Había
una vez un lejano país en el que Rodrigo Ratón Morgan y su
banda se habían especializado en el robo a gran escala. Pero al
igual que la banda amiga, Marian and Robers, jugaba a dos
barajas: ocasionalmente daban
grandes golpes,
pero su pan de cada día lo ganaban estafando a miles de pequeñas
víctimas.
Luego,
R. R. y M. R. y sus secuaces, como casi todas las bandas mafiosas,
invertían parte las ganancias procedentes del robo en negocios
legales: blanqueaban su dinero comprando acciones de bancos,
comprando acciones de grandes empresas industriales o de
eléctricas y petroleras, terrenos urbanizables, factorías en países
que explotan a sus trabajadores... y así hasta el infinito
(puntualización: para ellos el infinito no existía… porque el
mundo terminaba geográficamente en los paraísos fiscales y
temporalmente en los plazos de la amnistía fiscal de Hacienda).
De
tal forma contribuían a la riqueza de aquel país… bueno, más que
de todo el país del gran capitalismo con banderita de aquel país en
la correa del reloj y con sede fiscal en otro país fiscalmente
distante. Sus fondos, obtenidos ilícitamente, quedaban así
entrelazados con la riqueza nacional.
Pero
un día unos jueces que cumplían con su trabajo atendieron
las demandas de unos ciudadanos
vejados por los mafiosos. Esos jueces dictaminaron que aquellas
bandas habían cometido irregularidades y delitos… y que debían
pagar por ello y devolver el dinero a aquellos a quienes habían
vilmente estafado. No pasó mucho tiempo hasta que alguien puso el
grito en el cielo: si las bandas tenían que devolver el dinero
robado… ¿qué pasaría con la economía del país? ¿No se
hundirían las empresas eléctricas, las fábricas, las
inmobiliarias, los fondos de pensiones y las aseguradoras en las que
los mafiosos habían invertido sus ganancias? ¿No llevaría la
Justica, con mayúsculas, al país a la ruina solo por el capricho de
que los delincuentes pagaran por sus delitos? Hubo, incluso, quien
escribió
que los jueces habían declarado la guerra a la banca.
¿Sería alguien a sueldo de los delincuentes?
De
la misma forma en otro cercano país, llamado España, la Banca se ha
dedicado a expoliar a todos los ciudadanos, con el beneplácito del
poder político y la complicidad de los poderes económicos: así,
comenzaron por desahuciar
a ciudadanos
y dejarlos tirados en la calle durante la crisis que ellos habían
provocado; así, engañaron a sus clientes con las cláusulas
suelo
de las hipotecas; así, les cargaron los gastos
hipotecarios
que debían compartir, y les cobraron comisiones sin cuento… esas y
mil fechorías más con total impunidad gracias a sus buenas
relaciones.
Porque
estas corporaciones bancarias guardan una íntima amistad con las
compañías de electricidad y gas… y con el poder político. En
realidad, son todo lo mismo.
¿Quieren un ejemplo con nombre y apellidos? Allá va: Ángel
Acebes, ministro del PP, vocal de Iberdrola, consejero de Caja
Madrid, patrono de la FAES de Aznar.
El mismo ex presidente Aznar es consejero de ENDESA, y el ex
presidente Felipe González de Gas Natural… y así hasta el amargo
infinito y más allá.
En
los fríos días en los que el país tirita y los empobrecidos se
congelan, las empresas de energía ganan y ganan y ganan subiendo
el precio de productos básicos…
y con ellas ganan y ganan y ganan los bancos… y con todos ganan sus
consejos de administración.
Por
eso hay que aplaudir la valentía de algunos jueces: siempre parecerá
que han actuado tarde, que hace ya muchos años que en esta
democracia los grandes pisotean y roban a los pequeños. Un caso
ejemplar: el
encarcelamiento de los directivos de Caixa Galicia.
Con la Justicia por delante, que vengan muchos ejemplos más.
@CPuenteMaderaAB
No hay comentarios:
Publicar un comentario