domingo, 14 de febrero de 2016

Un charco de ranas


Dice Esperanza Aguirre que ha tenido que dimitir porque dos de los cargos que ha nombrado le han salido ranas. Pobrecita, ella pensaba que estaba nombrando a quinientos príncipes peperos para las cortes y palacios de Madrid… pero dos, solamente dos, no eran bellos y honrados, sino feos y babosos, vaya, unas ranas. Sin embargo, en los juzgados españoles hay muchos más príncipes del PP madrileño de lo que Aguirre quiere reconocer. Desde luego que el más destacado es Francisco Granados, su mano derecha en la Comunidad y secretario general del PP madrileño, aunque la corrupción en el partido que preside Aguirre se extiende desde las raíces hasta las hojas más diminutas. Y si agrandamos un poco el perímetro del charco, en el charco español el croar de las ranas peperas es ya insufrible.

Esperanza Aguirre, que se ríe de todo el mundo desde hace décadas, que se cree las más graciosa y castiza de las políticas, que huye de la policía y luego presume de ello, ha tardado mucho en asumir alguna responsabilidad, después de darle lecciones a todo el mundo. Una de sus últimas lecciones se la ha impartido a otro charco de ranas: al PP valenciano. Esperanza, dos días antes de que la Guardia Civil registrara su sede, le decía a Rita Barberá que debería renunciar a su aforamiento, aunque se ha resistido hasta el final, cuando el nauseabundo olor que salía de la calle Génova ha hecho reventar al PP madrileño. Aguirre se va… por ahora, porque no es la primera vez que anuncia que se retira. Ha crecido como dirigente popular lanzando pullas, sonriéndose patéticamente, creyéndose graciosa y ocurrente… claro que igual se lo ha creído tanto porque a su alrededor hay un croar de ranas lisonjeras, políticas y mediáticas,  que tienen mucho que agradecer a cómo Aguirre las ha criado, protegido y alimentado.

Por cierto, para una persona que dice ser ultraliberal y que defiende a muerte la iniciativa privada, treinta y tres años liberada como cargo público parecen demasiados, ¿no? Bueno, aunque en el fondo ella tampoco es tan ultraliberal, y aunque no lo quiera reconocer también es ferviente partidaria de que el estado intervenga en la economía. Porque si no fuera así, ¿de dónde si no del estado podría salir todo el dinero público que se han metido en el bolsillo tantos liberales del PP? ¿Cómo, si no es robándolo del dinero de todos, podrían haberse lucrado la legión de políticos del PP que están en la cárcel o imputados? Si no fuera por el saqueo sistemático de las arcas públicas, ¿por qué tendría que ser la sede del PP, el partido que dice ser adalid de la honradez, la que más veces ha registrado la policía y la guardia civil en nuestra historia?

¿No tienen vergüenza Aguirre y todos los suyos? ¿Y Barberá y todos los suyos? Y, por encima de todos ellos, ¿no tiene vergüenza Rajoy? Después de sus cuatro años de gestión horrorosa, cada vez que da una rueda de prensa tiene un ojo pendiente de sus asesores que, para prevenirle ante posibles preguntas de la prensa canallesca, le van chivando “acaban de detener a fulanito y menganita”, “el que fue director de la Policía cuando tú eras vicepresidente, está imputado”, “el que era vicepresidente contigo está imputado”, o “la policía está registrando nuestra sede”… pero él pone cara de que no pasa nada, ni le importa nada, y sigue exigiendo ser presidente del gobierno. ¿No tiene vergüenza este hombre? ¿A quién le ha salido rana Rajoy? ¿A Aznar, el que se gastó dos millones de euros de dinero público para conseguirse la medalla del Congreso de EE.UU.? Y Aznar, ¿a quién? Buffffffff.




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