El panorama político de nuestro país está complicado, apasionante
y tan subido de tono que los estudiosos del cambio climático ya
tienen otro elemento más que justifique este calentamiento global.
La
inacabada investidura
de Mariano Rajoy está siendo el culebrón de este verano, donde la
mayoría de españoles no sabe en qué puede quedar esta operación
para nombrar al jefe del ejecutivo. Desde lejos se ve difícil salida
y lo mismo la flacidez de algunos puede provocar una “investiblanda”,
con la hipotética formación de un
gobierno débil y sin apoyos parlamentarios
para seguir aprobando e implementando unas leyes regresivas, que muy
poca gente desea.
Nosotros
pensamos que todo es mucho más fácil, que flota en el aire un
ambiente, un olor a postureo, a representación teatral, con cinco
personajes que van desgranando día a día su inefable papel. Es
teatro programado, puro teatro de enredo para entretener y confundir
a los sufridos espectadores, con un final cuasi previsible y no
deseado por muchos. La acción de esta tragicomedia inacabada,
transcurre en nuestros días. El
primer acto
se desarrolla a finales del año 2015 y, el segundo, en el tórrido
verano de 2016. Decimos que es una obra inacabada porque cabe la
posibilidad de escribir una
apoteósica tercera parte
que se centre en la navidad de 2016. Nuestros personajes deambulan
como sonámbulos con sonrisa fingida entre el Palacio de la Zarzuela,
el Congreso de los Diputados y las sedes de los partidos políticos
(se incluye también la que se reformó con dinero negro en la
madrileña calle Génova). Entre consultas, propuestas de humo,
apretones de manos, cobras, abstenciones técnicas, escuchas
activas,
un
no es un no
y un posible gobierno alternativo de progreso se centran las
discusiones de los protagonistas.
¡Menudos
actores políticos tenemos en escena! El
rey impuesto,
que con su infalible dedo designa al que quiere se haga con las
riendas de la cosa. Mariano, el elegido, el que “no sabe nada de
los pestilentes olores de su casa”, al que en principio nadie
apoya. Albert, el voluble, el que cambia su no por una abstención
técnica, el que achica agua para que no se ahogue el régimen;
Pedro, el opositor incansable, observado con lupa y fustigado por los
suyos para que sea “responsable”
y facilite la tarea al elegido. Y por último Pablo, el rechazado, el
marginado por el miedo al necesario cambio social, la esperanza con
coleta de un
sorpasso fallido,
agazapado por si surge la posibilidad de apoyar otra investidura
alternativa.
En
esta representación teatral también hay un coro de apuntadores para
que Pedro cambie su guión, son la derecha socialista con González
a la cabeza.
Son unos glosadores que han salido de sus sarcófagos de oro para
tutelar que el giro sea siempre a estribor.
Mientras
tanto, en el patio de butacas, a los espectadores fieles votantes
socialistas les da una cosica ver a Albert, la gran apuesta de
acuerdo de Pedro Sánchez desarrollado
en el primer acto,
loquico perdido porque gobierne Mariano. Es como cuando un ex o una
ex se hacen íntimos de tu enemigo, después de tantas conversaciones
poniéndole a parir.
El
final previsible de este teatro está más que cantado. Mariano
obtendrá el apoyo de esa "organización
criminal",
de los suyos, y de los azules
anaranjados
que después de la escucha activa darán un gran sí, a cambio de
los, en otro momento, denostados sillones. Y Pedro ¿qué hará al
final del segundo acto?, Pues, si nadie lo remedia, hará caso a sus
apuntadores, a la derecha socialista, al IBEX35, a la derecha
mediática y se abstendrá para facilitar el desgobierno a la
mafia corrupta,
con 20 millones de demócratas en contra.
Todo
lo anterior es puro teatro, ficción, un juego de tronos a la
española. Pero para finalizar nos centraremos en la realidad, donde
unas terceras elecciones saldrían más baratas que otros cuatro años
de saqueo
del PP,
que si accede a gobernar, una vez tomado el poder, seguiría
repartiendo riqueza y prebendas entre una minoritaria élite, y
miseria, pobreza, desdicha y sufrimiento entre la mayoría social.
¿Sería un fracaso? Ni mucho menos, pues hay vida mucho más digna
si se celebraran otras
elecciones
que asumir la putrefacción.
Es
imprescindible cambiar la deriva de este país saqueado material y
psicológicamente por estos bárbaros, han logrado que un gran numero
de ciudadanos y ciudadanas asuman
y callen
todas las tropelías de estos fieles seguidores de Bilderberg y la
Troika. Sí,
es apremiante dejar atrás a este partido que no quiere llamar
derecho a un derecho, no quiere llamar matrimonio a un matrimonio, no
quiere llamar imputado a un imputado, pero quiere llamar
trabajo a cualquier basura.
Nosotros
ni olvidamos, ni perdonamos. No perdemos la esperanza. Es posible
conseguir un
gobierno alternativo de progreso,
condenando al ostracismo a Don Tancredo, junto a la derecha más
rancia de este país. Si eso no fuera posible, el tercer acto estaría
por escribir con un final abierto, participativo, ilusionante, más
cercano, …
“Teatro, lo de
esta gente es puro
teatro. Falsedad bien ensayada,
estudiado simulacro...”
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