La
señora María y el señor José habían recibido el recibo de la
luz. Boquiabiertos y escandalizados al inicio, solo tras un largo
silencio, la señora María atinó a decir: José, creo en el
arranque de este 2017, los consumidores pagaremos un
34% más que a inicios de 2016. Tras secarse
las lágrimas, porque no veían nada claro cómo enfrentarían los
próximos fríos y el resto de facturas, fue José quien sentenció:
claro, es que, desde la privatización de las eléctricas, el recibo
medio nos ha subido un 85%.
Poco a poco ya se fueron
reponiendo y autoexplicándose la situación. Claro, es lógico,
comentaban. Ya en los 80’, el pobrecico Felipe González, hoy
abocado a la explotación de un Consejo de Gobierno de una empresa
del Ibex por el bien de España, comenzó a privatizar cuanto
pillaba. Luego llegó Don Jose María, otro pobre hombre que, por el
bien de todos, se vio obligado a subastar España y privatizar las
mejores cosas que teníamos. ¡Qué gran milagro económico nos hizo!
Lo que tuvo que sufrir para conseguir
para España 30.000 millones, y luego verse
pagado con otro penoso puesto en otra superempresa. ¡Cuánto
padecer!
Y claro, de aquellos
polvos vienen estos lodos, porque menos mal que Zapatero tenía cerca
a José Carlos Díez, ese ahora tan de moda por decir verdades como
que con la renta básica habría que poner "francotiradores"
contra los inmigrantes. ¿Sí? interrumpió José. Claro, el asesor
económico del PSOE que aseguró que "los
de Marruecos, los del Congo y los de Uganda" querrían "venir
todos aquí, a tener una renta básica". ¡No me digas! ¿El
mismo que ya en su día dijera que España es "un pura sangre
inmune
a la crisis" y afirmaba que "la
burbuja inmobiliaria es un mito"? ¡El mismo! Dijo la señora
María. Pues como decía, menos mal que estaba cuando Zapatero y tuvo
la idea poner en marcha el llamado pool marginalista por el
que el mercado mayorista eléctrico tiene un funcionamiento
marginalista, lo que significa que el último
tipo de energía que entra en el mercado para cubrir la demanda es el
que establece el precio para todos los demás. Es decir, vamos
gastando energía, y si falta de una más barata, se echa mano de
otra más cara, y cuando se acaba se echa mano de otra más cara. Eso
sí, al final toda, desde la primera más barata se paga igual: Al
precio de la más cara.
Y así José y María se
miraban satisfechos de vivir en un país donde sus responsables
siempre piensan en los más débiles.
Y continuaban en sus
habituales reflexiones: Es lógico que nos vayan subiendo la
electricidad, ya que gozamos en nuestras empresas de una
interrumpibilidad,
que nos suponen un coste de 700 millones de euros que les garantiza
que en caso hipotético de subida del consumo de electricidad se les
corte a éstas el suministro y nos acaba repercutiendo en las
compras.
Además, hay que
agradecer que nuestros partidos gobernantes, cuyos cargos copan por
decenas tras su retirada altos puestos en las grandes empresas,
eviten y pongan todas las pegas del mundo al autoconsumo, y que
además olviden y marginen a las renovables, ¡dónde llegaríamos de
hacer caso a ecologistas e izquierdosos! El sol es para las playas,
y el viento para las montañas, punto.
En una de sus
conversaciones propias, José y María continuaban reflexionando.
Debemos siempre tener presente los consumidores que el precio
mayorista de la electricidad tiene un peso cercano al 35% sobre el
recibo final, mientras que alrededor del 40% corresponde a los peajes
y cerca del 25% restante, al IVA y al Impuesto de Electricidad. De
ahí la importancia de que exista el 'pool' marginalista y que las
tecnologías entran por orden de coste y la última de ellas en
participar, la
más cara, marca el precio para el conjunto,
permitiendo que paguemos a precio de oro el serrín del principio.
¡Bravo, bravo! Repetían.
No lloremos más,
pensemos que los motivos de la subida han sido que hay más demanda,
menos eólica, menos hidráulica, subida de los precios del carbón y
del gas, que Francia no produce energía nuclear, los problemas con
Argelia y el propio funcionamiento del mercado eléctrico mayorista,
que es que esto es así, y mira que a nuestros presidentes les duele
más que a nosotros.
Venga, dejémoslo ya que,
llegado el caso, siempre nos podremos acercar a algún banco y ya
verás cómo nos ayudan amablemente a enfrentarnos a estos
problemillas. Dejémonos y que nuestra única sola preocupación sea
ya para decidir si votamos al PP o al PSOE.
Me parece claro y triste...
ResponderEliminarUn texto de este tipo para comentar en la Evaau??
Creo que es mucho más esclarecedor que la frasecita de Rajoy