La garrapata, o ixodoidea en su nombre científico, es
la causante de que una enfermedad desconocida para nosotros, la a veces mortal fiebre
Crimea-Congo, haya aparecido en España. Viajando aferrada a las aves, se ha
adherido a otros seres vivos en nuestra península (humanos y animales) y quizá
ya no se vaya nunca. Es un ectoparásito hematófogo, casi nada: se te pega, te
chupa la sangre y encima te deja los bichos que lleva. Una monada.
Parece ser que, debido a la
mundialización y a la frecuencia de los viajes internacionales, tendremos
que acostumbrarnos a la extensión de nuevas epidemias, desconocidas para
nosotros. Los invulnerables occidentales, con su avanzada medicina, padeceremos
enfermedades nuevas y sentiremos el desasosiego de que una triste garrapata
pueda enviarnos al otro mundo tontamente un septiembre cualquiera, antes de que
podamos matricularnos por enésima vez en un curso de inglés o que intentemos
completar un coleccionable de Planeta Agostini.
En este terrible y maravilloso
planeta, nadie puede derrotar a la naturaleza. Los viajes de trabajo o turismo
suelen ser de ida y vuelta, y a la vuelta regresamos con nuevos y letales
amigos. Algo así como lo que les sucedió a los nativos americanos cuando los españoles
desembarcamos en su continente cargados
de armas y de virus y bacterias. Seguramente el calentamiento global,
causado por occidente, también ayudará a la extensión de las epidemias de la
misma forma que ha afectado a los movimientos migratorios de los animales,
portadores de parásitos y demás. ¿Es que existirá algo así como una justicia
vengadora de la madre Naturaleza?
Es cierto que de garrapatas
también sabemos los occidentales en general, pero mucho más los españoles en
particular, aunque el grado de especialista en ixodoideas es monopolio sin duda
el Partido Popular. Pensemos, por ejemplo, en una variante de la especie, la
ixodoidea-Soria. Dimitido, implicado en los “papeles de Panamá”, en otros
países habría sido separado del cuerpo al que parasita. Sin embargo en España
su gran habilidad para aferrarse a su huésped (el desangrado pueblo español) se
premia con un puesto de honor en el Banco Mundial. Ole, ole y ole: Spain is
different. Por deseo expreso de Rajoy, “el regenerador”. El presidente en
funciones, en su estilo habitual, todo sentido común y sensatez y las cosas
como-dios-manda, miente
con el asunto Soria a todo el mundo y se queda tan ancho… ya saben, todo es
verdad salvo alguna cosa. Y, acto seguido, insiste en seguir siendo presidente.
Hay muchos más casos de
parasitismo protagonizados por el partido que preside Mariano Rajoy. Además de
la ixodoidea Soria, está
la ixodoidea Barberá, imputada-doble senadora, por la gracia de Rajoy. No
seguiremos: para curarse del todo, el PP necesita un especialista mundial en
enfermedades tropicales… o quizá simplemente le
bastaría con un profesor de ética, de esos que con la LOMCE , se van a quedar
sin trabajo en beneficio de los catequistas.
El caso es que, para evitar este
terco y dañino garrapaterismo que se aferra a nuestra vida nacional, personas
sensatas y además de izquierdas (¡sí, Mariano, existen!) como Alberto
Garzón, van proponiendo medidas que puedan salvar al país de la epidemia
popular-garrapateril.
Tenemos algo menos de dos meses
para, democráticamente, librarnos para siempre de toda una generación de
garrapatas políticas y de sus grandes protectores, Rajoy y Cospedal. ¿Será
posible que todos los que no quieren que nuestro país siga infectado no se pongan
de acuerdo? A unos nos gusta más el ibuprofeno y a otros el paracetamol, hay
quien se pirra por el ácido acetilsalicílico… pero, por favor, Sánchez,
Garzón, Iglesias y Rivera, ¡encuentren la medicina, quítennos de encima a estos
parásitos políticos antes de Navidad!
Completamente de acuerdo. Está en manos de la izquierda el encontrar una fórmula magistral que erradique esta plaga de garrapatas que "en nombre de España" está desangrando a nuestro país (de todos los españoles) y envenenando con premeditación y alevosía nuestra deseada convivencia.
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