Esperanza, dos días antes de que la Guardia Civil registrara su
sede, le decía a Rita
Barberá que debería renunciar a su aforamiento, aunque se ha resistido
hasta el final, cuando el nauseabundo olor que salía de la calle Génova ha
hecho reventar al PP madrileño. Aguirre se va… por ahora, porque no es la primera
vez que anuncia que se retira. Ha crecido como dirigente popular lanzando
pullas, sonriéndose patéticamente, creyéndose graciosa y ocurrente… claro que
igual se lo ha creído tanto porque a su alrededor
hay un croar de ranas lisonjeras, políticas y mediáticas, que tienen mucho que agradecer a cómo Aguirre
las ha criado, protegido y alimentado.
Por cierto, para una persona que
dice ser ultraliberal y que defiende a muerte la iniciativa privada, treinta y
tres años liberada como cargo público parecen demasiados, ¿no? Bueno, aunque en
el fondo ella tampoco es tan ultraliberal, y aunque no lo quiera reconocer
también es ferviente partidaria de que el estado intervenga en la economía.
Porque si no fuera así, ¿de dónde si no del estado podría salir todo el dinero
público que se han metido en el bolsillo tantos liberales del PP? ¿Cómo, si no
es robándolo del dinero de todos, podrían haberse lucrado la legión de
políticos del PP que están en la cárcel o imputados? Si no fuera por el saqueo
sistemático de las arcas públicas, ¿por qué tendría que ser la sede del PP, el
partido que dice ser adalid de la honradez, la que más veces ha registrado
la policía y la guardia civil en
nuestra historia?
¿No tienen vergüenza Aguirre y
todos los suyos? ¿Y Barberá y todos los suyos? Y, por encima de todos ellos,
¿no tiene vergüenza Rajoy? Después de sus cuatro años de gestión horrorosa,
cada vez que da una rueda de prensa tiene un ojo pendiente de sus asesores que,
para prevenirle ante posibles preguntas de la prensa canallesca, le van
chivando “acaban de detener a fulanito y
menganita”, “el
que fue director de la Policía cuando tú eras vicepresidente, está imputado”,
“el
que era vicepresidente contigo está imputado”, o “la policía está
registrando nuestra sede”… pero él pone cara de que no pasa nada, ni le
importa nada, y sigue exigiendo ser presidente del gobierno. ¿No tiene
vergüenza este hombre? ¿A quién le ha salido rana Rajoy? ¿A Aznar, el que se
gastó dos millones de euros de dinero público para conseguirse la medalla
del Congreso de EE.UU.? Y Aznar, ¿a quién? Buffffffff.
...Unos ha salido ranas, otros corruptos...
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